¡°Aqu¨ª hay buenos porros¡±: as¨ª canibalizaron Los Saavedra a los anteriores amos de la droga en Madrid
La polic¨ªa detiene a 24 miembros de este clan y al matrimonio que lo dirig¨ªa, que nunca pisaba el lugar en el que se distribu¨ªan estupefacientes y que escond¨ªa su dinero en coches y en el lavavajillas
Andr¨®meda es una galaxia can¨ªbal que devora todo lo que tiene cerca. Eso es lo que la polic¨ªa asegura que hab¨ªan hecho Antonia y Miguel, el matrimonio l¨ªder del clan de Los Saavedra, a los que acusan de haber ocupado en dos a?os el hueco que dejaron los anteriores c¨¢rteles de la droga de Madrid, todos ellos muy mermados por la actuaci¨®n policial. En su caso, no los devoraron, sino que m¨¢s bien los absorbieron, porque incluyeron en su estructura a miembros que ya trabajaban con los clanes ca¨ªdos en desgracia. Incluso compraron la parcela de uno de ellos para poder vender su mercanc¨ªa desde una ubicaci¨®n estrat¨¦gica. Por eso la polic¨ªa bautiz¨® as¨ª, Andr¨®meda, a la operaci¨®n en la que el pasado 23 de marzo detuvieron a 24 de sus integrantes, de los que 11 han sido enviados a prisi¨®n preventiva. Su territorio era la Ca?ada Real, punto de peregrinaci¨®n habitual de los que buscan su dosis, que atraviesan puentes, carreteras y recorren los kil¨®metros que hagan falta en busca de su droga. Ofrec¨ªan sus productos en carteles como los de los supermercados. ¡°Aqu¨ª hay buenos porros¡±, rezaba uno de ellos.
Una finca con una casa y un corral interior actuaba como hipermercado de sus productos: coca¨ªna, hero¨ªna y marihuana. El lugar era un ¡°todo incluido¡±, punto de venta, lugar de consumo llamado fumadero, y aparcamiento. Tambi¨¦n hab¨ªa porteros, drogodependientes a los que el clan pagaba en dosis para que controlaran qui¨¦n entraba y qui¨¦n no. ¡°En esa zona de la Ca?ada o eres consumidor, o est¨¢s en labores de seguridad de los c¨¢rteles o eres polic¨ªa¡±, resume el investigador principal de esta operaci¨®n, desarrollada por el Grupo Operativo de Investigaci¨®n Zonal (GOIZ). Adem¨¢s, estaba en un punto privilegiado, el primero al acceder al sector 6 de la Ca?ada Real y se lo hab¨ªan comprado a Los Kikos, los anteriores se?ores de la droga. ¡°Entre los consumidores se hab¨ªan cimentado su fama de tener buen producto¡±, recalca el investigador. La labor de vigilancia era pr¨¢cticamente imposible y fue necesario intervenir mucha droga en peque?as cantidades para justificar la entrada y registro del lugar.
En esa casa, la estancia clave era el b¨²nker, bautizado as¨ª por los agentes por motivos evidentes. Era el lugar en el que guardaban la droga que iban a vender ese d¨ªa, hac¨ªan entre dos y tres viajes diarios para abastecerlo. En las vigilancias, los agentes llegaron a constatar hasta 500 clientes en un mismo d¨ªa. Para llegar a ese cuarto sin ventilaci¨®n, hab¨ªa que pasar por cuatro puertas acorazadas y dos barras de hierro. Dentro, adem¨¢s de la droga, hab¨ªa una estufa encendida permanentemente, con independencia del tiempo que hiciera fuera, para encerrarse si llegaba la polic¨ªa y destruir todas las pruebas posibles. Estupefacientes y billetes. De hecho lo hicieron cuando se despleg¨® el operativo que les llev¨® a la c¨¢rcel, aunque no del todo. Los agentes rebuscaron entre las cenizas e intervinieron varios billetes carcomidos por el fuego y tambi¨¦n coca¨ªna, que hab¨ªa dejado de ser blanca. ¡°Intentaron quemar tanto y con tanta virulencia que provocaron un incendio en la vivienda¡±, recalca el polic¨ªa que ha dirigido las pesquisas.
El matrimonio que manejaba los hilos no pisaba la Ca?ada, controlaban el negocio desde su chalet en el municipio madrile?o de Morata de Taju?a, a 40 minutos en coche. All¨ª los detuvieron a las seis de la ma?ana. Hab¨ªan construido y llenado su para¨ªso particular con un vestidor con centenares de zapatillas deportivas de marca, huchas llenas de billetes metidas en el lavavajillas y joyas de todo tipo. Entre ellas, un colgante con brillantes en forma de metralleta y varios collares y pulseras con la forma de un osito de una conocida marca.
Pero la mayor parte del dinero y la droga no la hallaron all¨ª, sino en escondites dentro de sus veh¨ªculos con caleta, como se llama a los agujeros para ocultar algo, repartidos por todo Madrid. ¡°Hemos requisado varios coches, pero pueden tener m¨¢s. Es un m¨¦todo muy seguro, t¨² escondes la droga o los billetes en agujeros, lo aparcas en cualquier punto y solo cuando lo necesitas vas a por ello, para pagar un piso a tocateja por ejemplo¡±, explica el investigador principal. Los polic¨ªas actuaron el d¨ªa en el que sab¨ªan que los detenidos necesitaban uno de los coches en los que guardaban una pistola de mango blanco.
En la operaci¨®n, se han intervenido 125.000 euros en efectivo, siete kilos de coca¨ªna, dos de hero¨ªna y 10 armas de fuego con 700 cartuchos. Entre las armas, un bol¨ªgrafo chapado en oro capaz de disparar y que puede llegar a ser ¡°letal¡± a corta distancia. Tambi¨¦n hab¨ªa un bast¨®n cuya empu?adura se desmonta para ser un pu?al. Los agentes han estado detr¨¢s de este clan m¨¢s de dos a?os. ¡°Algunos ya tienen experiencia con las detenciones y por eso hemos detectado que, con el paso de los a?os, han aprendido las t¨¦cnicas policiales y han tomado nota de los procesos judiciales, de ah¨ª lo de tener estufas para quemar pruebas, esconderlas de forma itinerante en los coches¡¡±, apunta el investigador principal. Tambi¨¦n por eso, los l¨ªderes no se dejaban ver en la Ca?ada e innovaban en las formas de distribuir su mercanc¨ªa.
Los polic¨ªas se dieron cuenta de que los miembros del clan se dedicaban a mandar muchos paquetes, muchos, a pa¨ªses de Europa del Este. En una ocasi¨®n intervinieron uno de ellos para comprobar sus sospechas: dentro del bote de colacao que conten¨ªa, hab¨ªa coca¨ªna. ¡°En ese momento acabaron con esa v¨ªa de financiaci¨®n¡±, puntualiza el polic¨ªa que coordin¨® la operaci¨®n. El clan era consciente de que, como nuevos amos de la droga, estaban en el punto de mira, pero eso no los detuvo, hasta que lo hizo la polic¨ªa. ?Qui¨¦n ocupa su lugar en este negocio ilegal que devora todo lo que toca?
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