Una hermosa mujer
El espect¨¢culo floral de la belladona acompa?a con sus colores al desenlace del est¨ªo
En este final del verano hay plantas que parecen renovarse ante la llamada del oto?o, desde las mismas entra?as de la tierra. El espect¨¢culo floral de la belladona (Amaryllis belladonna) acompa?a con sus colores al desenlace del est¨ªo. Quienes paseen estos d¨ªas por las inmediaciones de la escalera principal del estanque de Linneo, en el Real Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid, no quedar¨¢n indiferentes a los rosas de la belladona.
Esta especie proviene del cabo de Buena Esperanza, en el sur de ?frica, un lugar privilegiado en t¨¦rminos bot¨¢nicos. Esto es debido a que alberga una grand¨ªsima cantidad de especies que ¨²nicamente crecen en este rinc¨®n del planeta. Muchas, adem¨¢s, generan unas floraciones de lo m¨¢s pintoresco. Nuestra belladona se encuentra en las zonas rocosas y preferiblemente costeras del fynbos, la comunidad vegetal que all¨ª prospera. Es una vegetaci¨®n adaptada a los fuegos, tal y como ocurre en muchas zonas de la pen¨ªnsula ib¨¦rica. No en vano, tambi¨¦n en esta regi¨®n africana impera el clima mediterr¨¢neo. Cuando un incendio arrasa el h¨¢bitat de la belladona, despu¨¦s florece prol¨ªficamente, liberada de la competencia con otras plantas.
Su ciclo anual es un poco diferente a lo que estamos acostumbrados. La floraci¨®n ocurre justamente ahora, saliendo directamente de sus bulbos, que son esos ¨®rganos subterr¨¢neos de reserva id¨¦nticos a una cebolla. Pero no encontraremos sus hojas. En estos momentos solo veremos sus tallos florales, que pueden llegar a medir algo m¨¢s de medio metro. Ser¨¢ despu¨¦s, en unas pocas semanas, cuando reaparecer¨¢n sus hojas, que se mantendr¨¢n durante el invierno y la primavera, para despu¨¦s desaparecer por completo. De esta forma, solo conserva su parte a¨¦rea en el periodo del a?o donde hay mayor cantidad de lluvias. Se trata, por lo tanto, de una planta histeranta, que son aquellas que producen hojas solamente despu¨¦s de la floraci¨®n.
Sus flores se suelen orientar mirando al sol, como si no quisieran perderse ni uno solo de sus rayos. Normalmente lucen un color blanco y rosado, en toda una posible y amplia gama tonal. Aunque tambi¨¦n se encuentran flores totalmente blanquecinas o de color crema, con la garganta amarilla. Cada vara porta desde dos hasta una docena de capullos, que una vez abiertos perfumar¨¢n el aire con su fragancia.
Recibe otros nombres populares, como el de azucena de Santa Paula o azucena rosa, aunque estos nombres nos remitan a un g¨¦nero de plantas de otra familia que no tiene nada que ver con la belladona, m¨¢s que en apariencia: Lilium. Como esas azucenas, tambi¨¦n la belladona es una candidata perfecta para usar como flor cortada. De hecho, as¨ª nos lo cuenta Patrick Linon. Este profesor de primaria recuerda que sol¨ªa ver a una mujer vendiendo unas llamativas flores rosas en el mercado de su pueblo franc¨¦s, cuando era peque?o. Ya de adulto, e instalado en Madrid, volvi¨® a reencontrarse con esa misma flor. Pero, esta vez, no hall¨® sus flores cortadas dentro de un cubo con agua, sino que crec¨ªan desde la misma tierra en el Real Jard¨ªn Bot¨¢nico, all¨¢ por el a?o 2003. Tiempo despu¨¦s, enlaz¨® esta planta con su Occitania natal gracias a un viaje. Relata que ¡°estaba en un mercadillo en Santiago de Chile, y all¨ª hab¨ªa una se?ora que vend¨ªa bulbos de belladona. Compr¨¦ un par y los llev¨¦ a la casa de mis padres en Francia¡±. Ahora han podido florecer en aquel jard¨ªn, y ha cerrado un c¨ªrculo de afinidad con esta especie.
Aunque es una planta que adora tener espacio en la tierra para extenderse a lo ancho, tambi¨¦n la podemos cultivar en un macet¨®n sin problema. Jes¨²s Bravo, que, como Patrick, tambi¨¦n es profesor de primaria, cuida de ellas tanto en macetas como en el jard¨ªn familiar. Desde Tenerife menciona c¨®mo llegaron las azucenas rosadas, como all¨ª las llaman, a ornamentar sus d¨ªas: ¡°hace m¨¢s de veinte a?os, cortando ca?as del barranco de detr¨¢s de la casa, me encontr¨¦ con varias plantas de belladona florecida. Cog¨ª varios de sus bulbos. Mi madre Carmen siempre dec¨ªa que florec¨ªa all¨ª¡±, as¨ª que, desde entonces, se sigue extendiendo tambi¨¦n por su vergel.
Para disfrutar de la compa?¨ªa de esta planta debemos procurarle unos cuidados muy b¨¢sicos y sencillos: sol, al menos durante una parte del d¨ªa; una tierra o un sustrato f¨¦rtil, muy drenante (con un buen porcentaje de arena de r¨ªo mezclada), y un abonado con materia org¨¢nica, como compost o guano. La plantaci¨®n de sus bulbos ha de respetar la premisa de no enterrar su cuello, dej¨¢ndolo justo a ras del suelo o ligeramente por encima. Y, aunque no le guste el fr¨ªo excesivo, hemos podido comprobar como este a?o de Filomena ha sobrellevado aquella bajada de temperatura tan impactante. Ahora, en cambio, observa con sus campanas rosadas c¨®mo todas las plantas descansan del calor que sufrieron este verano, que se apaga lentamente.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.