La decadencia del centro comercial Ermita del Santo mientras le llega el ¡°pelotazo urban¨ªstico¡±
El proyecto, aprobado en abril por el PP en Madrid para recalificar el suelo del inmueble y construir dos torres de 23 alturas y 548 viviendas, sigue adelante pese a la resistencia de una plataforma ciudadana que prepara un contencioso contra la Administraci¨®n. El lugar se sume en el abandono
A las diez de la ma?ana son las cuatro menos veinte. A media tarde, tambi¨¦n: las cuatro menos veinte. Y a las once de la noche, cuando un empleado del Burguer King arrastra los cubos de basura por las escaleras, de nuevo son las cuatro menos veinte. El reloj de aguja que preside la decr¨¦pita puerta principal del centro comercial Ermita del Santo se qued¨® parado alg¨²n d¨ªa de hace dos a?os poco despu¨¦s del mediod¨ªa. Los vecinos de Puerta del ?ngel viven desde ese simb¨®lico instante en una especie de incierta cuenta atr¨¢s ante un proyecto ¡ªel de construir sobre el suelo del centro dos rascacielos de 23 plantas y 548 viviendas¡ª que, de consumarse, cambiar¨ªa la idiosincrasia del lugar. Ellos lo catalogan como ¡°pelotazo urban¨ªstico¡±. El Ayuntamiento trata de venderlo como una iniciativa privada de ¡°inter¨¦s general¡± que incrementar¨ªa la oferta de la vivienda y de vivienda protegida, pero sobre la que sobrevuelan los fantasmas de la gentrificaci¨®n y la presumible expulsi¨®n a largo plazo de los vecinos de clase obrera que han sido tradicionalmente los residentes principales y que ya fueron desterrados de los barrios del centro. Puerta del ?ngel se suma as¨ª a los movimientos vecinales tan de moda en Madrid que luchan contra los designios del consistorio de la capital. La asociaci¨®n No al Pelotazo la Ermita del Santo ha recaudado m¨¢s de 16.000 euros con los que junto a Ecologistas en Acci¨®n pretenden presentar un contencioso administrativo.
En este suculento enclave de unos 50.000 metros cuadrados se dan todas las condiciones para la tormenta perfecta. Por un lado, las ganas del Ayuntamiento por introducir vivienda nueva y cara en la capital para revalorizar as¨ª una zona que se encuentra en un lugar sin igual: a 100 metros de Madrid R¨ªo y apenas kil¨®metro y medio de Pr¨ªncipe P¨ªo. Por otro, el empresario venezolano de 89 a?os Alberto Enrique Finol Galu¨¦, conocido como Beto, que es el m¨¢ximo accionista del terreno y el centro comercial que ha dejado morir, que ve ahora c¨®mo su infructuoso negocio puede encontrar un lucrativo final. La exalcaldesa Manuela Carmena ya rechaz¨® el proyecto durante su gobierno. Beto adquiri¨® el terreno en 2012 por 16 millones de euros. El Ayuntamiento afirm¨® en una nota de prensa que ¡°el descenso de la actividad comercial en esta zona, delimitada por el paseo que le da nombre, la calle de Sep¨²lveda y el parque de la Cu?a Verde, se debe a la obsolescencia de las edificaciones e instalaciones existentes, algunas de ellas de 1985, donde conviven usos deportivos y terciarios comerciales de escasa o nula actividad y uso. Estas construcciones suponen una barrera f¨ªsica y funcional para conectar con las zonas verdes del entorno y Madrid R¨ªo¡±.
¡°Eso no es para nada as¨ª¡±, afirma Laura Mcmihail, de 42 a?os, miembro de No al Pelotazo Ermita del Santo, cuando pasea por el p¨¢rking subterr¨¢neo de la Ermita, la ¨²nica forma de atravesar hasta el exterior del centro comercial donde a d¨ªa de hoy solo funciona la bolera, el gimnasio y un Burguer, adem¨¢s de los Karts de Carlos Sainz. ¡°Esto est¨¢ muerto porque les interesa dejarlo morir. Es de primero de especulador. Lo conviertes en un lugar in¨²til, casi fantasma, y luego justificas que hace falta vivienda nueva para dar el pelotazo. A¨²n as¨ª, estamos nosotros para pararlo¡±, comenta la mujer, que se queja de que su barrio de toda la vida haya mutado en una especie de laboratorio de pruebas para los fondos buitres y especuladores. Una sola empresa, Brwe, posee m¨¢s de 30 edificios y casi 300 departamentos en apenas unas calles.
Los movimientos vecinales est¨¢n al alza en la ciudad de Madrid aunque no siempre con el mismo ¨¦xito ni los mismos recursos, v¨¦ase los casos desiguales de la Elipa, Montecarlo o el Bernab¨¦u. Puerta del ?ngel es una zona hist¨®ricamente obrera que ha mutado a cierta clase media simpatizante de izquierdas. Sin embargo, en las pasadas elecciones europeas el bloque de derechas logr¨® una ligera ventaja. Una tendencia que ya se preve¨ªa desde hac¨ªa varios comicios. ¡°Dicen que es regeneraci¨®n urbana, pero sobre todo es regeneraci¨®n ideol¨®gica¡±, dice Laura. ¡°Con este modelo de bloques con piscinas, pistas de p¨¢del y parques privados lo que consigues es eliminar la vida comunitaria que impera aqu¨ª. Fomentas el individualismo y que la gente termine por no saber organizarse contra la Administraci¨®n. Es el modelo del Monopoli¡±, finaliza.
Puerta del ?ngel fue bautizada hace un tiempo como el ¡°nuevo Brooklyn¡±. En esta zona ubicada en la ribera derecha del Manzanares se huele ya lo que est¨¢ por venir.
¡ª?Mira, mira! Ah¨ª van esos hablando ingl¨¦s¡ª, advierte Javier Mart¨ªn, administrador en una empresa de comercio alimentario industrial.
Mart¨ªn, de 58 a?os, insiste en identificar uno a uno los apartamentos tur¨ªsticos que proliferan en el lugar. Por ejemplo en los bajos de la gigantesca torre de viviendas de 16 plantas que preside la glorieta del Puente de Segovia. ¡°Para todos los coches que vengan tenemos esta avenida espaciosa de dos carriles¡±, comenta con iron¨ªa refiri¨¦ndose a la calle Saavedra Fajardo.
¡ª?Te imaginas esos dos bloques de edificios aqu¨ª plantados?
¡ªNi en mis peores sue?os. Es como una pesadilla dist¨®pica. Si eso pasa, ser¨¢n entonces los del decimoquinto piso ¡ªque costar¨¢ casi un mill¨®n de euros¡ª los que gocen de las vistas que pint¨® Goya desde aqu¨ª en su cuadro La pradera de San Isidro. Casi n¨¢.
Las dotaciones p¨²blicas de Puerta del ?ngel, con una poblaci¨®n de 41.846 habitantes seg¨²n los ¨²ltimos datos de 2019, son las mismas desde hace 40 a?os: una guarder¨ªa, dos colegios, un instituto y dos centros de salud saturados. No hay biblioteca ni polideportivo municipal ¡ªsolo el gimnasio privado del propio centro comercial¡ª, y la ¨²nica piscina disponible es la de Casa de Campo, que todos los d¨ªas deja gente en la calle y donde aseguran los vecinos que se llega a formar un mercado de reventa de entradas.
¡°Este espacio estuvo muy vivo¡±, apunta Eva T., de 50 a?os, aparejadora y residente en el barrio desde que naci¨®. La mujer sopesa resignada la idea de que le traigan el centro de Madrid a la puerta de su casa. ¡°Abandonar el espacio es el primer paso para la gentrificaci¨®n. Primero dejas morir el lugar, ahogas a la gente que lo utiliza, y luego vendes que no queda m¨¢s remedio que el desalojo. Eso es lo que est¨¢ pasando aqu¨ª¡±, comenta. ¡°Es que parece que estamos pagando con dinero p¨²blico a responsables pol¨ªticos que hacen de agentes inmobiliarios con grupos de inversi¨®n en contra del inter¨¦s general. No recuerdo una acci¨®n a favor de los vecinos¡±.
Sin alicientes para los j¨®venes
El Divino Aqualung ech¨® el cierre el a?o 2006 despu¨¦s de ser una de las discotecas y salas de conciertos punteras de la capital. Por all¨ª pasaron artistas internacionales como David Bowie, Keith Richard, Liam Callagher de Oasis o Iggy Pop entre otros. El espacio fue con el tiempo reconvertido en el Teatro Goya, una sala de encuentros que funciona solo de vez en cuando.
Los pocos que habitan hoy el lugar son aquellos cuyos recuerdos es imposible que alcancen aquellas noches de gloria porque ni siquiera hab¨ªan nacido. El imberbe Juan de Pedro, de 16 a?os, que peg¨® el estir¨®n el verano pasado, trata de demostrarle a sus colegas, Laura Congosto, Dylan Andr¨¦s y Jonathan Sousa que ahora s¨ª es capaz de tocar el techo del p¨¢rking subterr¨¢neo de la Ermita. Tras varios intentos abandona en su empe?o. ¡°A ver si lo consigues antes de que lo derriben¡±, vacila Jonathan. La pandilla hab¨ªa planeado reunirse en la tarde del s¨¢bado en casa de Dylan para ver la serie de manga japonesa Ataque a los titanes, pero este ¡°se raj¨® a ¨²ltima hora¡±. Dieron unas vueltas por la calle, se sentaron en los bancos m¨¢s elevados del parque Caramuel y despu¨¦s bajaron a la Ermita a comer hamburguesas sueltas de un euro y beber refrescos en vasos rellenables. Tienen un aire cansado y taciturno. Laura cuenta al resto c¨®mo sus padres tuvieron que vender la peleter¨ªa en la que llevaban toda la vida en Puerta del ?ngel por su falta de rentabilidad. Ahora, el local, de dos plantas, se ha acondicionado para vivienda tur¨ªstica. La madre ha logrado colocarse como limpiadora y el padre como conductor de Cabify. ¡°Yo desde mi ventana escucho guiris hablando franc¨¦s o ingl¨¦s. Flipo¡±, apunta Jonathan.
En el interior de la hamburgueser¨ªa, a la derecha, hay una puerta acristalada que comunicaba con el centro comercial y que ahora permanece cerrada con cadenas. Al fondo se intuyen los pasillos oscuros donde los cuatro jugaban al escondite y compraban los regalos de cumplea?os. El m¨¢s especial para Juan Pedro fue un Lego de One Pice que todav¨ªa conserva en una caja de cart¨®n. La decadencia del centro comercial representa para los cuatro una especie de punto de inflexi¨®n en sus cortas vidas. ¡°?Sabes lo que nos pasa? Que nos hemos hecho mayores y no sabemos c¨®mo. De repente hubo una pandemia y al salir a la vida de nuevo ya no ¨¦ramos peque?os. Este centro comercial muri¨® con la covid. Al volver ya no era lo mismo¡±, afirma Laura. ¡°Tampoco nosotros¡±, a?ade Jonathan, su novio. La pandilla se levanta para curiosear tras los cristales. Los ni?os que fueron parece que a¨²n corretean por ah¨ª dentro.
El supuesto d¨ªa en que esto quede demolido y esas dos torres casi toquen el cielo, Laura, Dylan, Juan Pedro y Jonathan ser¨¢n ya j¨®venes universitarios.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.