Las casas de los ferroviarios se hac¨ªan as¨ª
La colonia Hogar Ferroviario, inaugurada en 1927, fijaba en sus estatutos hasta los m¨¢s peque?os detalles para la construcci¨®n de las viviendas
Desde el cielo, parece el recorrido circular de un tren de juguete.
Cuando se avanza en coche por la avenida de Moratalaz, en paralelo a la colonia, los tejados a cuatro aguas y parte de la segunda planta de los chalecitos asoman por encima del muro, creando la ilusi¨®n de los vagones de un tren que avanza. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis.
Al entrar por uno de los accesos peatonales, una se?al ferroviaria ¨Dimportante, no hay que llamarla sem¨¢foro¨D recibe a los visitantes. Hoy, tambi¨¦n, lo hace un amplio, dicharachero y alegre comit¨¦ de bienvenida formado por varios vecinos.
Toma la palabra Luis Cort¨¦s (65 a?os, Madrid), profesor universitario jubilado de Sociolog¨ªa Urbana, que explica el origen de la colonia: ¡°La Sociedad Cooperativa de Casas Baratas el Hogar Ferroviario, formada por trabajadores de la l¨ªnea ferroviaria Madrid-Zaragoza-Alicante ¨Dla MZA, que luego se convertir¨ªa en Renfe¨D se fund¨® el 8 de agosto de 1919. Cuatro a?os despu¨¦s, levant¨® las primeras ocho viviendas destinadas a trabajadores de la compa?¨ªa. En 1927 se inaugur¨® la colonia completa, que consta de 51 hotelitos y de una casa comunal¡±.
En los documentos que proyectaban la colonia, se especificaba desde el material que deb¨ªa utilizarse en la construcci¨®n de los muros y traviesas ¨Dun ladrillo llamado recocho que, por su excesiva cocci¨®n, no es uniforme ni en el color ni en la forma¨D, a los diferentes tipos de escalera ¨D¡±ladrillo, manperl¨¢n de hierro y solado de baldos¨ªn corriente¡± para las de acceso a la vivienda y ¡°de madera en la forma corriente¡± para las que daban a la planta principal en las viviendas de tipo D¨D. Limitaba las opciones para los postigos a ¡°madera del Norte, de Balsain o de las Navas¡± o ¡°previa presentaci¨®n de muestras, de la llamada pino laricio procedente de Cuenca¡±.
Se indicaba c¨®mo deb¨ªan pintarse las habitaciones, que los retretes deb¨ªan ser ¡°de loza del pa¨ªs con tabloncillo de haya¡±, que las cocinas ten¨ªan que incorporar una ¡°hornilla para carb¨®n vegetal¡±, que los fregaderos ser¨ªan ¡°de piedra artificial, de 0,60 metros, de un seno¡± o que en la puerta de entrada se instalar¨ªa ¡°un timbre o llamador mec¨¢nico¡±, a lo que a?ad¨ªa despu¨¦s: ¡°Pudiendo el contratista si lo desea ponerle el¨¦ctrico, bien con la luz o por medio de pilas¡±.
Pese a la uniformidad de las construcciones ¨Dque comparten elementos como el friso de ladrillo bajo el tejado¨D, no hay ninguna parcela exactamente igual a otra. Fue el resultado de la necesidad de acoplamiento entre ellas. Los 15.206 metros cuadrados del per¨ªmetro acogen una l¨ªnea exterior de viviendas y dos manzanas centrales.
Los cinco modelos originales combinan casas de una o dos plantas, pareadas o independientes. De unos 80 metros cuadrados las de una planta, de 54 por piso las de dos. Cuatro dormitorios, cocina, ba?o y sala de estar. Todas con patio en parcelas de unos 180 metros. ¡°Son viviendas sociales. Modestas, con muy buenas prestaciones¡±, se?ala Luis.
Rosa S¨¢nchez (71 a?os, nacida en la casa en la que vive), Mercedes Prieto (75 a?os, nacida tambi¨¦n en la colonia) y Mercedes Gil (71 a?os, Madrid), recuerdan los tiempos en los que la colonia pertenec¨ªa al municipio de Vic¨¢lvaro. ¡°Exist¨ªa una zona que se llamaba Moratalaz, y que nosotros conoc¨ªamos como el barrio de las latas, con sus huertas, su chatarrero, su lechero, sus cultivadores de flores¡ La vida se hac¨ªa principalmente con Vallecas. Pasamos una infancia maravillosa. Como en un pueblo peque?ito, hac¨ªamos la vida en la calle. Aqu¨ª hemos salido¡ sal¨ªas despu¨¦s de comer, volv¨ªas a merendar, volv¨ªas a salir, volv¨ªas a cenar, sal¨ªas de nuevo¡¡±, recuerdan riendo.
El 48% de sus habitantes actuales son descendientes de ferroviarios.
Tambi¨¦n hay quien, como Jes¨²s, se ha convertido en descendiente consorte de ferroviario y hoy colecciona elementos que tienen que ver con el gremio. Suya es la se?al que recibe al visitante en la entrada peatonal a la colonia. ¡°Para que no se olviden los or¨ªgenes ni la identidad de la colonia¡±. Asegura tener m¨¢s en casa. ?De d¨®nde las sac¨®? Silencio y mirada p¨ªcara.
En el muro exterior, unos azulejos reproducen seis tipos de locomotoras del siglo XIX. Jes¨²s las explica ¡°como homenaje¡± y da la clave para diferenciarlas: la chimenea. ¡°La americana lleva un apagachispas ¨Dlo que le daba una forma de embudo¨D porque se nutr¨ªan de madera. Las europeas no lo necesitaban porque utilizaban carb¨®n¡±. Junto a los azulejos, un panel recoge la historia de la colonia. Incorpora una foto en la que se ve el molino de agua que surti¨® a los vecinos en los primeros a?os.
Caminando por la ¨²nica calle de la colonia ¨Da la que da nombre Manuel Mar¨ªa Arrillaga, que fue presidente de la MZA, benefactor de la cooperativa y en la que una peculiar numeraci¨®n trae de cabeza a los repartidores que llegan hasta aqu¨ª¨D se alcanza la Casa Comunal. Es un edificio de dos plantas con aires de casa consistorial desde cuyo balc¨®n se daba el preg¨®n de las fiestas de la colonia. Dicen los vecinos que aqu¨ª, en los bailes, se conocieron varias parejas. Que hab¨ªa mucho ¨D¡±pero mucho¡±¨D teatro. Que en estas tablas debut¨® Tony Leblanc bailando claqu¨¦. Que las asambleas que acog¨ªa pod¨ªan durar hasta dos d¨ªas.
Este edificio fue una escuela para los ni?os de la colonia. En la planta baja hay un sal¨®n de actos. En la segunda a¨²n se conserva la distribuci¨®n de las aulas y el suelo original de madera. ¡°Esta fue la primera clase en la que estuve¡±, dice Luis al tiempo que abre la ventana. Da a su casa. ¡°Mi madre me miraba desde la ventana, que da justo enfrente, y yo la ve¨ªa desde aqu¨ª¡±. Y se emociona un poco al recordarlo.
Hoy la colonia va ya por la tercera generaci¨®n de vecinos. Incluso una casa est¨¢ ya en la cuarta. ¡°Hay picos de natalidad¡±, explica Luis. ¡°Y ahora estamos en uno. Lo s¨¦ porque vuelve a suceder aquello de que te llamen al timbre de casa, salgas y no haya nadie. Y eso da mucha alegr¨ªa¡±.
La Casa Comunal es, ahora, espacio para asambleas o fiestas de cumplea?os de los vecinos. No todo el mundo tiene llaves. La gesti¨®n de la colonia se lidera con un presidente, un vicepresidente y un administrador. Hay un empleado de mantenimiento que entra a las 9.00 y sale a las 18.00. El trabajo se divide por comisiones. De festejos, de alcantarillado, de aparcamientos o de valla ¨Dla colonia est¨¢ cerrada desde los a?os ochenta¨D.
Poco a poco, van ordenando los numerosos documentos ¨Dactas, principalmente¨D en los que se puede consultar el plan financiero para la amortizaci¨®n de las 18.000 pesetas que llegaba a costar una casa. En esos documentos, los futuros habitantes leer¨¢n tambi¨¦n las, hasta el momento, cuatro ocasiones en las que las casas estuvieron a punto de ser expropiadas para levantar edificios y c¨®mo la unidad y la lucha vecinal lo evit¨®, hasta conseguir que se declarara colonia protegida.
De vuelta al exterior, se oyen numerosos p¨¢jaros. Podr¨ªan ser cotorras, gorriones, mirlos, petirrojos, carboneros, estorninos o vencejos.
Ayuda a enumerarlos Tan¨ªa Rodr¨ªguez (44 a?os, Madrid). Es bi¨®loga. Trabaja en la subdirecci¨®n de Medio Ambiente de ADIF. ¡°De casualidad¡±, asegura. Su madre naci¨® aqu¨ª. Su bisabuelo era ferroviario. Ella fue una de las personas que propuso hacer un perfil de la colonia en Facebook. ¡°El objetivo es abrir la colonia, que se conozca su historia y su singularidad. Nos estamos planteando que se pueda abrir puntualmente para que la gente pueda visitarla. Pero tambi¨¦n es una forma de que los vecinos sepan m¨¢s sobre ella. Es importante conocer la historia y los detalles del lugar en el que vives¡±, sentencia.
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