La vida en Puebla de la Sierra, uno de los primeros pueblos con inmunidad de reba?o: ¡°Esto es un lujo¡±
En este municipio, ubicado a 110 kil¨®metros de la Puerta del Sol, est¨¢n vacunados el 90% de sus vecinos. De los 73, casi uno de cada cuatro pas¨® la covid entre enero, febrero y marzo
El Rata, de voz sabinera, se cobija estas sofocantes ma?anas de verano en la silla de un mes¨®n a la sombra, como Dios manda. Sin prisas, con una camisa de cuadros de botones entreabierta, este charcutero en paro con perilla blanca de 57 a?os se pide a diario un caf¨¦ solo con hielo en la plaza mayor de Puebla de la Sierra, a 110 kil¨®metros de la Puerta del Sol. Dice que hace unos d¨ªas vio en la televisi¨®n una noticia que le levant¨® del asientos. ¡°?Han dicho que est¨¢ todo el pueblo vacunado y es mentira!¡±.
¨D?Y eso?
¨D Falto yo.
La inmunidad de reba?o ha llegado al municipio del Rata. De ahora en adelante, el asalto del bicho ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil. La alarma Pfizer est¨¢ instalada en casi todas las casas. De los 73 habitantes, el 90% ya tiene anticuerpos, seg¨²n confirma el alcalde, Aurelio Bravo. ¡°Estamos muy bien. Solo faltan El Rata y cuatro j¨®venes para llegar al 100%, que tienen cita la semana que viene¡±.
Puebla de la Sierra se llamaba hasta los a?os 40 Puebla de la Mujer Muerta. Una vieja leyenda cuenta que por estas calles correteaba una bella doncella que muri¨® de mal de amores cuando su caballero parti¨® hacia la guerra. El soldado, del que apenas se sabe, se olvid¨® de cumplir su promesa de volver a verla. La vecina no pudo soportarlo. Los mayores cuentan que se llamaba Selene, que estaba muy enamorada y que, en las noches de luna llena, a¨²n se despierta y zigzaguea por los rincones en busca de su amado. Carlos Ruiz, un regidor que tuvo el pueblo, decidi¨® hace 70 a?os borrar el rastro de la mujer muerta en Puebla de la Sierra. ?No le gustaba la historia? Quiz¨¢. El nuevo nombre, dicho sea, triunf¨®. Carlos Ruiz es el t¨ªtulo que lleva la plaza del Ayuntamiento.
El alcalde apuntala esta leyenda en una tasquita de los a?os 40 llena de azulejos con peque?os dichos populares: ¡°El d¨ªa que le¨ª que el alcohol era malo dej¨¦ de leer¡±. ¡°La vida nos ense?a a vivir a punto de morir. ?Qu¨¦ putada!¡±. El hombre del bast¨®n de mando dice que el coronavirus tard¨® casi un a?o en llamar a las puertas de este rinc¨®n madrile?o. Se col¨® sigiloso la pasada Nochevieja por una de las casas del centro. Unos vecinos hicieron una gran fiesta para dar la bienvenida a 2021. Entre ellos hab¨ªa un contagiado asintom¨¢tico que vino a comerse las doce uvas desde otro rinc¨®n de Espa?a. A los pocos d¨ªas, seis vecinos dieron positivo. Y a la semana siguiente, 18. Casi uno de cada cuatro habitantes se contagi¨®. ¡°Fue terror¨ªfico¡±, recuerda Filomena Fern¨¢ndez, otra vecina de 74 a?os que tambi¨¦n lo tuvo, aunque casi le hizo m¨¢s da?o una tormenta de aquellos meses. ¡°Bendito d¨ªa en el que le pusieron Filomena¡±, lamenta. El mazazo les lleg¨® en febrero. La covid les arrebat¨® en cuesti¨®n de d¨ªas a la teniente de alcalde: ¡°Era la mejor persona del pueblo¡±. Ten¨ªa 57 a?os.
Filomena regenta El Olvido, una tasquita que, adem¨¢s de bar, hace funciones de supermercado. Cuenta con las cosas que siempre se olvidan en los recados. Huevos, arroz, pasta, at¨²n, az¨²car, sal. ¡°La gente compra en el Mercadona de Madrid o en el pueblo de al lado¡±, explica, ¡°pero para no ir de nuevo, yo tengo las t¨ªpicas cosas del olvido¡±. De pronto, la conversaci¨®n entre el alcalde y Filomena se vuelve hacia El Rata.
¨DDice que no se ha vacunado.
¨D Igual tiene miedo.
¡ª M¨¢s miedo tiene que tener si le pilla la covid.
¡ª?Se ha negado alguien a pon¨¦rsela?
¨D Que sepamos no.
Filomena es m¨¢s clara: ¡°Cada uno en su casa hace lo que quiere, pero en el n¨²cleo vacunado m¨¢s importante del pueblo estamos todos, salvo El Rata y los j¨®venes¡±. El Rata, que se llama ?ngel Duque, cuenta que su mote viene desde tiempos remotos. Fue el dardo que le solt¨® un ¨¢spero jefe que tuvo durante una discusi¨®n en la charcuter¨ªa hace m¨¢s de 40 a?os. ¡°T¨² eres un rata¡±, le espet¨®. A los pocos d¨ªas, ?ngel se esfum¨® del vocabulario del pueblo. ¡°Buenos d¨ªas, Rata¡±. ¡°?Qu¨¦ tal, Rata?¡±. ¡°Ey, Rata¡±. Ley innata de la Espa?a rural.
En agosto el ruido ha vuelto a este lejano pueblo de la monta?a. Vuelven los hijos de los hijos que se fueron. Eugenio, de 76 a?os, ha regresado con su mujer de Barcelona y no se anda con historias. ¡°Me han sacado tres veces en el peri¨®dico y nunca ponen lo que yo digo¡±. El de los congelados vende m¨¢s en su mercadillo de los jueves. El frutero expone con m¨¢s esmero sus rojizos tomates el s¨¢bado. La fibra ¨®ptica lleg¨® gratis para todos en agosto del a?o pasado.
El ¨²ltimo vecino en empadronarse se present¨® hace menos de 15 d¨ªas. Es madrile?o, tiene 33 a?os y es herrero. ¡°Llevaba mucho tiempo con la idea de irme a un pueblo¡±, recuerda Juli¨¢n Fern¨¢ndez, de ojos claros y hombros de acero. Vino de turismo hace menos un mes y el alcalde, al verlo, le ense?¨® uno de los grandes encantos del pueblo: una fragua de piedra abandonada del siglo XV. Fern¨¢ndez, historiador de la Complutense, trabajaba en un garaje de Alcorc¨®n forjando espadas artesanales de esgrima. ¡°Hay mucha demanda. Sobre todo en internet. Tardo dos semanas en hacerlas y las vendo por 400 euros¡±.
El giro en su vida ha sido radical. Si hace un mes viv¨ªa en un pisito de 60 metros en Cuatro Caminos por 600 euros, ahora paga 250 por una casa entera en la sierra y sin prestar atenci¨®n a las incidencias acumuladas de los informativos. ¡°Aqu¨ª est¨¢ todo el pueblo vacunado. Ahora mismo estoy de lujo¡±. Ya tiene hasta mote: ¡°Buenos d¨ªas, herrero¡±, le dicen los vecinos. El pueblo tiene demanda. Unos uruguayos han creado un hostal con espacio para teletrabajar en la plaza. Todas las semanas reciben parejas que vienen a desconectar unos d¨ªas del jolgorio madrile?o.
En la calle, mientras tanto, hay ni?os que corretean con barras de pan. Mujeres tendiendo la ropa. Hombres arreglando chapuzas. Y turistas tomando cervezas como gatos panza arriba. B¨¢rbara Pacheco, de 45 a?os, vive en Par¨ªs desde hace ocho. Ha venido de visita junto a su marido franc¨¦s, sus tres hijos y unos amigos. ¡°Este ambiente para los cr¨ªos es incre¨ªble. La gente nos mira y escuchamos: ¡®Est¨¢n aqu¨ª los extranjeros¡¯. Los ni?os est¨¢n asalvajados. Tocan los perros de los vecinos y eso que mi hija no suele porque le dan miedo. Pon un pueblo en tu vida, que es maravilloso¡±. El Rata, por cierto, ten¨ªa cita este jueves a las 13.00 para vacunarse.
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