Dos veredictos para juzgar el asesinato de Valentina tras anularse la primera sentencia por el comentario de un jurado: ¡°Culpable y todos a casa¡±
La Audiencia Provincial de Madrid repite la vista oral contra un hombre acusado de violar y matar a su esposa. ?l defiende que alguien entr¨® en su casa a robar y acab¨® con la vida de ella
Del asesinato de Valentina C. han pasado m¨¢s de seis a?os y en los pr¨®ximos d¨ªas se dictar¨¢ el segundo veredicto por este homicidio. El primero se pronunci¨® en septiembre de 2020: culpable. El acusado que se sentaba ante el juez es el mismo que lo ha hecho ahora: el marido de la v¨ªctima, David A. La primera vez lo llevaron hasta la Audiencia Provincial de Madrid desde la c¨¢rcel, en esta ocasi¨®n y por el tiempo transcurrido, lo hace por su propio pie como un hombre en libertad, a menos que se dicte una sentencia que le prive de nuevo de ella. Un comentario del portavoz del jurado hace tres a?os a las puertas del juzgado lo ech¨® todo por tierra: ¡°Ya ve¨ªa que nos ¨ªbamos a tener que quedar a dormir en el hotel. Culpable y todos a casa¡±. Y a?adi¨®: ¡°Total, este (el acusado) no es nada nuestro¡±. Ese cambio de voto fue el que inclin¨® la balanza para condenar a David.
Aquel comentario prepotente anul¨® todo el proceso. Uno de los suplentes del jurado lo escuch¨® y le reproch¨® en¨¦rgicamente su falta de compromiso y responsabilidad. No solo eso, sino que adem¨¢s acudi¨® a una notar¨ªa del municipio madrile?o de Galapagar para hacer constar lo que acababa de suceder. Con ese documento, se present¨® ante la magistrada que presid¨ªa el tribunal de este caso, quien, al no encontrar irregularidades en el acta escrita que le hab¨ªa presentado el jurado, acab¨® dictando sentencia d¨ªas despu¨¦s: 21 a?os de prisi¨®n. La Audiencia Provincial no consider¨® que tuviera potestad de iniciar una investigaci¨®n para aclarar lo supuestamente ocurrido. Para ponerla en marcha, los miembros del jurado deber¨ªan haber reflejado los motivos de nulidad en el acta que entregaron a la jueza. Nunca se tom¨® declaraci¨®n al resto de integrantes del jurado, ni siquiera al supuesto autor del comentario.
La magistrada, sin embargo, indic¨® a la defensa del acusado que podr¨ªa utilizar el acta notarial en su recurso. Algo que el letrado hizo. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) anul¨® seis meses despu¨¦s el juicio y orden¨® repetirlo. ¡°Damos por sentado que cuando una persona acude a un notario y realiza unas manifestaciones de tanto detalle como las que constan en el acta, es consciente de la gravedad de que uno de los miembros del jurado, motivado por la prisa, se inclin¨® por la condena¡±, rez¨® el fallo del TSJM. As¨ª es como el crimen de Valentina se guard¨® en un caj¨®n tres a?os m¨¢s, hasta esta semana. Unos meses despu¨¦s de la anulaci¨®n del primer juicio, David sali¨® de prisi¨®n porque se hab¨ªa agotado el tiempo m¨¢ximo que se puede permanecer en prisi¨®n preventiva y la hija que ten¨ªa con Valentina regres¨® a vivir con ¨¦l, como explic¨® ¨¦l mismo en la repetici¨®n de la vista oral. La ni?a tiene ahora 12 a?os.
En la mayor¨ªa de los procesos, los acusados llegan a la vista oral admitiendo los hechos y la estrategia de defensa suele consistir en conseguir una rebaja de pena o la absoluci¨®n. En este caso, David nunca ha admitido haber matado a su mujer, algo de lo que la Guardia Civil y la Fiscal¨ªa no albergan ninguna duda. No solo eso, sino que consideran que antes del asesinato, David la agredi¨® sexualmente, motivo por el que el Ministerio P¨²blico solicita la prisi¨®n permanente revisable al ser uno de los supuestos que contempla esta pena. La fiscal tambi¨¦n solicita una orden de alejamiento de 30 a?os con respecto de la hija de ambos. ¡°Ella sabe por qu¨¦ estoy aqu¨ª, nunca se lo he ocultado¡±, afirm¨® el acusado en su declaraci¨®n en la vista oral.
El nuevo jurado deber¨¢ decidir qu¨¦ versi¨®n cree sobre lo sucedido tras las puertas del chalet que compart¨ªa la pareja en Collado Villalba. El 26 de mayo de 2017, un viernes, David y Valentina acabaron su jornada laboral en su negocio, un taller mec¨¢nico, y se fueron de cervezas con compa?eros de trabajo. La mujer ten¨ªa 37 a?os cuando fue asesinada, la pareja llevaba tres casada, ella era rumana, pero llevaba viviendo en Espa?a muchos a?os. Ten¨ªa otros dos hijos de una relaci¨®n anterior y su esposo, otra. La cosa se alarg¨® y terminaron cenando en un restaurante al que sol¨ªan ir, donde se tomaron alguna copa en la sobremesa. Era un d¨ªa de celebraci¨®n porque la pareja acababa de decantarse por una casa que pretend¨ªan comprar. Alrededor de las dos menos cuarto, acab¨® la velada y el matrimonio regres¨® a su casa. La hija de ambos pasaba esa noche en casa de una amiga. Hasta aqu¨ª el relato com¨²n.
La acusaci¨®n asegura que cuando llegaron a casa de madrugada, David quiso tener relaciones sexuales con Valentina, pero esta no. Una de las pruebas clave para apoyar esta narraci¨®n es que la v¨ªctima presentaba en sus muslos dos heridas que las forenses que realizaron la autopsia definieron como ¡°muy caracter¨ªsticas¡± de un ¡°abordaje sexual¡±. Se trata de la marca del pulgar y el ¨ªndice en ambos muslos, signo de que ha existido un intento violento de penetraci¨®n. ¡°Se ve que esta mujer luch¨® por su vida¡±, asegur¨® la forense que acudi¨® al domicilio del crimen.
Seg¨²n la versi¨®n que para ella es m¨¢s probable, la mujer sufri¨® un traumatismo en la cabeza en el forcejeo que pudo alterar su consciencia. Una vez consumada la agresi¨®n, seg¨²n este relato, David asfixi¨® a su mujer para evitar que le delatara. Envolvi¨® su cuerpo de cintura para abajo, at¨® sus manos y sus piernas con una cinta adhesiva de color plateado y tambi¨¦n le amordaz¨® la boca y le puso una bolsa en la cabeza. A la ma?ana siguiente, fue a una cafeter¨ªa y a un circuito de motos, hizo una ¨²ltima parada para tomar un caf¨¦ en un hostal y cuando regres¨® a su casa, alert¨® al 112 de que hab¨ªa encontrado a su esposa muerta en el dormitorio: ¡°Han entrado a robar y han asesinado a mi mujer¡±.
Para la Guardia Civil, todo ese periplo matutino fue una treta de David para permanecer fuera de casa las suficientes horas como para justificar que su chalet hab¨ªa sido asaltado y el ladr¨®n hab¨ªa asesinado a su mujer. ¡°Se pueden contar con los dedos de una mano los casos en los que los ladrones han amordazado a los moradores y, adem¨¢s, no escogen un s¨¢bado para entrar¡±, asegur¨® el guardia civil que instruy¨® la investigaci¨®n. Lo tuvieron tan claro, que fue detenido ese mismo domingo, dos d¨ªas despu¨¦s del homicidio, tras el funeral de Valentina. Los agentes no hallaron ning¨²n signo de cerraduras forzadas, ni plantas pisadas bajo las ventanas. Tampoco encontraron la casa desvalijada y la mujer conservaba un reloj y una sortija en su mu?eca y en su mano. Los investigadores de homicidios de la Guardia Civil tampoco encontraron l¨®gico que David se diera una ducha en un hotel cercano a su casa cuando regresaba del circuito de motos y creen que esa acci¨®n tuvo como objetivo eliminar pruebas de ADN. Aun as¨ª, tomaron fotograf¨ªas del acusado al ver que ten¨ªa ara?azos en las mu?ecas y la espalda.
La comparecencia de las forenses que formaron parte del levantamiento del cad¨¢ver y la autopsia junto con la de otro profesional contratado por la defensa de David se alarg¨® m¨¢s de seis horas. Seg¨²n el informe de las profesionales del juzgado, Valentina muri¨® entre las cuatro y las seis de la ma?ana. Para el otro perito, esta franja puede ser m¨¢s amplia y es imposible descartar que la v¨ªctima fuera asesinada m¨¢s tarde de las ocho de la ma?ana, cuando David se fue de la casa. La defensa y las acusaciones, ejercidas por el letrado Fernando Doria y la Comunidad de Madrid, exprimieron a los m¨¦dicos. Conseguir que Valentina hable a trav¨¦s de sus heridas por la boca de los forenses ser¨¢ clave en la decisi¨®n del jurado. Las im¨¢genes del cuerpo se proyectaron durante toda la sesi¨®n, incluida la de un colgante circular que fue hallado bajo la cabeza de Valentina porque la cadena que lo sosten¨ªa se hab¨ªa roto en la agresi¨®n. A las sesiones del juicio no acudi¨® ning¨²n miembro de la familia ni de la v¨ªctima ni del acusado.
La defensa insisti¨® en la existencia de unas huellas no identificadas y en la desaparici¨®n del m¨®vil de la v¨ªctima para ofrecer una versi¨®n alternativa. En un extenso informe final que se alarg¨® durante dos horas, el letrado Manuel Alonso apoy¨® minuciosamente la versi¨®n de David. Se agarran al hallazgo de tres huellas de un var¨®n no identificado en la cinta con la que se at¨® a la v¨ªctima. ¡°Var¨®n uno¡±, repiti¨® insistentemente el letrado, ¡°ese es el autor real del asesinato¡±. Este agresor, sostuvo la defensa, conoc¨ªa a Valentina y hab¨ªa quedado con ella esa ma?ana con intenci¨®n de robar en su casa, porque sab¨ªa que en el chalet el matrimonio ten¨ªa grandes cantidades de dinero en met¨¢lico. ¡°Una vez cometido el crimen, rob¨® el tel¨¦fono de la mujer porque en este se hallar¨ªa la prueba de que esa ma?ana se hab¨ªa citado con ¨¦l en casa¡±, asegur¨®. ¡°Ellos quer¨ªan tener otro hijo y se iban a comprar una casa, ?qu¨¦ motivos hab¨ªa para matarla?¡±, a?adi¨®.
El abogado mencion¨® el caso de Roc¨ªo Wanninkhof, por cuyo asesinato se conden¨® injustamente a Dolores V¨¢zquez. Tambi¨¦n capt¨® la atenci¨®n de los miembros del jurado al medir con una regla el ancho de la mano de David para probar que las huellas en los muslos de Valentina no proceden de su mano, como cuando el jugador de f¨²tbol americano O. J. Simpson se prob¨® ante el jurado los guantes hallados en la escena del crimen de su mujer para probar que a ¨¦l no le cab¨ªan.
La meticulosa fiscal Victoria Bonilla desgran¨® en diez puntos el motivo de su acusaci¨®n, por la que pide la mayor pena posible en el sistema jur¨ªdico espa?ol. Seg¨²n su criterio, esas huellas son una mera contaminaci¨®n de la escena y destac¨® que hab¨ªa ADN de David bajo las u?as de la v¨ªctima. ¡°Valentina ya no puede volver a la vida, pero s¨ª se puede hacer justicia¡±, concluy¨®. Por segunda vez.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.