Hab¨ªa perros salchicha con banderas en el lomo; hombres con banderas como falda y atadas al cuello; hab¨ªa banderas en las mu?ecas, en algunas mascarillas, en las patillas de las gafas, en el m¨®vil, metidas en el bolso. Hab¨ªa balcones con banderas, pasteles con banderas, palmeritas de la pasteler¨ªa La Mallorquina con los colores de Espa?a. Hab¨ªa tambi¨¦n gente que no hablaba espa?ol que ondeaba banderas, turistas arrastrando maletas y otros reci¨¦n aterrizados. Hab¨ªa inmigrantes sin residencia, pero con banderas, trabajadoras del Metro con banderas, jubilados mon¨¢rquicos que hab¨ªan tra¨ªdo las suyas de casa. Poco antes de las 11 de la ma?ana de este martes, los caballos de la Guardia Real anunciaban el paso fugaz de la Familia Real por la Puerta del Sol, donde todo este gent¨ªo se congregaba. Minutos despu¨¦s, la princesa Leonor juraba la Constituci¨®n. No hab¨ªa un sitio m¨¢s espa?ol que esta plaza.
¡°Viva el Rey¡±, se desga?itaba un hombre solo en el kil¨®metro cero. En este punto de la capital, ¡°engalanado¡± para la ocasi¨®n ¡ªcomo pidi¨® en un bando su alcalde, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, y asegur¨® con decenas de miles de banderitas gratis la presidenta de la Comunidad, Isabel D¨ªaz Ayuso¡ª se sigui¨® desde dos pantallas el acto oficial con un furor contenido. Lejos y viejos quedaban aquellos tiempos en los que se llenaban las plazas de bote en bote, como en la boda de los Reyes en 2004, o incluso cuando Felipe VI tom¨® el relevo a su padre hace nueve a?os.
Estas son las fotos m¨¢s destacadas de los actos que se celebran este martes, d¨ªa en que la princesa de Asturias cumple 18 a?os y accede a la mayor¨ªa de edad
Los primeros en llegar a Sol, sobre las 9.30 de este martes laborable, se hab¨ªan asegurado el sitio frente a la valla, desde donde ver¨ªan a la princesa y a los Reyes pasar en un Rolls-Royce, el de los momentos importantes. No era dif¨ªcil conseguir un hueco. La mayor¨ªa de los asistentes era gente jubilada, como Carmen Quinteiro, de 73 a?os, que hab¨ªa tomado el metro esta ma?ana y unas cuantas banderas de sobra. Todos le ped¨ªan una bandera como la suya, ¡°con el escudo¡±: ¡°Si llego a traer m¨¢s y las vendo, me forro¡±, se re¨ªa. ¡°Estoy aqu¨ª porque la ni?a me chifla¡±, agreg¨®.
Poco antes de las 11.00, el coche de los Reyes se acercaba a la plaza. Las trompetas y los caballos de la guardia anunciaban su llegada y todav¨ªa hab¨ªa muchos despistados que deambulaban por la explanada sin entender qu¨¦ estaba a punto de pasar. Unos adolescentes de Alemania, que est¨¢n de intercambio estudiando en Madrid el bachillerato, aunque no hablan ni una pizca de espa?ol, se hac¨ªan selfis con las banderas y reconoc¨ªan no tener ni idea de qui¨¦n era esa tal Leonor, pero todo les resultaba muy ¡°ex¨®tico¡±. Una madre y una hija italianas acababan de aterrizar sin saberlo en el peor sitio para ellas: ¡°No sabemos qu¨¦ est¨¢ pasando, pero no podemos llegar a nuestro Airbnb, la calle est¨¢ cerrada¡±, se?alaba la madre sorprendida.
Marisol Lozano, de 52 a?os, se hac¨ªa discretas fotos frente a tanta gente con banderas. Esta mujer peruana, que huy¨® hace un a?o de la miseria en Lima (Per¨²) y lleg¨® a Espa?a a buscarse la vida, que vive en una habitaci¨®n en Collado Villalba por la que paga casi todo lo que gana (350 euros al mes), no quiso perderse este acto. ¡°Me da un poco de pena que no haya ido la Reina, la otra, Sof¨ªa, ella vino a mi pa¨ªs, ?sabe?¡±, comentaba t¨ªmida en mitad de un acto al que reconoce que asisti¨® por ver a la gente, porque pasa mucho tiempo sola.
Mientras se mezclaban los que quer¨ªan estar ah¨ª y los que no, en la primera l¨ªnea de la valla una mujer comenz¨® a gritar: ¡°?Por Espa?a, Leonor!¡±. La mujer insist¨ªa, como si estuviera enviando a la Princesa a la guerra, en lugar de al Congreso de los Diputados, que era a donde se dirig¨ªa. Unas horas antes, la agencia de noticias inglesa, que entiende bien de estos asuntos, advert¨ªa al mundo anglosaj¨®n de que la princesa Leonor ¡°juraba lealtad a una naci¨®n dividida¡±.
En Sol sonaron pitos y abucheos cuando se escuch¨® a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, recitar poemas en valenciano, vasco y gallego. En la primera l¨ªnea de la valla desde donde se sigui¨® la ceremonia solo se hablaba espa?ol, si acaso ingl¨¦s o franc¨¦s. En mitad de los que gritaban ¡°fuera¡± a Armengol por dar las gracias en otras lenguas, la mujer de Per¨² miraba a su alrededor buscando una pista: ¡°Ah¨ª s¨ª que no entend¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Es redactora de la secci¨®n de Madrid. Antes trabaj¨® ocho a?os en la redacci¨®n de EL PA?S M¨¦xico, donde se especializ¨® en temas de narcotr¨¢fico, migraci¨®n y feminicidios. Es coautora del libro ¡®Rabia: ocho cr¨®nicas contra el cinismo en Am¨¦rica Latina¡¯ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020