Final feliz
Mi Madrid lo hacen las personas. Los amigos, los amantes de un buen mamarracheo, las personas no hegem¨®nicas que resistimos, deseamos y cuidamos
¡°?Qu¨¦ tiene de terrible un final feliz?¡±, me pregunta mientras coloca en el taxi su ¨²nica maleta, donde guarda todas las memorias de sus cinco a?os en Taip¨¦i. ¡°Esta es mi vida. Empaco y desempaco¡±. T. es la encarnaci¨®n de las adolescentes rebeldes que le¨ªa de peque?o, las canciones de Bruce Springsteen que rug¨ªan desde el asiento trasero del coche de mis padres rumbo a un lugar remoto, el Nathan Maloney de Queer As Folk que huye a Londres con lo poco que pudiera robar de la cartera de su padre.
¡°Creo que estoy preparada para volver¡±, me dijo. Hace m¨¢s de 20 a?os que T. no vuelve a la ciudad donde creci¨®, un lugar donde, con el tiempo, sent¨ªa que le ¡°arrancaba los huesos de la espalda¡±. Me abraz¨® y se meti¨® en el coche. ¡°Te deseo suerte, mi Gong Lang Gong Hok¡±, me dijo desde la ventanilla, una expresi¨®n taiwanesa referida a quien tiene mucha suerte por no ser muy brillante.
Todos, en mayor o menor medida, habremos sentido el anhelo a escapar, abrumadas de la ciudad de Madrid; esperar, junto a Enid Coleslaw, en la parada de autob¨²s en camino a cualquier lugar, menos el nuestro. Pero hay algo sobre Madrid. Las personas. Desde los amigos, amantes de un buen mamarracheo, a las personas no hegem¨®nicas que resistimos, deseamos y cuidamos en cada evento y espect¨¢culo, exorcizamos las calles en concentraciones y manifestacione, o creamos espacios de deseos y de encuentros para, como llamar¨ªa Pai Hsien-Yung, las ¡°personas de cristal¡±.
Son aquellas a las que la mirada hegem¨®nica ha colocado en esa otredad, las que conforman la ciudad de Madrid que conozco y he llegado a querer, las personas que hacen que un migrante taiwan¨¦s hijo del camino, como dir¨ªa Luc¨ªa Asu¨¦ Mbom¨ªo Rubio, o el que no es ¡°de aqu¨ª ni de all¨¢¡± como canta Facundo Cabral, encuentre su familia elegida y su lugar, en el colegio chino aprendiendo a desenredar el racismo interiorizado que sent¨ªa hacia mis propios ra¨ªces, los espacios de resistencia donde aprend¨ª a entender que mis identidades tanto como migrante racializado asi¨¢tico como disidente sexual y de g¨¦nero podr¨ªan coexistir en su totalidad, y desde los eventos nocturnos donde crec¨ª en comunidad y aprend¨ª a aceptar mi sexualidad y mi g¨¦nero.
Pero sobre todo, sois todas vosotras las personas que me le¨¦is a quienes debo agradecer, las que hab¨¦is escuchado una de las miles de voces de una persona que se cans¨® de que le dibujasen, en figura de palo, desde la mirada blanca, desde el estereotipo, el racismo, la homofobia, desde los t¨®picos, y que tuvo la suerte de poder escribir en este espacio, dedicado a les OTRES por otre OTRE. Mi vida en Madrid en esta peque?a secci¨®n, mi peque?a maleta de mano. Un lugar donde aprend¨ª mientras me equivocaba escribiendo.
Porque, ?qu¨¦ tiene de terrible desear, de vez en cuando y con el mundo en llamas, un final feliz, sea lo que fuera lo que signifique?
Chenta Tsai Tseng se despide como columnista de EL PA?S tras casi dos a?os y medio. Puedes seguir a Chenta en Instagram y escucharle en Spotify. Su pr¨®ximo concierto en Madrid ser¨¢ el 28 de marzo en el festival Brillan. Aqu¨ª la lista para revisitar todas sus columnas.
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