Arg¨¹elles, los cazadores y el coraz¨®n del Senado
Un paseo entre Gald¨®s, el olor a fotocopias y las cuestas que te llevan a la Gran V¨ªa
Voy camino de la tercera dosis hacia la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz. Tiene Madrid en la zona de Arg¨¹elles ahora ese aire de universitario encerrado y escondido entre libros para los ex¨¢menes invernales. Y ese olor eterno de fotocopia que inunda la pituitaria cuando se pasa por esas calles. A pesar de la era digital, sigue habiendo papeler¨ªas en los bajos con cartulinas fluorescentes que invitan a ofertas de bolis, cuadernos y paquetes de folios. Esa tentaci¨®n de entrar y tocar esas gomas, grapas, rotuladores y archivadores que se desarrolla desde ni?o y que nunca te abandona. Compiten, al lado, los reclamos de cubos helados llenos de botellines.
Por el n¨²mero siete de la calle de Hilari¨®n Eslava me topo con una l¨¢pida: ¡°A Gald¨®s, el pueblo de Madrid. Aqu¨ª vivi¨® y muri¨® don Benito P¨¦rez Gald¨®s¡±. Hoy no queda rastro de aquel hotelito neomud¨¦jar en el que falleci¨® el gran maestro canario y mejor retratista de la ciudad. Y rescato aquella conferencia que escribi¨® para el Ateneo en 1915. Frases que siguen estremeciendo. Ese ¡°?Oh, Madrid! ?Oh, Corte! ?Oh, confusi¨®n y regocijos de las Espa?as!¡±. Para relamerse con su: ¡°No hay en el mundo calle m¨¢s alegre. Todo ella sonr¨ªe. La calle de Alcal¨¢ es un florido sumidero donde los madrile?os arrojan, paseo arriba, paseo abajo, todas las desdichas nacionales¡±.
Arriba y abajo, eso es Madrid. A la vuelta, serpenteo por esas calles en las que Arg¨¹elles pierde su orden y empieza a convertirse en el laberinto de Malasa?a. Por all¨ª anda a medio abrir el Cazador, un bar en el que se junta buena parte de la fauna interesante de la urbe. Sitio al que son asiduos muchos adictos a la creatividad. Sus ide¨®logos, Osama Chami y Enrique Gimeno, expanden sus inquietudes y acaban de estrenar el corto El joven Diego en la plataforma Filmin. Una conversaci¨®n sobre el miedo del deseo en la ciudad.
Detr¨¢s emerge la Torre de Madrid, casi inalcanzable. Esa vista que uno acaricia desde la calle del Tesoro. Siento predilecci¨®n, y s¨¦ que la comparto con muchos vecinos, por esas peque?as y terrizas v¨ªas en cuesta que miran al horizonte alg¨²n edificio de la Gran V¨ªa. Estando en lo m¨¢s alto del listado las de Valverde y Acuerdo. Eslalon de contradicci¨®n y urbanidad.
Tiene ese aire de rampa maravillosa tambi¨¦n la plaza de la Marina Espa?ola, entrada del Senado. Siempre a la sombra de su hermano el Congreso, pero ese palacio guarda algunos de los lugares m¨¢s m¨¢gicos de Madrid, como su antiguo sal¨®n de sesiones. Un espect¨¢culo con bancadas enfrentadas que le habla de t¨² a t¨² a Westminster. Y ha vuelto a bullir, sin ri?as partidistas, esta semana como escenario de los premios Luis Carandell de periodismo, entregados por la Reina. Llevaban cinco a?os sin celebrarse y son un homenaje a ese g¨¦nero tan dif¨ªcil, correoso y placentero que es la cr¨®nica parlamentaria. Esos pasillos tan madrile?os que emiten para toda Espa?a y que dominan tan bien los ganadores Antonio del Rey, Loreto Guti¨¦rrez, Joaqu¨ªn Anastasio y Silvia Mascare?o. Esta ciudad se escribe mucho entre esca?os.
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