La vida invisible de Noelia de Mingo bajo custodia en El Molar
La doctora que mat¨® en 2003 a tres personas viv¨ªa con su madre octogenaria en el pueblo madrile?o desde que qued¨® en libertad y apenas hablaba con sus vecinos
Cada ma?ana, muy temprano, Consola Nieto, la madre de Noelia de Mingo, saca sus s¨¢banas a airear al balc¨®n, deja las ventanas abiertas y se va con su hija a pasear. El recorrido habitual es una ruta que llega hasta el cementerio de El Molar, el pueblo madrile?o de la familia De Mingo. Antes de las nueve de la ma?ana casi siempre est¨¢n ya de vuelta en su casa situada en la plaza Mayor del pueblo, junto al Ayuntamiento. Apenas volv¨ªan a abandonarla el resto del d¨ªa salvo para recados puntuales. Prefieren dar su paseo cuando casi no hay gente en las calles.
La doctora que en 2003 acab¨® con la vida de tres personas en la cl¨ªnica de La Concepci¨®n, que ahora se llama Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, tras un brote psic¨®tico, fue condenada en 2006 a ser internada en un centro psiqui¨¢trico penitenciario. La Audiencia Provincial dict¨® que deb¨ªa permanecer all¨ª un m¨¢ximo de 25 a?os. Apenas 11 a?os despu¨¦s, un grupo de expertos aval¨® que quedara en libertad, al considerar que ya no supon¨ªa un peligro, porque hab¨ªa superado la enfermedad. Un tribunal acord¨® ponerla bajo custodia de un familiar, su madre, una mujer que ahora ronda los 85 a?os. Fue entonces cuando regres¨® a El Molar, donde este lunes ha apu?alado a una cajera y a la due?a de un supermercado.
El hogar de la detenida est¨¢ a 400 metros del local donde ocurrieron los hechos. Por una casualidad macabra, la calle con la que hace esquina el establecimiento se llama Jim¨¦nez D¨ªaz, el mismo nombre que lleva ahora el lugar en el que perpetr¨® sus cr¨ªmenes hace 18 a?os.
Su llamativa casa habla de una familia a la que le fue muy bien con los dos negocios de hosteler¨ªa que regentaban los padres de la ahora detenida. El inmueble luce vigas de madera, tres amplios ventanales, un toldo de rayas marrones y amarillas y un espacioso balc¨®n con farolillos que decoran la fachada blanca. Su padre, Juan, abri¨® hace 50 a?os un hotel con restaurante, al que bautiz¨® con su nombre, a la entrada del pueblo. All¨ª trabajaban y viv¨ªan los progenitores de Noelia, que vendieron ese negocio antes de que el padre falleciera hace ya unos a?os.
La madre todav¨ªa conserva el bar Elcano, que se encuentra en el bajo de la casa familiar. Hace unos meses se lo alquil¨® a un sobrino segundo para que abriera un restaurante. ¡°S¨ª, conoc¨ªa a Noelia, pero no frecuentaba este bar¡±, responde de manera esquiva el sobrino. A su lado, una decena de mujeres sentadas en la terraza se preguntan qu¨¦ habr¨¢ pasado con la detenida, el tema del d¨ªa y seguramente durante alg¨²n tiempo, en este municipio a media hora de la capital.
El comercio de al lado es una florister¨ªa. Su due?a, Vero Nacarey, vive en Paracuellos de Jarama, pero trabaja en El Molar desde hace tres a?os. Cuenta que su hijo le acaba de dar la noticia y que a¨²n tiene la piel de gallina: ¡°Yo escuch¨¦ rumores de esta mujer cuando llegu¨¦ al pueblo. Ten¨ªa un poco de miedo y por eso tengo c¨¢maras de seguridad en la tienda¡±. La propietaria se?ala una peque?a c¨¢mara de vigilancia iluminada por luces azules, que cuelga de la pared blanca.
Noelia de Mingo sal¨ªa poco de casa, y cuando lo hac¨ªa, siempre iba con su madre. Pocos vecinos recuerdan verla por el pueblo y mucho menos sola. Un primo segundo de la madre, que prefiere no dar su nombre, cuenta que la ¨²ltima vez que las vio fue hace una semana. Era temprano por la ma?ana e iban ya de vuelta a casa, despu¨¦s del paseo matutino. Todo apunta a que precisamente este lunes s¨ª se qued¨® sola. Fue entonces cuando cogi¨® un cuchillo de la casa y anduvo la escasa distancia que separa su hogar del supermercado. Emilia Camarero, que lleva seis a?os en el pueblo, explica que la madre de Noelia se hab¨ªa ca¨ªdo esa ma?ana y hab¨ªa tenido que ir al hospital. Al parecer, ese ha sido el momento en el que la antigua doctora aprovech¨® para irrumpir en el negocio cercano.
Tanto la familia del padre como la de la madre son extensas. Solo por parte materna, Noelia de Mingo acumula ocho t¨ªos. Por eso no es dif¨ªcil encontrar en las calles c¨¦ntricas de El Molar personas que est¨¦n m¨¢s o menos emparentadas con ella, aunque eso no signifique ni mucho menos que hayan tenido relaci¨®n con la m¨¦dica. La due?a del supermercado a la que ha apu?alado, sin ir m¨¢s lejos, est¨¢ casada con uno de sus primos. ¡°Ella de joven ya se fue a estudiar fuera, nunca altern¨® con los de su edad en el pueblo¡±, cuenta un familiar. El ¨²nico con el que manten¨ªa algo de relaci¨®n, explica este mismo allegado, era otro de sus primos, el abogado Juan Carlos de Mingo, que la represent¨® en el juicio en 2003.
Desde que la ahora detenida abandon¨® el centro psiqui¨¢trico hace cuatro a?os, ella y su madre se marcharon un tiempo a vivir fuera del pueblo, seg¨²n indica este familiar. Hace algo m¨¢s de a?o y medio que volvieron a instalarse de nuevo en El Molar. ?l tuvo claro cu¨¢ndo regresaron: ¡°El d¨ªa que vi sus s¨¢banas en el balc¨®n, aire¨¢ndose, me di cuenta de que estaban otra vez aqu¨ª¡±.
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