Vuelta al cole y contrabando
Hay centros que cambian de equipaci¨®n como si fueran equipos de f¨²tbol y no es el ¨²nico gasto de la cuesta de septiembre
Los besos salados despu¨¦s de compartir una bolsa de pipas. Cantar Nessun Dorma a grito pelado en el coche con tus padres. La bici. Las rodillas de mercromina. Ver a tu familia desplegarse en la playa como un ej¨¦rcito feliz, plantando la sombrilla como una bandera... Era bonito el verano. Quiz¨¢s, un poco largo. Los ¨²ltimos d¨ªas estabas deseando volver, ponerte unos zapatos, estrenar cuadernos y ofrecer una rueda de prensa a los amigos para ponerles al d¨ªa, con rigor (datos) y transparencia (fotos), de tus aventuras vacacionales. Pregunto inocentemente a mis amigas con hijos si los ni?os, que son muchos ¡ªafortunadamente para nuestras pensiones, la tasa de reproducci¨®n de mi pandilla es m¨¢s africana que europea¡ª, tienen ganas de volver al cole. El chat, una muestra demosc¨®pica casi perfecta, con representantes de varias comunidades, sigue echando humo tres d¨ªas despu¨¦s.
Resulta que hay colegios concertados que cambian de equipaci¨®n como si fueran equipos de f¨²tbol para vender m¨¢s uniformes. El ribete rojo ahora es naranja; el escudo de la izquierda ahora va a la derecha. Son cambios pr¨¢cticamente imperceptibles al ojo humano, salvo para el ojo humano de ni?o, que por supuesto quiere la ¨²ltima versi¨®n y odia heredar. Nos planteamos desafiar al sistema y mantener el uniforme de la temporada anterior, pero somos un mar de dudas y remordimientos ¡ª ¡°?Y si les hacen una foto de grupo? ?Va a ser mi hijo el ¨²nico con el uniforme antiguo?¡± ¡ªantiguo = dos temporadas¡ª.
Buscamos opciones. Alguien dice que existen ¡°unos sitios¡± donde venden escudos de los colegios y que ¡°hay gente¡± que los cose a ¡°polos no reglamentarios¡±, pero ¡°que dan el pego¡±. La diferencia puede ser de 40 a 15 euros. Decidimos investigar para averiguar d¨®nde est¨¢n. Alguien sugiere que lo mejor es encontrar primero a un antiguo cliente para que ¡°los falsificadores¡± no desconf¨ªen. Prometemos, en caso de localizarlos, compartir la ubicaci¨®n solo con los seres m¨¢s queridos para evitar redadas por exceso de popularidad.
En el chat tambi¨¦n descubro que no en todos los centros funcionan los bancos de libros de texto y que las editoriales siguen haciendo, y muchos profesores eligiendo, los que hay que rellenar, no solo leer, en lugar de fichas. Algunas de mis amigas intentan borrar los ejercicios que ha hecho uno de sus hijos para que el libro sirva para otro de ellos. Nos parece un plan maestro, pero sale mal. Al borrar con ¨ªmpetu ¡ªno queremos que el peque?o haga trampas al intuir las respuestas del mayor¡ª la hoja se rompe. Investigamos m¨¢s. Una de mis amigas recuerda que ¡°alguien¡± le dijo que lo que mejor funciona es ¡°la miga de pan¡±. Desmigamos, borramos. Conclusi¨®n: ¡°alguien¡± miente.
Les pido que hagan cuentas. Es una barbaridad de dinero y en plena pandemia, cuando casi todos los oficios han perdido ingresos. Los gastos de la vuelta al cole se multiplican proporcionalmente al n¨²mero de hijos. Y todo, en un pa¨ªs donde lo ¨²ltimo que sobra son ni?os. Algo estamos haciendo mal.
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