C¨®mo el estr¨¦s de intentar tener hijos puede acabar con la relaci¨®n de pareja
Los tratamientos de fertilidad no solo suponen un coste biol¨®gico y econ¨®mico considerable, hay que a?adir la angustia y la frustraci¨®n en caso de que no den sus frutos. No instrumentalizar el sexo y la comunicaci¨®n son clave para que una relaci¨®n sobreviva
La apocal¨ªptica teor¨ªa malthusiana de que la poblaci¨®n estaba destinada a crecer en proporci¨®n geom¨¦trica, mientras la producci¨®n de alimentos lo har¨ªa de manera aritm¨¦tica, empieza a desinflarse y el futuro pinta m¨¢s como lo esboza la serie El cuento de la criada, donde fecundar hijos se convierte en una acrobacia biol¨®gica con triple salto mortal. Con lo que no cont¨® Thomas Malthus (1766-1834) en sus profec¨ªas fue con la contaminaci¨®n ambiental, con la toxicidad de los alimentos (llenos de pesticidas, para poder acabar con el hambre en el mundo) y con los disruptores endocrinos (especialmente presentes en los productos cosm¨¦ticos y de limpieza); principales causas de que la calidad del semen haya ca¨ªdo en picado en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
¡°En los a?os noventa, el porcentaje de buenos espermatozoides (bien formados y con buena movilidad) en la poblaci¨®n masculina era de un 30%; en el a?o 2000 baj¨® al 14% y en 2010 se situ¨® en el 4%. Hoy, el 60% de las parejas no llegan ni a ese umbral. Se sabe tambi¨¦n que la poluci¨®n puede estar relacionada con los abortos y con la dificultad de implantaci¨®n en la mujer¡±, apunta el ginec¨®logo Antonio Gos¨¢lvez, experto en reproducci¨®n asistida y comunicaci¨®n emocional y director de la Unidad de Reproducci¨®n Asistida del Hospital Universitario Quir¨®nsalud, en Madrid. Tanto es as¨ª que, como se?ala este experto, uno de cada cinco ni?os que nacen en Espa?a lo hace gracias a la reproducci¨®n asistida. Y augura que esta cifra ir¨¢ en aumento.
Si en un pasado no muy lejano los embarazos no deseados eran problemas comunes, ahora muchos conflictos vienen por querer tener hijos y no poder. Recurrir a la reproducci¨®n asistida no solo supone un coste econ¨®mico considerable (desde los 1.000 euros para una inseminaci¨®n artificial hasta los 6.000 euros de un ciclo de donaci¨®n de ¨®vulos); sino que, adem¨¢s, hay que a?adirle el estr¨¦s y la frustraci¨®n que puede producir en caso de que no d¨¦ sus frutos. Una dura prueba a la que no todas las parejas sobreviven.
Para Toni (53 a?os, Barcelona) supuso el fin de su relaci¨®n. Todo empez¨® cuando ¨¦l ten¨ªa 37 a?os y su mujer, 38. Sus espermatozoides no corr¨ªan lo suficiente, as¨ª que la primera fase del tratamiento de fertilidad fue medicarla a ella para hacerla m¨¢s receptiva y aumentar las posibilidades de ¨¦xito. Toni recuerda el sexo de esa ¨¦poca como ¡°estresante y artificial¡±: ¡°Hab¨ªa que hacerlo en un momento determinado y luego esperar a la siguiente fecha m¨¢s propicia. Cualquier atisbo de espontaneidad estaba contraindicado¡±. Como eso no funcion¨®, el plan B fue la inseminaci¨®n artificial con un donante. Tras tres intentos fracasados, la opci¨®n final fue adoptar en el extranjero, porque en Espa?a era casi imposible. ¡°El problema con esta situaci¨®n es que te metes en un c¨ªrculo que no tiene fin, y si quieres darle al stop, entonces pasas a ser el malo, el ego¨ªsta, el que no tiene en cuenta los sentimientos ajenos¡±, cuenta este economista y abogado catal¨¢n. ¡°Yo fui el que puso el punto y final a la relaci¨®n, porque mi pareja quer¨ªa adoptar tres ni?os mexicanos (eran hermanos y no quer¨ªa separarlos). Pero yo no ten¨ªa muy claro eso de meter a tres personas, de repente, en la familia; porque, adem¨¢s, nuestra econom¨ªa no era muy boyante por aquel entonces¡±.
Araceli ?lvarez es psic¨®loga, sex¨®loga, terapeuta de pareja y mediadora familiar. Trabaja en Artea y Aide, dos gabinetes de psicolog¨ªa y sexolog¨ªa en Sevilla, y ha dado apoyo psicol¨®gico en algunas cl¨ªnicas de planificaci¨®n familiar, por lo que conoce a fondo el se¨ªsmo por el que muchas parejas que buscan descendencia deben pasar. ¡°Los puntos de m¨¢xima fricci¨®n se encuentran en la sexualidad y en la comunicaci¨®n¡±, subraya. ¡°En el ¨¢mbito sexual se genera un cambio brusco. Algo que, en un principio, es placentero se vuelve una rutina que genera malestar. Se instrumentaliza¡±, advierte.
Si los cimientos de la pareja se apuntalan sobre todo en el sexo, puede que entonces se tambalee y caiga, debido a lo que Gos¨¢lvez llama el ¡°sexo militar¡± que, parad¨®jicamente, no da los resultados deseados. Muchas mujeres pueden sentirse vac¨ªas, incapaces de concebir; mientras que algunos hombres pueden acabar con el complejo de sementales, viendo c¨®mo su pareja ya no los quiere por s¨ª mismos, sino que lo que busca son esas peque?as c¨¦lulas que se mueven mucho y que fecundan al ¨®vulo. ¡°La frustraci¨®n de no tener hijos se vive de manera distinta seg¨²n el sexo, aunque siempre hay excepciones¡±, apunta este ginec¨®logo, ¡°la maternidad es algo m¨¢s instintivo, mientras que la paternidad es un deseo m¨¢s racional. De ah¨ª que la mujer lo viva todo de manera m¨¢s intensa; el ansia de tener descendencia o la frustraci¨®n, cuando los tratamientos fracasan. Por otro lado, el c¨®ctel de hormonas presente en los tratamientos de fertilidad no hace sino potenciar esos estados de ¨¢nimo¡±.
Los estereotipos de g¨¦nero, con tan mala prensa, viven aqu¨ª sus horas m¨¢s felices y se refuerzan en muchas parejas durante el largo proceso de la reproducci¨®n asistida. ¡°Desgraciadamente, es as¨ª¡±, se?ala ?lvarez, ¡°he visto c¨®mo en algunas cl¨ªnicas de reproducci¨®n asistida aconsejan a los hombres que deben ser los que se mantengan fuertes, ser el pilar que sustente la moral de la pareja; como si ellos no tuvieran sentimientos ni emociones. Pero, en muchos casos, ¨¦l adopta este papel de manera inconsciente, mientras que ella es la que m¨¢s sufre, llora y se queja. Algunos hombres se sienten tambi¨¦n muy culpables si el problema para concebir reside en ellos. Recuerdo el caso de un paciente que ven¨ªa llorando porque sus amigos le hac¨ªan bromas, pregunt¨¢ndole ¡®si el fusil se le hab¨ªa atascado¡±.
Lo que m¨¢s ve en consulta Gos¨¢lvez respecto a los roles de g¨¦nero es que el hombre se convierta en el espejo, en el altavoz de las emociones y demandas de la mujer: ¡°Es un tema muy delicado y hay que tratarlo con mucho tacto. En nuestra cl¨ªnica ofrecemos apoyo emocional durante todo el proceso y con todos los profesionales, y disponemos tambi¨¦n de un psic¨®logo, si es necesario. Siempre digo que yo no trato con dos personas, sino con tres pacientes: el hombre, la mujer y la pareja. Porque, adem¨¢s, cuando deciden acudir a una cl¨ªnica de fertilidad, la mayor¨ªa de las mujeres ya se han autodiagnosticado previamente, ya han probado una serie de recetas que han encontrado en Internet o en foros de fertilidad, donde se cuentan todo tipo de leyendas, como la de poner las piernas para arriba tras el coito para quedarse embarazada¡±.
La comunicaci¨®n a la que se refer¨ªa ?lvarez es otro de los aspectos que naufragan en el temporal de la infertilidad. De hecho, ella aconseja que para embarcarse en esta epopeya es fundamental que la pareja se lleve bien y tenga una buena comunicaci¨®n. De lo contrario, ¡°tiene muchas posibilidades de romperse¡±. Si la idea de que los hijos unen a los padres es falsa, atisbar que los tratamientos de fertilidad limar¨¢n los problemas conyugales es ya toda una fantas¨ªa. ¡°Incluso las parejas m¨¢s avenidas se ven inmersas en peleas, reproches, replanteamientos de las decisiones ya tomadas u opiniones de familiares y allegados, que no hacen sino echar m¨¢s le?a al fuego. ?No quiero ni imaginar lo que puede ocurrir si la pareja parte ya de una mala comunicaci¨®n!¡±, exclama esta psic¨®loga.
Ante todo esto, surge una nueva duda, ?hay que contar el proceso a los m¨¢s cercanos o es mejor callarse? En opini¨®n de ?lvarez, depender¨¢ del entorno: ¡°Si son de los que escuchan respetuosamente y suponen un apoyo, s¨ª. Si no, no. En estos casos hay que medir las palabras para no herir susceptibilidades, ya que a veces consejos bienintencionados pueden interpretarse de manera negativa. En muchos casos, m¨¢s que hablar, lo mejor es preguntar, escuchar y acompa?ar¡±.
Pero, quiz¨¢s, lo que peor sabor de boca deja en el proceso de la reproducci¨®n asistida son los sucesivos fracasos. ¡°El fracaso es intr¨ªnseco a la b¨²squeda¡±, apunta Gos¨¢lvez, ¡°pero la frustraci¨®n se previene con una informaci¨®n veraz, con un enfoque neutro que hable de las posibilidades de ¨¦xito y fracaso. Ahora hay cl¨ªnicas de fertilidad que se anuncian diciendo que aseguran el ¨¦xito o devuelven el dinero. A m¨ª no me parece ¨¦tico, porque genera falsas expectativas. No es tan f¨¢cil quedarse embarazada. De hecho, los porcentajes de ¨¦xito est¨¢n as¨ª: para la inseminaci¨®n artificial (con semen de donante) un 30%; fecundaci¨®n in vitro, un 50%; y con donaci¨®n de ¨®vulos, un 65%. Hay tambi¨¦n que rechazar pacientes con muy pocas posibilidades de fecundaci¨®n o mucho riesgo para el ni?o (debido a la edad o a otras circunstancias). Nosotros lo hacemos constantemente¡±. Otro de los consejos que dan los profesionales a las parejas en busca de descendencia es que ¡°deben saber cu¨¢ndo hay que parar; ya sea para retomarlo luego o para dejarlo antes de acabar muy da?ados, emocional, f¨ªsica o econ¨®micamente¡±.
Maribel (62 a?os, Madrid) supo poner el freno. ¡°Me cas¨¦ a los 39 y nunca hab¨ªa sentido la llamada de la maternidad. Fue mi pareja quien quer¨ªa tener hijos, as¨ª que empec¨¦ con los tratamientos de fertilidad, que no me sentaban muy bien¡±, recuerda. ¡°Me dejaban muy cansada, as¨ª que decidimos aparcarlos por un tiempo. Yo creo que quitarnos el ansia y el estr¨¦s de tener hijos y relativizarlo todo fue lo mejor. Cuando nos dimos una ¨²ltima oportunidad, ya sin muchas expectativas, son¨® la flauta y hoy tenemos una hija maravillosa¡±.
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