El debut futbol¨ªstico de Candela, una ni?a de ocho a?os que sue?a con jugar en Miami
Este s¨¢bado fue un d¨ªa especial para una peque?a futbolista madrile?a que se ha apuntado a un equipo despu¨¦s de ¡°motivarse much¨ªsimo¡± viendo el ¨¦xito de la selecci¨®n femenina en el Mundial
Candela Caballero se despert¨® este s¨¢bado antes de lo normal, a las ocho de la ma?ana. Estaba inquieta pensando en la cita m¨¢s importante del d¨ªa, su primer partido de f¨²tbol en serio. La noche anterior hab¨ªa dejado cuidadosamente extendidas sobre su escritorio la camiseta, medias y calzonas del Club Deportivo Legan¨¦s. A los pies, unas botas blancas y rosas como las de su ¨ªdolo, el colchonero Antoine Griezmann. A la una de la tarde comenzar¨ªa el encuentro contra las benjaminas de f¨²tbol sala del Torrej¨®n de Ardoz. Un amistoso, s¨ª, pero da igual. Para esta ni?a de ocho a?os, este es el primer partido de una prometedora carrera que la llevar¨¢ a fichar alg¨²n d¨ªa por el Inter de Miami de su otra estrella, Leo Messi.
Se prepar¨® unos cereales con leche que acompa?¨® con un pl¨¢tano y se sent¨® en el sal¨®n delante de la tele con su hermana de cuatro a?os, Carmen. Dej¨® elegir a la peque?a los dibujitos, los del perro Bluey, aunque ella hubiera preferido ver algo para ni?os m¨¢s grandes. No le import¨®. Estaba prepar¨¢ndose mental y f¨ªsicamente para el partido. Sac¨® la esterilla de ejercicios de su madre y se puso a hacer estiramientos. Nerviosa, iba de una habitaci¨®n a otra, mientras sus padres hac¨ªan preparativos. El partido es un acontecimiento para esta familia de cuatro que vive en un piso de Alcorc¨®n, al sur de Madrid, y que este nuevo curso tiene como gran novedad la afici¨®n de Candela por el f¨²tbol. El desplazamiento a Torrej¨®n es para esta peque?a deportista casi como un viaje a otro pa¨ªs.
¨D¡°?Cu¨¢nto hay de aqu¨ª a Torrej¨®n?¡±, le pregunta a su padre, Jos¨¦ Carlos.
¨DMedia hora.
¨D?Y eso cu¨¢nto es?
¨DTreinta minutos. ?Si lo has estudiado!
Candela tiene ojos color miel y media melena rubia que se recoge en una coleta. Comparte habitaci¨®n con su hermana y duerme en una litera con tantos peluches que parece el arca de No¨¦. Le gusta dibujar y patinar, pero nunca antes hab¨ªa sentido tanta emoci¨®n por una actividad como por el f¨²tbol. Los padres sab¨ªan la fecha de este partido desde hace dos semanas, pero para que durmiera tranquila se lo ocultaron hasta el martes.
Se hab¨ªa pasado el verano jugando con sus primos al bal¨®n en el cortijo familiar de Villanueva del Duque, el pueblo cordob¨¦s de su padre. Pero fue a finales de agosto, en el apartamento de la playa en Conil, C¨¢diz, cuando dijo por primera vez que quer¨ªa ser futbolista. Lo hab¨ªa pensado durante un tiempo, pero no se decidi¨® hasta que vio en la tele el triunfo de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol femenino en el Mundial. ¡°Me motiv¨¦ much¨ªsimo¡±, dice ella. ¡°Quiero jugar en Miami porque me va a fichar un equipo grande y me voy a ir al extranjero¡±.
Al volver a casa, Jos¨¦ Carlos la inscribi¨® en el C.D. Legan¨¦s donde ya jugaba una amiga de Candela en una categor¨ªa superior. Ella quer¨ªa jugar en f¨²tbol de c¨¦sped, pero para esa edad el club no ten¨ªa equipo femenino y optaron por el equipo de f¨²tbol sala pensando que ya habr¨¢ tiempo para dar el salto. En las ¨²ltimas tres semanas ha ido a seis entrenamientos con ni?as que tampoco han jugado en su vida y que se han apuntado atra¨ªdas por el boom del f¨²tbol femenino. El C.D. Legan¨¦s ha pasado este a?o de uno a tres equipos benjamines femeninos para dar respuesta a tanta demanda. Tanto en f¨²tbol 11 como en f¨²tbol sala se ha disparado el inter¨¦s dicen en la Federaci¨®n Madrile?a de F¨²tbol. Y se da otra novedad significativa: hasta hace poco, lo normal es que las chicas empezaran a jugar de adolescentes. Ahora, llegan con seis, siete y ocho a?os, como ha pasado desde hace generaciones con los ni?os.
M¨¢s dif¨ªcil de lo esperado
La liga de Candela empieza en octubre, pero antes, toca estrenarse contra el Torrej¨®n. Jos¨¦ Carlos no ha podido unirse a ellas porque est¨¢ de turno de guardia y le acaban de llamar. Trabaja de t¨¦cnico inform¨¢tico para una gran cadena de supermercados y ha surgido una incidencia. La madre, Sonia Morcuende, conduce a las peque?as en su Kia Sportage gris. Ponen la radio a todo volumen y suena el ¨¦xito discotequero de Ana Mena, A un paso de la Luna, que las dos peque?as cantan a toda voz.
En el pabell¨®n Jorge Garbajosa de Torrej¨®n, Candela se encuentra con su nueva pandilla. ¡°?Mola chicas, es gigante!¡±, es lo primero que exclama Candela.
No los reconoce ninguna, pero en la cancha entrenan en ese momento los jugadores del Inter Movistar de f¨²tbol sala, uno de los mejores equipos de la primera divisi¨®n nacional. Est¨¢n todas hechas un manojo de nervios. Hablan de lo poco que han dormido y de lo grandes que parecen las rivales, que esperan sentadas en la grada a pocos metros.
¨D?Has visto a la portera? ?Es dos metros m¨¢s grande que nosotras!
Las ni?as del Legan¨¦s no lo sab¨ªan, pero sus rivales son benjaminas de segundo a?o. Como ellas, tienen 8 o 9 a?os de edad, pero llevan ya una temporada compitiendo y esa diferencia en estas categor¨ªas es un mundo. Es el tiempo en que se dominan cosas b¨¢sicas como correr con el bal¨®n controlado o c¨®mo colocarse en la pista. Las entrenadoras, Selene Mart¨ªn, de 31 a?os y Laura Mart¨ªnez, de 16 a?os, vaticinan en privado una goleada, aunque no les preocupa mucho. ¡°Esta es la mejor categor¨ªa para entrenar porque no les molesta perder¡±, dice Mart¨ªn.
Candela empieza de suplente, como otras dos compa?eras. Mordisquea el asa de su mochila mientras contempla los primeros compases. Ve al otro lado de la pista, en la grada, a su madre, su hermana y sus abuelos: ¡°?Est¨¢n gritando Candela!¡±, dice se?al¨¢ndolos.
En menos de un minuto, el Torrej¨®n ya ha tirado a puerta con peligro, y en la segunda jugada, un fallo en defensa del Legan¨¦s acaba en el primer gol. Las visitantes se reponen r¨¢pido, pero en solo cuatro minutos cae el segundo y en el minuto seis, el tercero. Es entonces cuando la entrenadora Laura llama a Candela a la que pide que se ponga atr¨¢s a defender.
Pero es dif¨ªcil poner orden. Las ocho jugadoras de campo, las del Torrej¨®n y las del Legan¨¦s, corren detr¨¢s del bal¨®n como abejas en busca de la miel. ¡°?Cada una a una!¡±, les recuerda Laura, para que marquen en defensa a sus rivales.
Las rotaciones en el banquillo son frecuentes y Candela vuelve a salir, acalorada, chocando la mano de Laura. Bebe agua y contempla c¨®mo las torrejoneras siguen atacando. ¡°A ver si metemos un gol aunque sea¡±, dice. A su lado, su compa?era Nicole le pregunta: ¡°?T¨² crees en Dios? Vamos a orar¡±. Le coge las manos y Candela responde que ella no sabe rezar porque no va a catequesis. Nicole cierra los ojos y dice: ¡°Porfa Dios ay¨²danos a darnos energ¨ªa para ganar el partido¡±. Candela le sigue el juego.
Vuelven a mirar a la cancha y Torrej¨®n sigue atacando. La delantera chuta fuerte y le da un balonazo en la cara a la portera del Legan¨¦s. Ha salvado al equipo, pero la ha dejado en el suelo llorando. Se para el juego y Laura entra al campo a consolarla.
M¨¢s tarde, una compa?era de Candela tira a puerta y el bal¨®n lo atrapa la portera que mide m¨¢s de 1,60. Los padres de las visitantes lo celebran casi como un gol.
Pero los goles de las anfitrionas siguen cayendo, uno tras otro. Como el marcador electr¨®nico est¨¢ desactivado, todo el mundo pierde la cuenta. Ni siquiera el entrenador rival, Eduardo Valiente, est¨¢ al tanto ya del resultado. ¡°En liga tenemos la norma de que si la ventaja es de m¨¢s de diez goles no seguimos contando¡±, explica. En su banquillo, sus jugadoras compiten a ver qui¨¦n marca m¨¢s. ¡°Yo llevo dos¡±, presume una de ellas radiante.
El partido acaba a los cuarenta minutos y apenas se notan las diferencias de ¨¢nimo entre ganadoras y perdedoras, que no han podido marcar un gol de consolaci¨®n. Todas las jugadoras se hacen una foto de grupo en una porter¨ªa y se despiden de las rivales chocando las manos. Despu¨¦s, las futbolistas del Legan¨¦s hacen pi?a junto al banquillo. ¡°?Os lo hab¨¦is pasado bien?¡±, pregunta Selene. ¡°Pues es lo importante, ?no?¡±. Las peque?as ponen una mano en el centro del c¨ªrculo y la lanzan al aire a la de tres: ¡°?Un, dos, tres, Legan¨¦eees!!
Candela se abraza a su familia: ¡°?Y papi?¡±. Jos¨¦ Carlos, que se ha perdido el partido por culpa de la incidencia, habla con ella por el tel¨¦fono de la madre: ¡°Lo importante es pasarlo bien¡±, le recuerda. Ella, en modo competitivo, repone: ¡°Es que eran muy grandes¡±. La temporada es larga. Ya habr¨¢ tiempo de celebrar victorias. Como este es un d¨ªa para celebrar, deciden almorzar fuera de casa con Jos¨¦ Carlos, que se unir¨¢ a ellas. A Candela le permiten elegir restaurante y ella responde con la ilusi¨®n de una ni?a hambrienta: ¡°?Al buf¨¦ libre, al buf¨¦!¡±
Contacta con el autor por correo fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
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