La cultura nipona aterriza en Madrid con m¨¢s de 200 impresiones
La exposici¨®n ¡®Jap¨®n, una historia de amor y guerra¡¯ recorre cuatro siglos de arte japon¨¦s en CentroCentro
La entrada, una sala de techos altos y paredes rojas, evoca a un universo desconocido para muchos: la cultura nipona. Un recorrido hist¨®rico a trav¨¦s de im¨¢genes cotidianas que, junto a la calma de una sutil melod¨ªa tradicional, revela m¨¢s de cuatro siglos de la historia del pa¨ªs japon¨¦s. Jap¨®n, una historia de amor y guerra cuenta con m¨¢s de 200 piezas, producidas desde el periodo Edo (1603-1868) hasta el siglo XX, y elaboradas por prestigiosos artistas japoneses de la ¨¦poca, como Hiroshige, Utamaro, Hokusai y Kuniyosh. La exposici¨®n ha abierto sus puertas este mi¨¦rcoles en el espacio cultural de CentroCentro de Madrid.
Esta colecci¨®n exclusiva ha sido proporcionada por los italianos Pietro Gobbi y Enzo Bartolone, dos investigadores que empezaron a coleccionar en los a?os noventa. ¡°Las obras provienen del mercado internacional, sobre todo del americano¡±, explica Gobbi. El viaje comienza con el concepto ukiyo-e (mundo flotante en japon¨¦s). Una idea hedonista y mudable de la nueva burgues¨ªa del siglo XVII que expresa la importancia de vivir el momento: ¡°Al llegar el per¨ªodo de paz, florece la clase comerciante, que empieza con este movimiento. Las piezas representan el d¨ªa a d¨ªa del pueblo japon¨¦s¡±.
Durante esta ¨¦poca, surgi¨® un nuevo lenguaje art¨ªstico: la xilograf¨ªa, una t¨¦cnica basada en la impresi¨®n con plancha de madera. Los grabados se creaban en diferentes etapas. El dise?ador daba las instrucciones, que escrib¨ªa en la primera l¨¢mina. Posteriormente, los profesionales la constru¨ªan. En la vitrina que preside la habitaci¨®n se observan seis matrices de madera que se utilizaban para la impresi¨®n. ¡°En Oriente se utilizaba una matriz para cada color, llegando a ser hasta 17. Los artistas que hac¨ªan las matrices eran genios¡±, cuenta el coleccionista.
Una serie del siglo XVIII destaca entre las dem¨¢s. Se trata de diferentes versiones de la misma tem¨¢tica. Los grabados son casi id¨¦nticos: una orian (cortesana en japon¨¦s) vestida con un kimono, rodeada por dos j¨®venes doncellas. El primero, de Isoda Kory¨¹sai, deslumbra por sus colores llamativos rosas y azules. La copia mantiene la esencia del original, pero a?ade diferentes tonalidades ocres y rosa palo. ¡°En el antiguo Jap¨®n, que un artista copiara a otro no era considerado plagio, sino que era un honor¡±, cuenta Gobbi. Los trazos de la segunda impresi¨®n son m¨¢s mec¨¢nicos: ¡°Era un trabajo m¨¢s artesanal que art¨ªstico¡±.
La siguiente selecci¨®n, Teatro No? y Kabuki, representa el teatro cl¨¢sico japon¨¦s, antiguamente exclusivo para la aristocracia. El investigador comenta que ¡°incluso el papel de la mujer estaba interpretado por hombres¡±. En una de las impresiones se aprecia un escenario austero sin decoraci¨®n en el que se encuentra el personaje principal con una m¨¢scara y varios m¨²sicos con flautas y tambores.
Durante la segunda mitad del siglo XVII, la mayor¨ªa del pueblo japon¨¦s era agr¨ªcola, pero muchos de ellos se desplazaron a la ciudad de Edo, la actual Tokio. ¡°En esa ¨¦poca, hab¨ªa una gran cantidad de hombres y mujeres lejos de sus familias. As¨ª nacen las estampas er¨®ticas. La moral en el ¨¢mbito sexual de los japoneses ya era muy abierta en la mitad de este siglo¡±, explica Gobbi frente a la colecci¨®n Shunga, una serie expl¨ªcita que rinde culto a la fertilidad.
La colecci¨®n Musha, que significa guerreros, representa la apertura de Jap¨®n al mundo a trav¨¦s de propaganda pol¨ªtica durante el siglo XIX. ¡°Utilizaban a los artistas como enviados de guerra para la propaganda con las impresiones que mostraban las batallas que ganaban¡±. La l¨¢mina, ambientada en la incursi¨®n japonesa en la guerra de China contra Rusia en 1904, incluye una nave gris de madera en el centro de una tempestad con colores p¨¢lidos. Un fren¨¦tico caos con fr¨ªos destellos de luz y altas columnas de agua producidas por las granadas. Bartolone explica que ¡°en Italia hay muchas obras de Jap¨®n que llegaban como regalos diplom¨¢ticos debido a su alianza durante la Segunda Guerra Mundial¡±.
A finales de los a?os ochenta, con la llegada de la fotograf¨ªa, los artistas japoneses se dedicaban a colorear las capturas. Una de las vitrinas de la sala salvaguarda un ¨¢lbum con instant¨¢neas, como la de un mensajero del emperador que recorre 500 kil¨®metros, la distancia de Tokio a Kioto. El viaje termina con un cap¨ªtulo dedicado al arte contempor¨¢neo del siglo XIX, llamado Shing Hanga (nueva estampa en japon¨¦s), en la que los artistas recuperan las t¨¦cnicas antiguas del ukiyo-e para crear estampas modernas. ¡°En los a?os 80, empez¨® a utilizarse la pintura acr¨ªlica para la pigmentaci¨®n, que antiguamente se hac¨ªa con materiales naturales vegetales¡±, asegura Bartolone.
La obra Panorama de tejados, de Konishi Seiichiro, es un dibujo r¨ªtmico de trazos gruesos que esbozan las tejas de un tejado gris con peque?os detalles cotidianos: prendas de ropa tendidas, ventanas o la copa de un ¨¢rbol. Una moderna superposici¨®n de paisajes naturales, inspirada en la tradici¨®n cl¨¢sica, que transmite la idea de la cotidianidad humana. ¡°Esta selecci¨®n es una gran muestra de un tipo de arte desconocido para muchos que intenta evitar la muerte de esta capacidad t¨¦cnica y continuar alimentando la cultura japonesa¡±, concluye Gobbi.
Cu¨¢ndo: Del 22 de septiembre al 30 de enero de 2022. D¨®nde: Centro Centro (Plaza de Cibeles, 1A) Precio: desde nueve euros.
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