Lo que pasa en la plaza de Espa?a
Radiograf¨ªa verde-cemento de unas obras
Dos a?os espiando detr¨¢s de las vallas. Poco se ve¨ªa. Serpenteando conos y balizas, bordeando calles cortadas. Por fin, piso ya la reci¨¦n abierta plaza de Espa?a 5.0. Una cosa no ha cambiado: siempre hay corrientes heladoras de fr¨ªo que llegan hasta los huesos. Voy hasta con nervios ante el gran acontecimiento urban¨ªstico en la d¨¦cada. Con emoci¨®n hasta familiar, fue uno de los lugares que pis¨¦ en mi primera visita de ni?o a Madrid. En el ¨¢lbum de fotos de pasta marr¨®n est¨¢n las instant¨¢neas bajo Don Quijote y Sancho con ese color ocre que tiene nuestro pasado no digital.
A?os m¨¢s tarde ya ser¨ªa uno de mis epicentros, entre conciertos, manifestaciones, cenas en el chino de su subsuelo, conversaciones despu¨¦s del cine o esperas en la parada del autob¨²s. Se promet¨ªa en los bocetos como una especie casi de jungla verde, y me llevo un poco de rev¨¦s. Me digo internamente mientras paseo que espero que los ¨¢rboles crezcan r¨¢pido a la espera de las im¨¢genes prometidas que hab¨ªamos visto de la remodelaci¨®n. Tiene su coraz¨®n ahora un aire demasiado cementero ¨Dm¨¢s de la Barcelona de los a?os noventa enso?ada de skaters¨D. Con un punto de explanada gris¨¢cea que gusta tambi¨¦n tanto a los arquitectos de desarrollo nuevo en ciudades dormitorio.
Me hace algo m¨¢s de gracia el caf¨¦ de Cervantes (todav¨ªa por abrir), con ese intento de colina verde. Por lo menos es un esbozo de pabell¨®n de cumbre contra el cambio clim¨¢tico. ?Y esto? Me choca que hayan tra¨ªdo un abeto gigante desde Girona para ser el faro de la Navidad capitalina, con caramelos enormes ya colgados, blancos y dorados y blancos y rojos (que no se enfaden ni los del Real Madrid ni los del Atl¨¦tico). ?Hac¨ªa falta ese viaje? ?No serv¨ªan las ra¨ªces de aqu¨ª? ?Es el concepto ecologista del alcalde Almeida? Esperemos que el verde vaya cogiendo m¨¢s protagonismo. Con humilde opini¨®n: iluminen tambi¨¦n a los propios Quijote y Sancho, que s¨®lo se acuerdan de poner luz a la cascada al otro lado.
Me giro y me gusta mucho c¨®mo han conectado la plaza con la calle de Bail¨¦n. Se rompe esa barrera s¨®rdida y brusca que hab¨ªa y divid¨ªa la zona con el Senado y el Palacio Real. Ahora ya es un paso natural, como siempre deber¨ªa haber sido. Y me reconforta que est¨¦ llena de madrile?os haciendo lo mismo, jugando a ser cr¨ªticos arquitect¨®nicos, con ganas de pisar su ciudad colectivamente y de llevarse unas fotos. Porque la plaza de Espa?a es Madrid, con su cola para subir a la terraza del Riu, con su Torre de Madrid llena de hogares de estrellas televisivas, con sus discretos pisos de Estado en los que duermen algunos ministros, con sus abarrotados pasos de peatones en los que hay que guardar con celo las carteras. Tan llena de luz y tan oscura al mismo tiempo. Lo que nos gusta una plaza.
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