¡®Conspiranoia¡¯
La Pandilla Cansina del ¡®no lo ver¨¢s en los medios¡¯ vuelve a la carga echando zumo de naranja a los test de ant¨ªgenos
Las lonas que tapan las obras suelen estar llenas de agujeros hechos por peatones curiosos que, un d¨ªa, quiz¨¢ tras pasar dos o tres veces por delante, disimulando, rajan la tela para descubrir qu¨¦ hay al otro lado.
En verano siempre hab¨ªa ni?os que cazaban renacuajos con la ilusi¨®n de ver c¨®mo se convert¨ªan en ranas en botellas de agua mineral y otros, m¨¢s s¨¢dicos, que los espachurraban ¡°para ver qu¨¦ pasa¡± y que repet¨ªan la operaci¨®n con caracoles, moscas e incluso lagartijas. Tambi¨¦n los hab¨ªa que, ante un huevo Kinder, com¨ªan primero el chocolate y otros m¨¢s impacientes que, antes de nada, abr¨ªan la sorpresa que iba dentro.
La curiosidad es sana. El escepticismo, a veces, ¨²til y necesario, nuestro deber y salvaci¨®n. Yo, de peque?a, romp¨ª una caracola buscando el mecanismo del enga?o que permit¨ªa, acercando la oreja, o¨ªr el mar. Por una motivaci¨®n parecida, termin¨¦ haciendo periodismo. Y aqu¨ª estamos.
Pero a algunos se les ha ido de las manos el escepticismo. Una cosa es el esp¨ªritu cr¨ªtico y otra la conspiranoia. Me refiero a esos tipos con alma de cr¨ªos, esos peterpanes ya maduritos, descre¨ªdos, suspicaces, que no dejan pasar ni una; que se ponen el telediario en alerta, con la ceja levantada, y acuden a cualquier reuni¨®n social dispuestos a desmentirlo todo. Seguramente conocer¨¢n a alguno, quiz¨¢ hasta sean familia pol¨ªtica. Si no, pueden observarlos en libertad, campando por Twitter y otras redes sociales donde han encontrado espacio y p¨²blico para sus tesis y experimentos.
F¨ªjense, por ejemplo, en lo que nos revelaba @Blas_de_Lezox, quien, m¨¢s listo que nadie, decidi¨® abrir la cajita del test de ant¨ªgenos para mostrarnos su interior: ¡°S¨²per tecnolog¨ªa de pl¨¢stico para indigentes mentales¡±, dec¨ªa. ¡°Tecnolog¨ªa punta para enga?ar a 40.000 milllones de borregos¡±, compart¨ªa otro tuitero. Quiz¨¢ esperaban encontrar algo m¨¢s sofisticado que una tira reactiva dentro de la carcasa: unas lucecitas, unos duendecillos... Entiendo su decepci¨®n: me pas¨® igual con la caracola.
Pero Doctor Bacterio no se qued¨® ah¨ª. Continu¨® con los experimentos con su tropa de becarios. Hecha la disecci¨®n, el siguiente paso l¨®gico era echar otras cosas al test de ant¨ªgenos ¡°para ver qu¨¦ pasa¡±. Probaron con agua del grifo, coca cola, compota de manzana... pero el que m¨¢s triunf¨® fue el zumo de naranja. ?Bingo! El coronavirus es un cuento y yo acabo de demostrar por qu¨¦ a la comunidad cient¨ªfica internacional con un test y un brick de marca blanca, o sea, con poco m¨¢s de 10 euros.
Cabe recordar que el a?o pasado por estas mismas fechas hab¨ªa gente intentando prender fuego a los copos de Filomena para demostrar que no era nieve que ca¨ªa, sino pl¨¢stico que nos lanzaban. Y un poco m¨¢s adelante, en junio, los del a-m¨ª-no-me-la-dan se grabaron con una cuchara para hacer ver que la vacuna del coronavirus imantaba el brazo ¡ªla nariz tambi¨¦n, pero ah¨ª no probaron¡ª. Es la Pandilla Cansina, los del famoso ¡°no lo ver¨¢s en los medios¡±. Confieso que a la ni?a de la caracola le encantar¨ªa abrir sus cabezas: ?qu¨¦ habr¨¢ dentro?
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