Peter, Candemor & Perinauer, servicios inmobiliarios (y funerarios)
Siempre hay alg¨²n buitre firmando una carta en la que le dicen al propietario de la vivienda en la que estoy de alquiler desde hace cuatro a?os que si le interesa venderla.
?ltimamente, cuando llego a casa siempre hay una carta en el buz¨®n para mi casero remitida por alguna inmobiliaria de esas con nombre pomposo que con sus iniciales ex¨®ticas y sus apellidos extranjeros intenta imitar la m¨ªstica de las Big Four. Cuando no es W & Y (Wamba y Y¨¢?ez), es Peter, Candemor y Perinauer, y cuando no es Maripauer Brothers es J. Peich Incorporated. El caso es que siempre hay alg¨²n buitre firmando una carta en la que le preguntan al propietario de la vivienda en la que estoy de alquiler desde hace cuatro a?os que si le interesa venderla. Est¨¢n m¨¢s que dispuestos a sentarse a negociar la compra en condiciones ventajos¨ªsimas, pues la rentabilidad que le puede ofrecer una finca de tales caracter¨ªsticas en un barrio como ese son sin iguales, incomparables, espeztaculares, as¨ª con z de, de Madriz.
Yo s¨¦ que le comen la oreja de esa manera porque me huelo la tostada cada vez que aparece un sobre con un marchamo de las caracter¨ªsticas que he descrito y salt¨¢ndome el derecho a la privacidad, el respeto a las comunicaciones confidenciales y las m¨¢s elementales normas de educaci¨®n, abro cartas que no son para m¨ª. Lo admito, s¨ª. Leo esos textos engolados que escribe alg¨²n chico que se hace pasar por tibur¨®n y me siento como si estuviese leyendo la ep¨ªstola que una mujer mil veces m¨¢s guapa, m¨¢s inteligente, m¨¢s joven y m¨¢s adinerada que yo le dirige a mi marido dici¨¦ndole: ¡°?Qu¨¦ haces con esa? ?No ves que est¨¢s muy por encima de ella? ?No ves que no est¨¢ a tu altura? ?No ves que alguien como t¨² se merece a alguien de mi nivel?¡±. Cuando tiro las cartas a la basura me siento como Dolly Parton cuando le hablaba a Jolene, aquella belleza que acechaba a su esposo, y me dan ganas de llamar uno por uno a los que firman las misivas. Llamarles y llorando decirles: ¡°Por favor, no se lleven mi casa. Queda un a?o para que acabe mi contrato, pero les suplico que me den la oportunidad de al menos renovar el alquiler. Me encanta mi piso, tengo aqu¨ª ya toda mi vida, estoy tan a gusto, soy cuarentona pero ya tengo achaques. S¨¦ que est¨¢ muy bien de precio teniendo en cuenta la zona donde se ubica pero me he mudado nueve veces desde que llegu¨¦ a Madrid, estoy muy cansada. No me obliguen a marcharme, se lo suplico. I¡¯m begging you, please don¡¯t take my flat¡±.
Pero luego me acuerdo de esos v¨ªdeos virales en los que asesores inmobiliarios jovenc¨ªsimos muestran buhardillas al l¨ªmite de la infravivienda como si fuesen el ¨¢tico de Richard Gere en Pretty Woman, una referencia que seguramente esos chavalines no pillar¨ªan (la de Dolly s¨ª, por Beyonc¨¦). Y recuerdo que un asesor inmobiliario en Madrid cobra una media de 22.500 euros al a?o, es decir, poco m¨¢s de 1.500 al mes como mucho, y comprendo que seguramente muchos de ellos estar¨¢n empezando su vida laboral, y que tambi¨¦n estar¨¢n de alquiler y que algunos vivir¨¢n en casas peores que la m¨ªa y que la mayor¨ªa al escuchar mis lamentos pensar¨ªan: ¡°Mu¨¦rase, boomer¡±. Y la verdad, yo boomer generacionalmente no soy (por eso no soy propietaria), pero de morirme un poco me entran ganas.
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