Todos llegaremos (con suerte)
Al fin y al cabo, los que estamos hoy delante, ma?ana caminaremos detr¨¢s
Hace un mes sal¨ª con unos amigos a hacer una ruta por los bares m¨¢s emblem¨¢ticos de Madrid. El grupo era muy interesante, ya que sus componentes oscilaban en un rango de edad entre 4 y 80 a?os. Lo que significa que mientras los unos requer¨ªan que los de 30 corri¨¦ramos detr¨¢s, con los otros ten¨ªamos que hacer peque?os altos en el camino para que no se cansaran ni se agobiaran.
Cuando me contaron el plan y me comentaron qui¨¦n se apuntaba me pareci¨® que ser¨ªa una experiencia bonita e interesante, porque, sin ser familia, todos, independientemente de la edad, hab¨ªan sentido que ten¨ªan cabida en una velada as¨ª y eso es maravilloso.
Nada m¨¢s salir del punto de encuentro ya vi claramente que cada cual iba haci¨¦ndose a su rol, los abuelos, pendientes de los peque?os, los peque?os pendientes de cualquier cosa que parezca potencialmente divertida y el grupo de en medio con un ojo delante y otro detr¨¢s, cuidando de sus predecesores y su descendencia.
Una de las cosas que m¨¢s cansan siendo padres es el continuo estado de alerta
No tardaron los abuelos en entrar en una tienda de juguetes a satisfacer los caprichos del m¨¢s peque?o, a pesar de que la madre dijo que no. Tampoco discuti¨®, esa batalla estaba perdida de antemano.
Una de las cosas que m¨¢s cansan siendo padres es el continuo estado de alerta, por eso Yo, desde que soy madre, tengo otro medidor de confianza, cuando quedas con amigos y sabes que puedes contar con sus ojos.
En uno de los locales, nos atiende un se?or mayor, con aspecto de mayor. Sus movimientos son lentos y pausados, lleva su uniforme blanco y negro y el local parece no tener sentido sin ?l.
?Un camarero de los de antes!, nos dice y su voz suena firme y orgullosa. Tiene un palique el caballero que le vende un peine a un calvo, un chascarrillo certero en el momento preciso.
Uno de los ni?os del grupo me pregunta discretamente ?por qu¨¦ sigue trabajando ese se?or mayor?
Yo le respondo que porque le gusta la gente y sobre todo, porque lo hace bien.
Escribo este texto desde un hostal humilde con un recepcionista de unos noventa a?os que se pasa el d¨ªa en la recepci¨®n viendo Beverly Hills, 90210, sensaci¨®n de vivir.
En esa tele en la que, por lo que sea, nunca aparece gente de su edad.
Le pido que me haga la factura, saca una calculadora solar en un sitio sin sol y se pone a aporrear las teclas, pienso en que le tengo que deletrear mi apellido, en que tengo prisa y la cosa tiene pinta de ir para largo.
?Es cosa de un minuto!, me dice.
Yo espero y sonr¨ªo.
A la media hora aparece un chico joven que le pide al se?or mayor que lo deje, se disculpa con nosotros y nos dice que el se?or est¨¢ all¨ª porque le ayuda.
Yo le pido que le deje acabar, que lo est¨¢ haciendo muy bien.
Al fin y al cabo, los que estamos hoy delante, ma?ana caminaremos detr¨¢s.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra nueva newsletter sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.