Buen comer y mejor beber
Lo m¨¢s meritorio de Isabel D¨ªaz Ayuso no ha sido ¡ªcon serlo mucho¡ª su triunfo electoral, sino que su m¨¦todo se va imponiendo en el debate pol¨ªtico
Sigue subiendo el nivel de las campa?as electorales. En Madrid, la cuesti¨®n candente fueron las ca?as y en Castilla y Le¨®n parece que van a ser las chuletas.
No es que falten en la actualidad problemas relevantes de los que ocuparse. Los peri¨®dicos, por ejemplo, publican cada d¨ªa historias de sanitarios exhaustos y derrotados. Los sanitarios ?recuerdan?, aquellos h¨¦roes ¡ªpalabra que no pod¨ªa faltar en ning¨²n discurso pol¨ªtico¡ª a los que aplaud¨ªamos cada tarde. Ahora parece que alguna gente les monta broncas porque no dan abasto para atenderla. Y los pol¨ªticos, a sus cosas.
Los sanitarios hace tiempo que son pantalla pasada. Ya lo hab¨ªan sido en la campa?a madrile?a de mayo, en la que brillaron por encima de ellos las cervezas y los bocatas de calamares. Cuanto m¨¢s en esta pugna electoral en tierras castellanas y leonesas, tan distante ya de los tiempos en que cubr¨ªamos de ¨¦picas alabanzas a nuestros m¨¦dicos y enfermeros.
Lo m¨¢s meritorio de Isabel D¨ªaz Ayuso no ha sido ¡ªcon serlo mucho¡ª su triunfo electoral, sino que su m¨¦todo se va imponiendo en el debate pol¨ªtico. Se trata de lanzar un se?uelo para que todos corran detr¨¢s de ¨¦l y no se hable de otra cosa. En la campa?a madrile?a fue la libertad de irse de bares. En la de Castilla y Le¨®n parece que va a ser la libertad de comer chuletones y amontonar miles de animales en una cuadra gigantesca. A esto le llaman ahora guerras culturales, que suena mucho m¨¢s fino que decir pol¨¦micas absurdas.
Si ya el asunto de las ca?as madrile?as alcanz¨® cotas asombrosas, el de la carne ha subido un trecho m¨¢s. Recapitulemos. El ministro Garz¨®n da una entrevista a The Guardian, a la que el peri¨®dico concede tanta importancia que la publica con escasos alardes en el Boxing Day, esa festividad en que los brit¨¢nicos est¨¢n demasiado ocupados con ir de compras y ver f¨²tbol como para detenerse a leer la prensa. Por supuesto, no se produjo la menor alarma. De corregir esa indiferencia se encarg¨® en Espa?a, d¨ªas m¨¢s tarde, un presidente regional a la b¨²squeda de un remedo de las ca?as de Ayuso.
El ruido subi¨® de tal forma que el diario brit¨¢nico se sinti¨® obligado a volver sobre el asunto para dejar constancia de la bronca suscitada aqu¨ª por su discreta entrevista. En los mercados internacionales segu¨ªa sin detectarse la menor reacci¨®n contra las exportaciones de carne espa?ola, pero entre nosotros ya se hab¨ªa concluido que el ministro caus¨® ¡°un da?o grav¨ªsimo a nuestra econom¨ªa¡±. Y no descarten que la profec¨ªa acabe cumpli¨¦ndose, porque con este griter¨ªo hasta se habr¨¢n enterado los chinos, principales destinatarios de nuestras exportaciones.
Las llamadas guerras culturales se extienden por el planeta y nosotros le hemos dado el toque patrio: ca?as y chulet¨®n. Muy propio de un pa¨ªs de buen comer, mejor beber y mal discutir.
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