Adoquines dorados para tropezar con la memoria
Familiares de espa?oles deportados a campos de concentraci¨®n nazis colocan piedras con una breve biograf¨ªa frente a los domicilios que ocuparon en la capital
Familiares de republicanos deportados a campos de concentraci¨®n nazis han colocado este viernes frente a sus antiguos domicilios del barrio de Tetu¨¢n ocho adoquines dorados en su honor. Se llaman Stolpersteine, en alem¨¢n, piedra para tropezar, y comenzaron a colocarse en Berl¨ªn en 1992. Fueron dise?adas por el artista G¨¹nter Demming para homenajear a sus vecinos fallecidos entre 1933 y 1945, pero empezaron a pedirle adoquines para colocar en otras ciudades alemanas y se han extendido por m¨¢s de 20 pa¨ªses, como r¨¦plicas de un peque?o monumento ¡ªhay m¨¢s de 75.000 colocadas¡ª de apenas dos kilos de peso. Al principio eran an¨®nimas y con el tiempo incluyeron el nombre de las v¨ªctimas y una breve biograf¨ªa. En Berl¨ªn hay cerca de 8.500. En Madrid, de momento, 16, y 35 a la espera del permiso pertinente, como ha explicado Jes¨²s Rodr¨ªguez, miembro del grupo de Familiares y Amigos de Deportados. Han pagado a escote cada uno de los adoquines. El Ayuntamiento les ha dado autorizaci¨®n para colocarlos, pero ninguna ayuda econ¨®mica.
Pilar Astorga vio emocionada c¨®mo los operarios municipales colocaban el adoqu¨ªn en recuerdo de su t¨ªo, Andr¨¦s Astorga, fallecido en el campo de Watensted-Neuengamme el 13 de marzo de 1945, muy poco antes de que terminara la II Guerra Mundial. ¡°Viv¨ªa aqu¨ª, en la calle Juan Pantoja. Se fue a defender la Rep¨²blilca y ya no volvi¨®¡±, relata. Con el tiempo supieron que hab¨ªa huido a Francia y que hab¨ªa terminado en un campo de concentraci¨®n. ¡°Yo esto lo hago por mi padre, que ten¨ªa siete a?os menos que mi t¨ªo, solo 14 cuando se march¨®. La ¨²nica foto suya que tenemos la llevaba siempre consigo, en la cartera, pero cuando le pregunt¨¢bamos por el t¨ªo se pon¨ªa a llorar. Se pasaba el d¨ªa llorando. Nos enteramos de que hab¨ªa muerto en el campo por un reportaje en EL PA?S Semanal que hablaba de un libro de Benito Bermejo con los nombres de todos los espa?oles que hab¨ªan sido deportados. Consegu¨ª el libro y all¨ª estaba el nombre de mi t¨ªo. Ten¨ªa solo 30 a?os cuando muri¨®, de tuberculosis¡±.
Marcar un gol en el infierno
A unos pocos metros, otro adoqu¨ªn dorado recuerda a Saturnino Navazo. Era de un peque?o pueblo de Burgos, Hinojar del Rey, pero cuando cumpli¨® siete a?os su familia se traslad¨® a Madrid, a la que hoy es la calle de don Quijote, donde naci¨® su hermano menor, Santiago. En el censo figuraba como jornalero, pero lo que mejor se le daba era el f¨²tbol ¡ªjug¨® en el Deportivo Nacional¡ª y fue esa habilidad la que a?os m¨¢s tarde le salvar¨ªa la vida en Mauthausen. Afiliado al PSOE, particip¨® durante la Guerra Civil en los combates de los frentes de Levante y Catalu?a. De all¨ª pas¨® a Francia y en 1941 fue deportado al campo de concentraci¨®n. Al principio le destinaron a la cantera, donde perdi¨® un dedo en un accidente. Un d¨ªa decidi¨® organizar un partido de f¨²tbol en el infierno de Mauthausen. Los SS, que se aburr¨ªan, celebraron la iniciativa, organizaron una especie de liga y enviaron a los participantes a destinos menos duros que la cantera, como la cocina, lo que les permit¨ªa alimentarse mejor. El 5 de mayo de 1945, cuando el campo fue liberado, Navazo segu¨ªa vivo, pero ya no estaba solo. Le acompa?aba un ni?o, Siegfried Meir, que hab¨ªa llegado al campo con solo 11 a?os procedente de Auschwitz, donde hab¨ªan muerto sus padres. Navazo lo adopt¨® como hijo suyo. En 2015, Meir, de 81 a?os, relataba a EL PA?S: ¡°A ¨¦l el f¨²tbol le salv¨® la vida y a mi, Navazo me la dio. Si no se hubiera quedado conmigo, habr¨ªa acabado en la c¨¢rcel¡±. Meir falleci¨® en 2020.
En la calle de Topete, Enrique Urraca, sobrino de Diego Urraca, deportado a Mauthausen, ley¨®, ante el adoqu¨ªn dorado de Luis Garc¨ªa Manzano, compa?ero en el campo de concentraci¨®n, su biograf¨ªa. ¡°Fue ordenanza del director de la Escuela de Oficiales del quinto Cuerpo del Ej¨¦rcito. Cruz¨® la frontera con sus camaradas de lucha. Quer¨ªan llegar a Perpignan, pero fueron arrestados y llevados a Argeles. Del 25 de junio de 1940 hasta el 13 de febrero de 1941 estuvo en diferentes campos de trabajo en Austria, siendo deportado a Mauthausen el 19 de diciembre de 1941 en uno de los ¨²ltimos grandes convoyes de republicanos espa?oles. En el campo fue miembro de la organizaci¨®n clandestina de resistencia y en el a?o 1943 cre¨® una peque?a orquesta. Tras recuperar un poco su salud, despu¨¦s de la liberaci¨®n, se instal¨® en Lot-et-Garonne, donde trabaj¨® como le?ador cuatro o cinco a?os, hasta que fue Par¨ªs para aprender el oficio de pintor. Dentro del Partido Comunista conoci¨® a Margarita, que m¨¢s tarde ser¨ªa su esposa. Tuvieron dos hijos, Marie Lou y Jojo.Ya jubilados se instalaron en Perpignan donde continuaron dando charlas en institutos para que los j¨®venes conociesen el horror de lo sufrido en los campos de concentraci¨®n. Falleci¨® el 9 de febrero de 1999, de una enfermedad pulmonar, secuela de las enfermedades contra¨ªdas en el campo de Mauthausen¡±.
En la calle de Jos¨¦ Calvo se instal¨® la piedra en memoria de Jos¨¦ Perlado Caama?o, nacido en 1916, deportado a Mauthausen en 1940, del que logr¨® salir con vida. En la calle La Coru?a qued¨® el adoqu¨ªn dorado de ?ngel Melchor Landeta, fallecido en el campo de Gusen en 1943. Le pusieron Melchor porque naci¨® el d¨ªa de Reyes. Sus sobrinos sab¨ªan poco de ¨¦l, solo las historias que le contaba su abuela de lo que a su vez le hab¨ªa contado su madre. Durante la guerra hab¨ªa trabajado como guardaespaldas de algunos pol¨ªticos locales de Madrid. Tras exiliarse, como muchos otros republicanos, fue deportado desde Angulema en agosto de 1940 en el primer convoy de civiles espa?oles.
Finalmente, en el n¨²mero 193 de la calle de Bravo Murillo, se colocaron tres adoquines dorados en recuerdo de Mar¨ªa Gisbert, C¨¦sar Santos Moreno y Gaspar Santos Gisbert, miembros de la misma familia. La primera fue deportada en 1944 en el ¡°tren fantasma¡± al campo de Dachau. El segundo, deportado en el mismo tren, pas¨® tambi¨¦n por Mauthausen y el tercero, termin¨® en Buchenwald. Los tres fueron liberados.
Cerca de 9.000 espa?oles fueron deportados a campos nazis desde Francia entre 1940 y 1944 y de ellos, 5.258 no lograron salir con vida.
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