Flores para el joven caballero de Vittore Carpaccio
El artista veneciano pint¨® hacia 1505 un enigm¨¢tico retrato que alberga el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Esta obra est¨¢ llena de especies vegetales, muchas muy utilizadas en los jardines en la actualidad
Hay tantos cuadros que parecen un jard¨ªn que a los amantes de las flores les gustar¨ªa poder entrar en m¨¢s de uno. Contrariamente a lo que se pudiera pensar, en muchas de estas obras las plantas no son un mero recurso est¨¦tico con el que acompa?ar a los retratados en la escena principal. Son actrices de excepci¨®n que narran lo que acontece en el lienzo o en la tabla, relatoras mudas que explican qui¨¦n es la persona con la que comparten el protagonismo.
Un paseo por cualquiera de los abundantes y bellos museos espa?oles puede deparar casi los mismos placeres que uno por el jard¨ªn. Hay flores, hay p¨¢jaros... hay vida. Aparecen plantas que el d¨ªa de antes no vimos: ?puede que esa fresa ayer no estuviera en esta Huida a Egipto y que haya brotado por la noche? Cuando se va mucho a un museo y se observa con detenimiento su parte bot¨¢nica, luego un jard¨ªn no volver¨¢ a ser lo mismo.
En el parque se encuentran las margaritas (Bellis perennis) de Juan de Flandes, los dientes de le¨®n (Taraxacum officinale) de Jan Brueghel el Viejo, las pimpinelas escarlata (Lysimachia arvensis) de Fra Angelico. Aquel ¨¢rbol de la plaza que empieza ahora a abrir sus yemas bajo el ben¨¦fico sol de marzo es el mismo que cobija a la Sagrada Familia de ese cuadro. Y, de esta forma, alg¨²n d¨ªa hasta queramos ir al museo con una regadera llena de agua para que una rosa se anime a abrir alguna flor m¨¢s.
Vittore Carpaccio, pintor veneciano a caballo entre el siglo XV y el XVI, apreciaba las plantas y sus flores. En muchas de sus obras aparecen representadas por aqu¨ª y por all¨¢. Sent¨ªa especial debilidad por el gordolobo (Verbascum thapsus), una planta tambi¨¦n muy querida por muchos paisajistas contempor¨¢neos que valoran la fuerza y la belleza de estas plantas m¨¢s silvestres. Carpaccio retrat¨® al gordolobo en muchas de sus obras. Tambi¨¦n aparece en Joven caballero en un paisaje (hacia 1505), de fondo y recortado contra el lago, a la izquierda de una rapaz posada que devora con fruici¨®n alguna presa.
Este lienzo, custodiado por el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, tambi¨¦n es otro jard¨ªn pict¨®rico digno de analizar. Justo al pie del caballero, a la izquierda del cuadro, crece una planta de vincapervinca (Vinca minor). De la misma familia que la adelfa (Nerium oleander), es una tapizante de suelos perfecta, capaz de vegetar en las sombras. Parece que el artista la ha situado en un lugar muy llamativo, adornada adem¨¢s por siete de sus flores azuladas tan caracter¨ªsticas. Precisamente por ese color, la vincapervinca se asociaba muchas veces a la Virgen Mar¨ªa en las obras religiosas. Pero tambi¨¦n tiene una connotaci¨®n funeraria muy potente, al ser considerada en tiempos antiguos una flor mortuoria, que incluso era plantada en los cementerios u ofrendada a los ni?os fallecidos. En la Edad Media se trenzaban guirnaldas con sus flores para d¨¢rselas a los condenados a muerte en su camino a la horca.
En el lado opuesto del cuadro, en la esquina derecha, hay otra herb¨¢cea con flores azules: una violeta (Viola odorata). Aunque muy ligada a todo lo que tenga que ver con el amor, tambi¨¦n se la relaciona con Pers¨¦fone, la reina griega del Inframundo, quien estar¨ªa recogiendo violetas cuando fue secuestrada por Hades. Como la vincapervinca, su nexo con lo funerario es evidente, al colocarse violetas en las tumbas de la Antigua Roma. Adem¨¢s, se ve una flor de lirio (Iris germanica) rozando visualmente la rodilla derecha del caballero. Su nombre cient¨ªfico guarda relaci¨®n con la diosa griega Iris, quien llevaba el alma de las mujeres fallecidas a la Tierra de la Paz Eterna. Quiz¨¢s por esto, desde la Antigua Grecia se la plantaba en las tumbas, una tradici¨®n que se puede observar hoy en d¨ªa en Oriente Medio.
A la izquierda del todo, aparece otro lirio (Iris florentina) de flor blanca. Las hojas de los lirios tambi¨¦n eran un s¨ªmbolo del dolor que sent¨ªa la Virgen por la muerte de su hijo Jes¨²s. Sus hojas, afiladas como espadas, eran como la tristeza que atraviesa el coraz¨®n. No casualmente, toda esta zona del cuadro est¨¢ cuajada de lirios, tambi¨¦n de otros lirios amarillos (Iris pseudacorus) de los que solo se observan sus hojas. ?D¨®nde est¨¢n sus flores? Desvanecidas, fruto de antiguas restauraciones, pero a¨²n se observan si se mira con atenci¨®n. Gracias a la labor de Eduardo L¨®pez para la Fundaci¨®n Factum, se puede contemplar c¨®mo las concibi¨® Carpaccio cuando pint¨® esta obra, al realizarse una reintegraci¨®n digital que recrea esos lirios amarillos, amantes de los lugares encharcados.
Puede que todas estas flores sean una ofrenda al caballero, que ya habr¨ªa fallecido cuando se le retrat¨®. Pero en este jard¨ªn con connotaciones funerarias de Vittore Carpaccio surgen otras muchas especies: flores azules de aguile?as (Aquilegia vulgaris), el fruto rojizo del aro (Arum italicum) o las margaritas de la matricaria (Tanacetum parthenium). Todas ellas aparecen en una conferencia en el propio museo sobre esta bot¨¢nica apabullante. La primavera ya est¨¢ aqu¨ª, llena de vida, dispuesta a renacer en los jardines y en los cuadros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.