El turno de cuatro d¨ªas de ¡®Jota¡¯ en el metro
El suburbano fue la ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n que sobrevivi¨® al colapso. La noche del viernes sirvi¨® para transportar polic¨ªas, sanitarios y rescatar viajeros
¡ª Jota, tenemos un problema.
¡ª ?Qu¨¦ pasa?
¡ª Tenemos tres personas atrapadas en un ascensor y los bomberos no pueden venir.
¡ª Ya vamos.
Jes¨²s Javier Caballero, conocido en el metro como Jota, estaba en la estaci¨®n de Moncloa el pasado viernes. Ajeno a lo que Filomena desataba sobre el asfalto, este funcionario del suburbano observaba bajo tierra lo que suced¨ªa en las 18 paradas de su l¨ªnea a trav¨¦s de las pantallas. De repente, recibi¨® una llamada de un compa?ero que estaba en la estaci¨®n de Plaza de Espa?a a las 20.45. Tres viajeros estaban atrapados. Jota llam¨® a su jefe, baj¨® al and¨¦n y se subi¨® en el primer Metro que vino. El rescate ya estaba en marcha. Al llegar, le explicaron lo que estaba sucediendo en las calles de Madrid. ¡°Madre m¨ªa cuando sal¨ª¡±, cuenta ¨¦l mismo por tel¨¦fono. ¡°Y cuando ya me enter¨¦ de que Renfe suspendi¨® los cercan¨ªas dije: ¡®Hostias, hostias¡¯¡±. Se dio cuenta de que bajo tierra estaba mejor.
Su misi¨®n no hab¨ªa terminado. En el ascensor estaban retenidos dos hombres y una mujer de entre 20 y 45. El caos en Madrid ya era una realidad. Los bomberos no pod¨ªan desplazarse porque tampoco era una gran emergencia al uso. Sucede a menudo. El tiempo de espera, eso s¨ª, era distinto. Los viajeros fueron pacientes. No se conoc¨ªan de nada y acabaron siendo amigos. Madrid en estado puro. Tampoco pudo ir nadie de la empresa de ascensores. Los atascos estaban ya en su punto ¨¢lgido y Filomena no permiti¨® recovecos por ning¨²n lado. Pero all¨ª estaba Jota. ¡°El ascensor, t¨¦cnicamente, digamos, estaba equilibrado¡±, explica, ¡°con esto quiero decir que ten¨ªamos un problema grave en el sentido t¨¦cnico. Es decir, que no se mov¨ªa ni para arriba ni para abajo¡±.
Los viajeros necesitaban algo m¨¢s de paciencia. La l¨®gica invita a pensar que, en este d¨ªa dan ins¨®lito, lo suyo hubiera sido escoger las escaleras y hacer algo de ejercicio. Pero para coger las escaleras tiene que haberlas. Y, en este punto de la estaci¨®n, no las hab¨ªa. ¡°Estamos hablando de un ascensor que sube ocho pisos¡±, cuenta Jota. Una hora despu¨¦s, ya estaban fuera. ¡°Los bomberos hubieran hecho lo mismo que nosotros porque este era un rescate normal¡±, se?ala.
Jota vive en Guadarrama, donde Filomena es una m¨¢s del pueblo. Baj¨® con su coche el viernes, aparc¨® en Ciudad Universitaria a las 18.00 y hasta este lunes no ha vuelto a dar un beso a sus dos hijos peque?os. Ha dado horas extras como si no hubiera un ma?ana. Ha trabajado viernes, s¨¢bado, domingo y lunes. Ha dormido en un hotel. Y no ha sido el ¨²nico. En las oficinas de Metro alucinan con la cantidad de llamadas que han tenido de trabajadores voluntarios. Cientos y cientos se han ofrecido para suplir las bajas de los compa?eros que no han podido llegar a sus puestos.
¡°Este episodio nos ha sobrepasado a todos¡±, cuenta por tel¨¦fono el consejero de Transportes y expresidente de la Comunidad de Madrid, ?ngel Garrido. ¡°Nunca pens¨¢bamos que la superficie fuera a quedar bloqueada¡±. La madrugada del viernes fue muy el¨¦ctrica en los grandes despachos del suburbano. Hab¨ªa que tomar decisiones en cuesti¨®n de segundos. Acordaron no guardar los trenes en los garajes. Una idea clave que evit¨® que los funcionarios del d¨ªa siguiente tuvieran que desplazarse hasta all¨ª, como siempre.
¡°Aunque se ha dicho que el viernes est¨¢bamos cerrados¡±, cuenta la consejera delegada del Metro, Silvia Rold¨¢n, ¡°en realidad estuvimos algo operativos, pero solo para emergencias¡±. Funcionaron todas las l¨ªneas, pero solo para servicios especiales. Nada de viajeros. Se subieron sanitarios, polic¨ªas, 300 pasajeros que ven¨ªan de un tren de Albacete con retraso y llegaron a Atocha a las cuatro de la madrugada. Y tambi¨¦n los miles de viajeros que se quedaron atrapados en Barajas ante la cancelaci¨®n de todos los vuelos. Por primera vez en su historia, el Metro ha sido la ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n de Madrid.
Al d¨ªa siguiente, se orden¨® que ten¨ªa que abrir las 24 horas para todos, era la segunda vez que suced¨ªa en m¨¢s de 100 a?os. La ¨²ltima fue en 2007 con el D¨ªa Mundial del Orgullo. Esa noche funcionaron 52 trenes entre las 2.00 y las 6.00 de la ma?ana. Dieron transporte a 3.860 viajeros, la mayor¨ªa sanitarios. Y 387.000 a lo largo del d¨ªa, la mitad que el s¨¢bado anterior. El domingo, que tampoco hubo descanso, saltaron el pie entre el coche y and¨¦n 387.000 madrile?os, la mitad que la pasada semana. ¡°Estamos teniendo datos normales¡±, cuenta la consejera delegada del Metro.
?Cu¨¢ndo dejar¨¢ de funcionar las 24 horas? De momento, esta decisi¨®n se toma en el d¨ªa. ¡°La colaboraci¨®n entre todas las administraciones ha sido muy buena y tengo que decirlo¡±, insiste la consejera. Durante estos d¨ªas de fr¨ªo tambi¨¦n se habilitaron cinco intercambiadores para habilitar espacios a ciudadanos que no ten¨ªa donde pasar la noche. Han acudido 110, seg¨²n sus datos. Samur Social, el servicio de atenci¨®n municipal para emergencias sociales, tambi¨¦n dio refugio a 24 sintechos en las estaciones de ?pera, Tirso de Molina y Estaci¨®n del Arte.
Jota, el funcionario del Metro que logr¨® rescatar del ascensor a los tres viajeros, tambi¨¦n hizo de maquinista el s¨¢bado, el domingo y el lunes. A su casa, en la sierra, regres¨® ayer en autob¨²s cerca de las 14.00 de la tarde. Su coche a¨²n sigue rodeado de nieve. ¡°A saber cu¨¢ndo lo puedo mover porque en donde lo dej¨¦ no entra un quitanieves¡±. Dice que el viernes termin¨® de trabajar a las 2.15 de la ma?ana y se fue a un hotel, muy cerca de La Moncloa. A las 5.40 de la madrugada su m¨®vil empez¨® a sonar de nuevo: ¡°Jota, te necesito, los compa?eros no pueden llegar por el temporal¡±. Y su respuesta fue la misma que utiliz¨® para el rescate de los tres viajeros del ascensor: ¡°No te preocupes. Ya voy¡±.
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