¡®And I feel fine¡¯
En alg¨²n momento nos cansamos de aplaudir a los sanitarios y necesit¨¢bamos volver al mundo tal como lo conoc¨ªamos
Tres veces en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas nos han anunciado que el mundo ya no volver¨ªa a ser igual. El vaticinio no proven¨ªa de charlatanes o predicadores del m¨¢s all¨¢, sino de grandes pol¨ªticos, de acad¨¦micos eminentes, de pensadores acostumbrados a escarbar en lo m¨¢s profundo. El mundo que conoc¨ªamos, nos dijeron, se hab¨ªa derrumbado junto a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. En otro septiembre de siete a?os m¨¢s tarde, el mundo volvi¨® a desplomarse con la centenaria historia de Lehman Brothers, un gigante de las finanzas. Y en un marzo muy reciente, el mundo se hundi¨® de nuevo bajo nuestros pies cuando el virus emigrado de Oriente arrib¨® a los ¨²ltimos confines de Occidente. Las tres veces se revivi¨® la vieja canci¨®n de REM: It¡¯s the end of the world as we know it (and I feel fine), es el fin del mundo tal como lo conocemos (y yo me siento bien).
Para estar despe?¨¢ndose a cada poco, la verdad es que el mundo da bastantes muestras de resistencia. Uno tiende a desconfiar de ese prestigio que ha adquirido lo apocal¨ªptico en la cultura de nuestro tiempo, desde las m¨¢s rid¨ªculas series de zombis hasta la literatura filos¨®fica de mayores vuelos. Lo de la primavera de 2020 fue la apoteosis: no llev¨¢bamos ni dos semanas encerrados en casa y sabios de todo el planeta ya nos estaban dibujando el nuevo mundo que surgir¨ªa tras el fin del mundo tal como lo conoc¨ªamos (y nosotros nos sent¨ªamos fatal). Algunos hasta publicaron obra nueva sin esperar a que abriesen las librer¨ªas.
No vamos a negar las enormes consecuencias de la sobredosis de Historia que llevamos a cuestas, desde el auge del terrorismo isl¨¢mico a la crisis de los sistemas pol¨ªticos. Pero eso de inaugurar un mundo nuevo a cada poco es como una obsesi¨®n contempor¨¢nea. Si le hici¨¦semos caso a la publicidad, nuestra vida estar¨ªa dando un giro radical cada vez que lanzan el ¨²ltimo modelo de tel¨¦fono.
En esa literatura que sigue siempre a los cataclismos hist¨®ricos, suelen abundar los discursos morales, las c¨¦lebres ¡°lecciones que debemos aprender¡±. Visto desde ese aspecto, las inercias del mundo tampoco parece que hayan variado gran cosa. Tras el 11-S se dijo que era imprescindible solucionar el conflicto palestino y ya ven los telediarios estos d¨ªas. Tras 2008 hasta un conservador como Nicolas Sarkozy anunci¨® la refundaci¨®n del capitalismo y a¨²n estamos esperando.
Una de las ¡°lecciones que deb¨ªamos aprender¡± de la pandemia era la necesidad de reforzar los servicios sanitarios p¨²blicos. Y, en el caso de Madrid, pues qu¨¦ quieren que les diga: ah¨ª tienen los planes para atenci¨®n primaria este verano. Las urnas ya dejaron constancia de que nos hab¨ªamos cansado de aplaudir a los sanitarios y que ahora lo que dese¨¢bamos imperiosamente era salir de bares: el mundo tal como lo conoc¨ªamos (and I feel fine).
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