Las dos caras de un mercado de Vallecas: pescados de d¨ªa, ca?as de noche
El establecimiento municipal de Numancia, con muchos puestos de abasto cerrados, sobrevive gracias a los bares y restaurantes que atraen a los j¨®venes del barrio
Una persona que pasa por el mercado municipal de Numancia, en Puente de Vallecas, en diferentes momentos del d¨ªa, acaba por encontrarse con dos escenarios muy diferentes. Por la ma?ana, se cruza con unos pocos vecinos del barrio que acuden a hacer la compra en los ¨²nicos seis puestos de abastos que siguen abiertos. Se trata sobre todo de gente mayor que le tiene cari?o al mercado y a sus vendedores de confianza, y se resisten a ir a comprar a otro lado. Por la tarde y la noche, son los m¨¢s j¨®venes quienes dan vida a los pasillos semiabandonados, entre las barras de los pubs y las mesas de los puestos de comida que abrieron en los ¨²ltimos a?os.
¡°Es un punto de encuentro para la gente del barrio. Est¨¢bamos cansados de tener que estar en la calle y encontramos en el mercado una forma de hacer familia¡±, dice Cristina Chamorro, de 33 a?os. Es clienta fija de la Taberna Kanalla, uno de los primeros bares que empezaron a sustituir los puestos de abasto en estado de abandono desde hace a?os. En muchos sitios se pone m¨²sica para bailar, otros retransmiten los partidos de f¨²tbol. Los d¨ªas que juega el Rayo, el mercado se ti?e de rojo y blanco y los aficionados tienen un lugar donde celebrar el resultado. La restauraci¨®n nocturna dio al mercado una segunda vida, permitiendo a los comerciantes diurnos seguir trabajando durante unos cuantos a?os m¨¢s.
¡°Mis clientes son sobre todo gente mayor. Pero desde que est¨¢n los bares, los j¨®venes han descubierto el resto del mercado y acaban comprando¡±, explica David Mart¨ªnez, que ocupa desde hace 15 a?os el espacio 32 de la planta baja con su charcuter¨ªa. Cuando abri¨® en 1985, el mercado era una mina de oro de oportunidades para los comerciantes que decid¨ªan hacerse con un puesto. Situado a pocos metros del estadio del Rayo Vallecano y de la parada de metro de Portazgo, se encuentra en una zona rodeada de muchas viviendas y altamente poblada (con 235.638 residentes, Puente de Vallecas es el cuarto distrito m¨¢s habitado de Madrid, seg¨²n la revisi¨®n de Padr¨®n Municipal).
Con apenas seis puestos de alimentaci¨®n abiertos ¨Dadem¨¢s de la charcuter¨ªa, hay una fruter¨ªa, una carnicer¨ªa, una poller¨ªa, una pescader¨ªa y una casquer¨ªa¨D, en los ¨²ltimos cinco a?os el mercado ha perdido muchos clientes. Uno de los problemas, seg¨²n los comerciantes, est¨¢ en la falta de oferta de productos: carne, fruta y pescado no son suficientes para llenar el carrito de la compra con todo lo necesario para poner la comida sobre la mesa. ¡°Y claro, si un vecino sabe que aqu¨ª no va a encontrar todo lo que necesita, prefiere ir a otro lugar a hacer la compra¡±, explica el comerciante Jos¨¦ Luis Franganillo.
Su pescader¨ªa ocupa el puesto central al fondo de los pasillos desde que el mercado abri¨® sus puertas a los vecinos del barrio. ¡°Siempre hice este trabajo, no aprend¨ª otra cosa. Me gusta y se gana bien¡±, explica. ¡°Se ganaba bien¡±, a?ade despu¨¦s de un momento de reflexi¨®n. En casi cuatro d¨¦cadas, ha sido testigo de los mejores y peores momentos del mercado municipal.
Durante a?os que estuvo abierto un Ahorramas en la planta de arriba, los peque?os comerciantes se beneficiaron del tr¨¢fico de clientes que hac¨ªan la compra en el supermercado. ¡°Los compradores saben que los frescos siempre son mejores en nuestro bancos. En las dos plantas lo ten¨ªan todo y aprovechaban del s¨²per para ahorrar, mientras en el mercado buscaban la calidad¡±, recuerda Franganillo.
Cuando cerr¨® el supermercado, volvieron a perder clientes. ¡°La culpa la tenemos en parte nosotros, no supimos adaptarnos a las nuevas exigencias¡±, reconoce el pescadero. Se refiere a la imposibilidad de hacer horario continuado y mantener los espacios abiertos a la hora de la comida, como s¨ª hacen los supermercados a su alrededor. ¡°En estas condiciones, no s¨¦ cu¨¢nto m¨¢s vamos a resistir. Estoy contando los d¨ªas para jubilarme. Aguanto por mis compa?eros, porque s¨¦ que si el puesto de pescado cierra, ya nadie va a venir a comprar al mercado¡±, reconoce.
Sinergia entre comerciantes
Mientras la venta de abasto agoniza, los bares de noche est¨¢n en pleno auge. Solamente en el ¨²ltimo a?o han abierto 10 nuevos locales. Paco San Martin, de 35 a?os, vio en el mercado una posibilidad de inversi¨®n. ¡°Los puestos llevan cerrados una vida y el alquiler me sale muy barato¡±, explica mientras sirve ca?as y tapas en la barra de acero de la pescader¨ªa que ocupaba antes el espacio comercial. Est¨¢ esperando a que llegue una de madera, as¨ª como el r¨®tulo con el nombre de su marisquer¨ªa: Vallecas Puerto de Mar. ¡°No quise esperar para abrir. De jueves a domingo este sitio lo peta. Se llena de vida¡±, dice.
La convivencia entre las dos almas del mercado es amigable y en muchos casos indispensable. Los comerciantes de d¨ªa reconocen que si no fuera por los puestos de restauraci¨®n, probablemente la estructura hubiera ya cerrado. Adem¨¢s, coinciden durante muy pocas horas al d¨ªa: cuando cierran los puestos de abastos, los pasillos se llenan de taburetes y ca?as.
¡°Cuando estuvimos reformando, Ana la pollera nos ayud¨® much¨ªsimo¡±, afirma Javi Arce, propietario junto a su socio Manuel de la croqueter¨ªa en el tenderete n¨²mero 10 del mercado. Se mudaron a Vallecas desde el barrio de Lavapi¨¦s el pasado septiembre, cuando finalmente consiguieron recuperarse de las deudas de la pandemia. Siempre que es posible compran los ingredientes de las croquetas en los puestos de los vecinos. ¡°Es nuestra forma de sostener a quienes est¨¢n aqu¨ª desde los primer¨ªsimos a?os del mercado. Y si sus clientes se convierten en los nuestros, ganamos todos¡±, remata: ¡°Es la ¨²nica manera de que esto funcione¡±.
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