Los bomberos encuentran en una vivienda de la calle Atocha los cuerpos de una mujer de 91 a?os y su hijo de 49
Los vecinos avisaron del olor que sal¨ªa de la vivienda de Pilar, una madre nonagenaria, y su hijo Juan, con autismo, cuyos cad¨¢veres se encontraban en avanzada descomposici¨®n
Los bomberos de Madrid encontraron este martes en la calle de Atocha de Madrid los cuerpos de dos personas muertas en su domicilio, madre e hijo, de 91 y 49 a?os respectivamente. El fuerte olor que sal¨ªa de la vivienda alert¨® a los vecinos, que llamaron a los servicios de emergencia, que cuando llegaron no pudieron hacer nada por los fallecidos. Se llamaban Pilar y Juan. Ella ten¨ªa graves problemas de salud y ¨¦l un trastorno de espectro autista. Llevaban varias semanas muertos. El estado de descomposici¨®n de sus cuerpos estaba muy avanzado.
Los investigadores de Homicidios se desplazaron hasta el inmueble esa misma tarde, pero descartaron que se tratara de una muerte violenta. A pesar de que est¨¢ confirmado que no se trata de un asesinato, todav¨ªa faltan muchas inc¨®gnitas por responder. Tantas, que la Polic¨ªa s¨ª que va a investigar qu¨¦ circunstancias sociales y familiares contribuyeron al abandono de estas dos personas y qu¨¦ es lo que sucedi¨® para que ambos acabaran as¨ª. Tambi¨¦n tendr¨¢n que esclarecer qu¨¦ grado de dependencia ten¨ªa el hijo.
Los dos estaban en el dormitorio y los bomberos tuvieron que entrar a la casa con equipos de seguridad y m¨¢scaras protectoras, debido a los gases t¨®xicos que se hab¨ªan acumulado en la vivienda fruto de la descomposici¨®n de los cad¨¢veres.
Los vecinos aseguran que el olor se hab¨ªa intensificado en los ¨²ltimos 15 d¨ªas, pero el primer an¨¢lisis de los restos parece indicar que murieron mucho antes. Para responder a las decenas de preguntas que suscita este final, los agentes tomar¨¢n declaraci¨®n a sus allegados, especialmente a un familiar m¨¢s cercano, y tratar¨¢n de reconstruir los ¨²ltimos meses de esta madre y su hijo. ¡°Todav¨ªa no se puede dar nada por cerrado, son unas circunstancias extra?as¡±, explican fuentes policiales.
Ambos viv¨ªan en el edificio desde hac¨ªa muchos a?os, seg¨²n el testimonio de algunos vecinos del barrio. Frecuentaban la iglesia de San Sebasti¨¢n, a una manzana de distancia de su vivienda. Se trata de un bloque hist¨®rico de Madrid, con barandillas de madera, fachada de piedra y alguna que otra humedad en las paredes. El cura confirma que formaban parte de su grupo de feligreses habituales, pero ha preferido no decir nada m¨¢s de la familia.
Ambos hac¨ªan la compra en la droguer¨ªa Abraham, en el n¨²mero 32 de la misma calle. Desde que la madre se rompi¨® la cadera, hace unos cuatro a?os, dejaron de ir presencialmente a la tienda y pasaron a hacer los pedidos por tel¨¦fono. Jos¨¦, trabajador de este establecimiento que acud¨ªa a sus llamadas, se enter¨® el mismo martes de lo que hab¨ªa ocurrido, cuando presenci¨® desde el umbral de la droguer¨ªa los intentos de los bomberos de acceder al edificio. ¡°El ¨²ltimo pedido fue hace poco m¨¢s de un mes. Me pareci¨® raro, porque sol¨ªan llamar cada dos o tres semanas como m¨¢ximo¡±, admite el comerciante.
A pesar de encontrarse en pleno centro de la capital ¡ªa menos de 200 metros de la plaza de Jacinto de Benavente¡ª y en una zona muy concurrida, en el edificio donde viv¨ªan madre e hijo no se aprecia un gran traj¨ªn. Las ventanas que dan a la calle, la mayor¨ªa cerradas, hacen incluso pensar que se encuentra en estado de abandono. ¡°Nadie se enter¨® antes de lo que hab¨ªa pasado, porque no se suele ver a mucha gente entrar y salir del portal¡±, comenta Jorge Tadeo, trabajador del almac¨¦n Ribes y Casals que se encuentra al otro lado de la calle.
Al tocar el timbre, nadie responde en la mayor¨ªa de las puertas del resto de pisos. Los que s¨ª lo hacen, aseguran no saber mucho de los inquilinos que han sufrido este final. En el buz¨®n todav¨ªa se lee el nombre del padre, que muri¨® hace a?os. Con una pegatina encima, colocaron tambi¨¦n el del hijo, que se llamaba igual que su progenitor.
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