Santiago Bernab¨¦u, as¨ª se extingue el tejido de un barrio
A?os de obras, conciertos y un nuevo metro en camino contribuyen a disolver el entorno comercial tradicional del estadio del Real Madrid
Cuando en 1924 el Real Madrid dej¨® O¡¯Donnell y se fue a Chamart¨ªn, este era entonces un municipio separado de Madrid y el terreno de juego, el rect¨¢ngulo mejor segado de las huertas que lo rodeaban. Por aquel entonces El Viso, Prosperidad, Ciudad Jard¨ªn, Hispanoam¨¦rica, Nueva Espa?a y Castilla se llamaban Cuarenta Fanegas, Huerta del Obispo, Pinos, Progreso y Tetu¨¢n de las Victorias.
En 1944, Santiago Bernab¨¦u comenz¨® la construcci¨®n del Nuevo Estadio de Chamart¨ªn en una zona, La Castellana, que ya apuntaba como el ¨¢rea de expansi¨®n del Madrid de la postguerra. Dos d¨¦cadas despu¨¦s se levantaron algunos de los edificios de Concha Espina, Rafael Salgado o Padre Dami¨¢n que conformaron un barrio que hoy se extingue bajo los decibelios.
Un siglo despu¨¦s de la llegada del club blanco a Chamart¨ªn, los alrededores del Bernab¨¦u son un ir y venir de aficionados. De la tienda oficial salen decenas de asi¨¢ticos, del autob¨²s baja un grupo de indios y en la acera de enfrente varios mexicanos caminan ataviados con bufandas y camisetas de Bellingham. El ambiente recuerda las horas previas de las noches de Champions, aunque es lunes y en los bares de la zona a¨²n se sirve el cortado de media ma?ana.
Chamart¨ªn concentra seis barrios de la capital, donde viven 140.000 vecinos. Hispanoam¨¦rica, el barrio que rodea al Bernab¨¦u, es poco dado a protestar. Llevan seis a?os de obras, acaban de comenzar los conciertos, los amenazan con un t¨²nel y dos estacionamientos y ahora las miras est¨¢n puestas en la estaci¨®n de metro Alfredo Di St¨¦fano con una l¨ªnea que va directamente al aeropuerto. Y todo esto en unas pocas calles en las que hay unos 30.000 habitantes. ¡°Ha desaparecido el comercio peque?o, la fruter¨ªa, el sastre¡ ahora todo solo se abren bares y m¨¢s bares o negocios vinculados al Real Madrid¡±, dice Javier Garc¨ªa, de la Asociaci¨®n de Vecinos afectados por el Bernab¨¦u.
A simple vista, de los balcones cuelgan banderas de Espa?a y alg¨²n t¨ªmido cartel de quejas contra el ruido. Pero ganan mayoritariamente las primeras. En el ambiente, sin embargo, luce una sensaci¨®n de que algo se muere. Los grupos de vecinos de WhatsApp echan humo con quejas. Hoy una fuga de gas, ma?ana unos ¨¢rboles cortados, pasado 63 camiones de gran tonelaje en la puerta.
En los ¨²ltimos a?os, cualquier local que se quedaba vac¨ªo fue adquirido por el club blanco. El gimnasio, la tienda de decoraci¨®n, el establecimiento de juguetes fue reemplazado por el ?rea VIP del club, la Oficina de Atenci¨®n a Socios o las taquillas para las entradas al museo del Bernab¨¦u, tercer museo m¨¢s visitado de Madrid, despu¨¦s de El Prado y el Reina Sof¨ªa. ¡°El Madrid no deja escapar ni una oportunidad. Nos hemos convertido en un parque tem¨¢tico¡±, a?ade con nostalgia Garc¨ªa, un ingeniero de 72 a?os que lleva muchas d¨¦cadas viviendo la zona.
El argumento de quienes apoyan la transformaci¨®n de la zona es que los pisos se han revalorizado y su precio ha pasado de los 4.225 euros el metro cuadrado en 2016 a los casi 6.500 en la actualidad. En paralelo, los alquileres han subido m¨¢s de un 46%, seg¨²n Fotocasa. Las inmobiliarias consultadas todav¨ªa no son capaces de evaluar el impacto que tendr¨¢ vivir junto al samb¨®dromo blanco, pero s¨ª detectan el aumento de pisos tur¨ªsticos y la llegada de un nuevo perfil de vecinos m¨¢s joven. Este lunes, solo quedaba un piso disponible en Airbnb a un precio de 598 euros diarios.
Por si hubiera alguna duda de que el Bernab¨¦u es el mascar¨®n de proa de un modelo mucho m¨¢s ambicioso, en febrero los Gobiernos de Ayuso y Almeida firmaron con el Real Madrid un protocolo de colaboraci¨®n que estudiar¨ªa la construcci¨®n de una nueva parada de metro en la plaza de los Sagrados Corazones. La estaci¨®n se llamar¨ªa Alfredo Di St¨¦fano e ir¨ªa directamente al aeropuerto. ¡°?Qu¨¦ sentido tiene otra parada con Nuevos Ministerios a 10 minutos caminando y l¨ªnea directa al aeropuerto?¡±, se pregunta Marisol Luengo, que viene de tomar el caf¨¦ con sus amigas y tiene pavor a que a las gr¨²as del estadio le sigan las gr¨²as del metro.
Los vecinos lograron el pasado viernes una importante victoria judicial que ralentiza la conservaci¨®n del barrio. El alcalde Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez Almeida, sin embargo, est¨¢ estudiando un recurso contra los argumentos de la sentencia. ¡°No comparto algunos argumentos, creo que es mejor que los tr¨¢ileres de montaje vayan por un t¨²nel que por el exterior¡±, dijo. En ese sentido, explic¨® que ¡°mientras la sentencia no sea firme y no haya ejecuci¨®n provisional, las obras pueden continuar¡±. A los padres de los alumnos que ver¨¢n alterado el ritmo normal de clases les dijo que, a pesar de la llegada de 60 tr¨¢ileres de Taylor Swift, ¡°no deber¨ªa haber afecciones significativas en la entrada y salida de los colegios¡±.
Recientemente, en una entrevista con el escritor Jorge Dioni, autor de La Espa?a de las piscinas y El malestar de las ciudades, el autor llamaba la atenci¨®n sobre la llegada de fen¨®menos masivos de este tipo que alteran el rostro de las ciudades y desplazan a la gente. ¡°Lo curioso es que esto parece ser un tema que solo preocupa a la izquierda cuando los conservadores no se dan cuenta de que las sociedades que les gustan est¨¢n desapareciendo sin que hagan nada. El reportaje versaba sobre lo sucedido en Puerta del ?ngel, un barrio de 42.000 habitantes donde una empresa era due?a de 300 pisos. En el punto opuesto del plano de la ciudad, un fen¨®meno similar de turificaci¨®n amenaza las zonas nobles de la capital.
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