La ruta del autob¨²s del sindicato de m¨¦dicos: ¡°Si fuera paciente, no querr¨ªa ser el n¨²mero 40!¡±
El sindicato Amyts organiz¨® un recorrido reivindicativo por varios centros de salud de Madrid para mostrar a la prensa el estado de ¨¢nimo de los huelguistas y las condiciones en las que trabajan
La fachada del centro de salud de Carabanchel Alto, en el sur de la capital, se ha llenado de corazones blancos. Decenas de m¨¦dicos y pediatras se han concentrado este jueves delante del ambulatorio, con sus batas blancas y boli en mano, para dejar por escrito en cada uno de esos corazones de papel el nombre del centro donde trabajan. Profesionales de Getafe, Villaviciosa de Od¨®n, Galapagar, Sanchinarro, Valdemoro o Fuenlabrada. Todos con ganas de seguir peleando en el cuarto d¨ªa de huelga en Atenci¨®n Primaria, y despu¨¦s de que la tercera reuni¨®n con la Consejer¨ªa de Sanidad terminara sin acuerdo. Escenas similares ¨Dtambores, pancartas, altavoces, bocinas, manos en alto, silbidos, gritos y consignas¨D se han vivido en otros tres centros de salud de Madrid. Aquellos que el sindicato de m¨¦dicos (Amyts), convocante de la huelga, ha escogido para evidenciar la precariedad y la sobrecarga de los facultativos, y por los que ha organizado una ruta reivindicativa.
Un autob¨²s amarillo de dos plantas ha recorrido la ciudad de norte a sur, despertando las miradas curiosas de vecinos y turistas. Algunos sonre¨ªan o aplaud¨ªan en se?al de apoyo. ¡°Lasquetty, escucha, abre ya la hucha¡± o ¡°no es vocaci¨®n, es explotaci¨®n¡±, gritaban los miembros del sindicato desde la planta superior. Las consignas y v¨ªtores se acentuaban al pasar por delante de la Consejer¨ªa de Sanidad, en la calle de Sagasta, o la sede del Partido Popular, en la calle de G¨¦nova. Y en cada uno de los cuatro centros ¨Den Carabanchel, Villaverde y Aluche y el barrio de Malasa?a¨D, un tumulto de profesionales y pacientes esper¨¢ndolos. ¡°Es una muestra de lo que est¨¢ pasando en la atenci¨®n primaria. Tampoco hay que buscar mucho para ver en qu¨¦ condiciones trabajan los facultativos¡±, ha se?alado Javier Huerta, de 51 a?os y m¨¦dico en el ambulatorio de Delicias.
El ambiente era combativo, como lleva si¨¦ndolo a?os, y las palabras resistencia, aguantar o sobrevivir se colaban en todas las conversaciones entre m¨¦dicos y pediatras de cada centro. ¡°Llevamos toda la vida peleando, y es ahora o nunca¡±, ha repetido varias veces Javier Torre, m¨¦dico de familia en el ambulatorio de Palma Norte, en el distrito Centro. Tiene 63 a?os y este jueves cubr¨ªa los servicios m¨ªnimos. Parec¨ªa cansado, con ojeras, y sonre¨ªa a medias: ¡°No estamos como en la zona sur, pero vamos sin parar, y yo ya no me como el mundo como cuando era joven. Si fuese paciente, no querr¨ªa ser el n¨²mero 40¡å. Su centro est¨¢ dividido en dos locales, porque no hay espacio suficiente para todos, y el profesional los describe as¨ª: ¡°Son zulos, madrigueras sin ventilaci¨®n. Ha habido planes para reubicarnos, porque la recomendaci¨®n t¨¦cnica es cerrar, pero no se ha llegado a ning¨²n acuerdo¡±.
Quemaz¨®n, cabreo, tristeza, rabia, ansiedad, impotencia. Es lo que siente Sonia S¨¢nchez, de 50 a?os y m¨¦dico de familia en Carabanchel alto. Tambi¨¦n est¨¢ de servicios m¨ªnimos, pero ha salido a aplaudir y gritar con sus compa?eros cuando el autob¨²s ha aparcado frente a su centro, donde hay tres plazas sin cubrir desde hace m¨¢s de tres a?os. En una situaci¨®n ideal, deber¨ªan estar trabajando 12 facultativos: ¡°Ha habido veces que hemos estado un m¨¦dico solo en cada turno. Te vienen los pacientes de tu consulta, los de la del compa?ero que no est¨¢, los de urgencia y los telef¨®nicos. Suma y suma y suma¡±. Al haber tres cupos sin sustituci¨®n, hay aproximadamente 6.000 personas sin m¨¦dico asignado, cuenta S¨¢nchez. Despu¨¦s ha seguido aplaudiendo un rato m¨¢s, antes de volver a su turno.
Donde tampoco se cubren las plazas que quedan vacantes es en el centro General Fanjul, en Aluche. Desde hace un a?o deber¨ªa haber tres pediatras, pero solo hay una para atender a todos los ni?os. Dora Bejarano lleva treinta a?os trabajando en la sanidad p¨²blica y le queda poco para jubilarse. Cada d¨ªa es una batalla y atiende a m¨¢s de 60 pacientes. ¡°Yo no sumo ni divido tiempos, solo trabajo y trabajo. A destajo. Adem¨¢s, los ni?os necesitan un poco m¨¢s de tiempo, nos tenemos que acercar a ellos y ganar su confianza para explorarlos, escuchar a su familia¡ por eso salgo de aqu¨ª a las tantas¡±, se queja. Los pediatras piden una carga asistencial de 21 pacientes, y los m¨¦dicos de familia 31, como estipulan los organismos internacionales. As¨ª pueden dedicar a cada enfermo un m¨ªnimo de 10 minutos, lo que establece la normativa.
Por las tardes, cuando Bejarano vuelve a casa, solo piensa en descansar y poder afrontar la jornada del d¨ªa siguiente.
¨D ?C¨®mo vais?
¨D Luchando. Seguiremos, seguiremos.
¡°Est¨¢n animados, es importante que siga as¨ª¡±, repite uno de los miembros de Amyts cada vez que el autob¨²s llega a un centro. M¨¦dicos y pediatras saltan tras las pancartas y alzan las manos. Todav¨ªa no saben cu¨¢ndo volver¨¢n a reunirse con la Consejer¨ªa de Sanidad, pero despu¨¦s de tres encuentros sin frutos, la esperanza no ha deca¨ªdo. El veh¨ªculo amarillo para en un sem¨¢foro delante del Museo del Prado. Tres adolescentes, con las mochilas a su espalda, sonr¨ªen a las batas blancas que gritan consignas sin parar. Antes de que arranque, levantan el pu?o.
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