Elegir Madrid
?Elegiste t¨² el lugar en el que vives o lo eligi¨® la falta de oportunidades del lugar en el que naciste?
Elegir el lugar en el que vives es un privilegio. Y no me refiero simplemente a elegir entre si vives en Lavapi¨¦s o en Retiro; en un piso compartido o en un chalet con piscina; en una buhardilla con ventanas al azul del cielo o en un ¨¢tico con una terraza de 360 grados como el que se acaba de comprar Messi en Miami. Que tambi¨¦n. Me refiero a que elegir la ciudad en la que vives es un privilegio. Existe el concepto (o al menos exist¨ªa el concepto) de que todos tenemos libertad de movimiento. De que podemos un d¨ªa coger, meter tres cosas en una maleta de mano y largarnos a donde fuera. Mudarnos a Barcelona porque nos encanta Sant Jordi y los quioscos de flores de la Rambla o mudarnos a Par¨ªs porque solo queremos desayunar pain au chocolat crujientes y reci¨¦n hechos cada ma?ana. Podemos pretender que tenemos el derecho, la voluntad, el deber moral de vivir en el sitio que m¨¢s nos gusta del mundo y del que estamos profundamente enamorados. Pero no tenemos ese derecho, algunos tienen ese privilegio.
En la mayor¨ªa de las ocasiones ocurre lo siguiente: naces en un pueblo o en una ciudad de provincias; durante toda tu adolescencia te repites que un d¨ªa coger¨¢s la maleta y te ir¨¢s; llegas a la universidad con la esperanza de que las becas o tus padres puedan costearte estudiar ¡°fuera¡±; acabas la universidad y llega el momento en el que descubres que esa carrerita que hiciste, pongamos que periodismo o arquitectura, solo la podr¨¢s ejercer en una gran ciudad as¨ª que te tienes que quedar o te tienes que mudar si tus padres no pudieron pagarte la experiencia de licenciarte en Madrid o Barcelona o Roma o Londres. ?Elegiste t¨² el lugar en el que vives o lo eligi¨® la falta de oportunidades del lugar en el que naciste? Al final del d¨ªa, la gente se muda por estudios, trabajo o amor. Los m¨¢s desdichados se van para no pasar hambre pero entonces cambiamos el verbo mudar por el de emigrar.
A pesar del aire contaminado, los atascos, los precios y la hostilidad propia de las grandes capitales, a Madrid vienen gentes de todas partes.
El c¨®mico Jorge Ponce dijo la semana pasada que ¡°en Madrid se vive bien porque apenas tienes que destinar el 90% de tu sueldo a la vivienda¡±. Es una exageraci¨®n que, si nada cambia, dejar¨¢ de ser una exageraci¨®n. Y a pesar de todo, a pesar del aire contaminado, los atascos, los precios y la hostilidad propia de las grandes capitales, a Madrid vienen gentes de todas partes. Chinos, alemanes, italianos, cameruneses conviven con murcianos, extreme?os, gallegos o andaluces. Tambi¨¦n con madrile?os, que los hay, aunque todav¨ªa no tengo muy claro cu¨¢nto hay que escarbar en las ra¨ªces del ¨¢rbol geneal¨®gico para descubrir que ni los madrile?os son de Madrid. Seg¨²n el cineasta Rodrigo Sorogoyen, si hay algo que define la identidad de Madrid es que no tiene identidad. O dicho de otra forma: tiene todas las identidades.
As¨ª que si no tuvieron el privilegio de elegir el lugar en el que viven, al menos les queda el derecho de elegir ma?ana c¨®mo quieren que sea los pr¨®ximos cuatro a?os.
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