Para Justa Freire
La maestra republicana a la que Mill¨¢n Astray acaba de arrebatar una calle sali¨® de un peque?o pueblo de Zamora para revolucionar la ense?anza gracias al esfuerzo de una familia donde solo quedaban las mujeres
Justa Freire nace en un pueblo de Zamora, Moraleja del Vino, en 1896. Es la cuarta hija de Justa M¨¦ndez y Arturo Freire, un jornalero que desaparecer¨¢ pronto de sus vidas. Como explica la historiadora Mar¨ªa del Mar del Pozo, autora de una exhaustiva biograf¨ªa (Justa Freire o la pasi¨®n de educar. Editorial Octaedro), al llevar a?os sin noticias de ¨¦l, solicitan la llamada declaraci¨®n de ausencia y el juzgado la certifica. Los abuelos han muerto y los hermanos se van a Buenos Aires. Est¨¢n solas, pero la ni?a ha mostrado una inteligencia fuera de lo com¨²n y, con el enorme esfuerzo de una familia humilde donde solo quedan las mujeres, Justa Freire sale de su pueblo para estudiar magisterio. No solo quer¨ªa ense?ar, quer¨ªa cambiar la forma de hacerlo.
Pronto es reclutada para un experimento en Madrid, el Grupo Escolar Cervantes, que busca cambiar vidas a trav¨¦s de la educaci¨®n. La mayor¨ªa de alumnos son pobres y el objetivo es darles las herramientas necesarias, m¨¢s all¨¢ de la lengua o las matem¨¢ticas, para subir en el escalaf¨®n. En el documental Qu¨¦ es Espa?a, grabado en 1929 por un grupo de intelectuales espa?oles para difundir el progreso del pa¨ªs, Freire mostrar¨¢ el m¨¦todo del centro. La maestra republicana participa en congresos europeos para compartir su experiencia y aprender de la de otros pa¨ªses. Realiza esos viajes en sus vacaciones. Pasa en el centro todo el d¨ªa. ¡°La ense?anza¡±, explica Del Pozo, ¡°es su vida¡±.
Y estalla la Guerra Civil.
En julio de 1936, Freire abre el colegio para acoger a ni?os en medio del caos. Les dan comida, leen cuentos, los distraen. El curso se reanuda, y la maestra describe en su diario el horror de las clases bajo los bombardeos y sin calefacci¨®n. Cuando la Rep¨²blica empieza a evacuar a los ni?os, cierra su centro, que va a ser ocupado por el Ej¨¦rcito, y se desplaza a Valencia para supervisar las colonias escolares. En abril de 1939 los peri¨®dicos publican nombres de maestros que han sido apartados del servicio. Freire encabeza una de las listas. En mayo la detienen. La ha denunciado un compa?ero por ense?ar a los ni?os ¡°una canci¨®n rusa¡± y ¡°levantar el pu?o¡±. Ella lo niega, pero es condenada a siete a?os de c¨¢rcel ¡ªhab¨ªan llegado a pedir hasta 20¡ª por ¡°auxilio a la rebeli¨®n¡±.
En la c¨¢rcel de Ventas ayuda en las clases organizadas para ense?ar a leer y a escribir a las presas que no saben hacerlo y monta un coro para que sus compa?eras, hambrientas y hacinadas, aprendan tambi¨¦n a resistir. Al abandonar la c¨¢rcel, acoge en la casa que hab¨ªa comprado antes de la guerra a una amiga suya cuyo marido sigue preso y a los dos hijos del matrimonio. Para ganar algo de dinero da clases particulares. Del Pozo descubre en su investigaci¨®n que entre sus alumnos hay hijos de cargos franquistas ¡°porque era la mejor¡±.
El pasado 24 de agosto perdi¨® la calle que llevaba su nombre en el distrito de La Latina. Se la quit¨® Mill¨¢n Astray, el general franquista al que se atribuye la frase ?muera la inteligencia!¡±, ayudado por una fundaci¨®n cuya raz¨®n de ser es elogiar a un dictador, y por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que estim¨® su recurso.
En el callejero, el mapa de nombres con el que cada ciudad transmite a las siguientes generaciones los ejemplos de figuras y hechos que merecen ser recordados, Madrid ha borrado el de una maestra republicana que dedic¨® su vida a achicar las desigualdades a trav¨¦s de la educaci¨®n. Sirva este humilde espacio para recordar su proeza y agradecer su sacrificio.
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