China rescata al bar espa?ol
Hay que estar siempre en contra de ese interiorismo que hace met¨¢stasis por bares, ¨®pticas o panader¨ªas y agradecer a quienes mantienen nuestros baretos reconocibles para la parroquia
T¨² le das a uno nacido en Espa?a un bar, un bareto, un bar tradicional, un grasabar, y lo destroza: le saca las paredes de ladrillo visto, le pone la bombilla vintage, la mesa larga de madera, en esa especie de modernidad cl¨®nica y cateta. En estos tiempos turbulentos que nos ha tocado vivir hay que estar siempre en contra del fascismo y de ese interiorismo que hace met¨¢stasis por bares, ¨®pticas, panader¨ªas o florister¨ªas, todo igual, de modo que ya no sabes si pedir un Cola Cao o unas gafas para la presbicia.
Un ejemplo es el c¨¦lebre bar El Palentino, en Malasa?a, que de ser un hito ciudadano se ¡°moderniz¨®¡± y cay¨® en la irrelevancia de un barrio cada vez m¨¢s irrelevante. Una excepci¨®n admirable es la del m¨ªtico bar Melo¡¯s, famoso en Lavapi¨¦s y el mundo por sus croquetas c¨®smicas y sus contundentes zapatillas: los chavales de la nueva direcci¨®n no han cambiado un ¨¢pice el local, en su adorable cutrez, y ah¨ª lo tienen, lleno hasta la bandera y sin pijadas hipster (pleonasmo).
Imagino a un alto mando del Partido Comunista de China (PCCh) poniendo chinchetas sobre un gran plano de Madrid en la pared de un oscuro despacho en Beijing, dirigiendo esta gran operaci¨®n para devolvernos a los madrile?os nuestros bares
De igual manera, t¨² le das a uno nacido en China un bar, un bareto, un bar tradicional espa?ol y lo mantiene tal cual, reconocible para la parroquia, para el vecindario, incluso mezclando el s¨¢ndwich mixto con el arroz tres delicias o el pollo al lim¨®n. As¨ª las tabernas siguen siendo lo que tienen que ser, centros sociales donde transcurre la vida y no meros despachos de comida y de bebida. No se ahuyenta a la anciana, al se?or-que-baja-al-bar, a la chavaler¨ªa, al migrante, al que vende la loter¨ªa, a la gente que necesita un lugar donde socializar en un pa¨ªs tan poco asociativo como Espa?a, donde parece que la ¨²nica forma de relaci¨®n con los dem¨¢s implica comparecer en los garitos.
Sabemos que China se est¨¢ comiendo el mundo, por ejemplo, con grandes inversiones en pa¨ªses africanos; en Espa?a, adem¨¢s, est¨¢ llevando a cabo este rescate masivo del grasabar, fomentando de paso el di¨¢logo intercultural a ambos lados de la barra. Una de las mejores tortillas de patata que he probado en Madrid la sirven en el bar La Amistad, regentado por chinos en Arganzuela. Imagino a un alto mando del Partido Comunista de China (PCCh) poniendo chinchetas sobre un gran plano de Madrid en la pared de un oscuro despacho en Beijing, dirigiendo esta gran operaci¨®n para devolvernos a los madrile?os nuestros bares, que caen sin remedio en las sucias garras de la mo?er¨ªa del batido smoothie.
Ahora ha cerrado sus puertas el caf¨¦ Barbieri, un vetusto cafet¨®n de aspecto decimon¨®nico que resiste cerca de la plaza de Lavapi¨¦s desde 1902. Esperemos que cuando vuelva a abrirlas siga siendo el caf¨¦ Barbieri y no lo conviertan en algo horrendo. Yo invoco desde aqu¨ª al gigante asi¨¢tico para que vele por nosotros tambi¨¦n en este caso.
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