Sitofilia, la uni¨®n de los dos grandes placeres: sexo y comida
En esta pr¨¢ctica sexual altamente er¨®tica los alimentos tienen un papel importante, as¨ª como verbos asociados al acto de comer, como untar, morder o lamer. Pero hay unas l¨ªneas rojas: si se juega con ellos en la zona genital se debe tener cuidado, son partes sensibles que se pueden irritar con facilidad
?Cu¨¢ntas veces escucharon de peque?os aquello de que ¡°con la comida no se juega¡±? Pues no es cierto, muchas personas juegan con los alimentos, les dan una connotaci¨®n sexual, se excitan con el acto de comer, morder, chupar o ver a otros haci¨¦ndolo, e incorporan estas actividades a sus vidas er¨®ticas. Es lo que se llama sitofilia; que, seg¨²n el Diccionario Abierto y Corporativo, es el ¡°fetiche por el que se incluyen alimentos en las pr¨¢cticas sexuales¡±. Sito viene del griego, y significa alimento; ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
?Cu¨¢ntas veces escucharon de peque?os aquello de que ¡°con la comida no se juega¡±? Pues no es cierto, muchas personas juegan con los alimentos, les dan una connotaci¨®n sexual, se excitan con el acto de comer, morder, chupar o ver a otros haci¨¦ndolo, e incorporan estas actividades a sus vidas er¨®ticas. Es lo que se llama sitofilia; que, seg¨²n el Diccionario Abierto y Corporativo, es el ¡°fetiche por el que se incluyen alimentos en las pr¨¢cticas sexuales¡±. Sito viene del griego, y significa alimento; filia, en cambio, es amor o inclinaci¨®n hacia algo.
La sitofilia no es sin¨®nimo de atiborrarse ni de ser un zampabollos, sino que deber¨ªa ser algo sutil, que tiene m¨¢s que ver con la er¨®tica que con lo sexual o la genitalidad. Pero un vistazo a las redes sociales, a las cuentas relacionadas con este tema y a la pornograf¨ªa al respecto demuestran que hay mil formas de entender esta tendencia.
Dentro de las versiones m¨¢s est¨¦ticas est¨¢n el nyotaimori y el nantaimori. Ambas proceden de Jap¨®n y consisten en comer sushi o sashimi servido directamente sobre el cuerpo desnudo de una persona: nyotaimori, si es una mujer; o nantaimori, si es un hombre. En un cap¨ªtulo de Sexo en Nueva York, Samantha espera a su amante convertida en una bandeja de sushi. Otros ven en la sitofilia una inspiraci¨®n art¨ªstica, como es el caso del v¨ªdeo Visionaire 67- Fetish, dirigido por el fot¨®grafo estadounidense Steven Klein, en el que unos tacones muy afilados parten una manzana en dos. Otra variante es el sploshing, tambi¨¦n conocido en ingl¨¦s como wet and messy (h¨²medo y ca¨®tico), que consiste en esparcir diversos tipos de alimentos, bebidas o sustancias sobre el cuerpo, susceptibles de ser aplastadas, utilizadas a modo de aceite de masaje e incluso ingeridas. El cine guarda escenas memorables de sexo gourmet, como la de Nueve semanas y media (1986).
Esta utilizaci¨®n de los alimentos en la vida sexual tiene poco que ver con su supuesto poder afrodis¨ªaco. ¡°Los afrodis¨ªacos no existen, aunque a la canela, las ostras, las fresas o al chocolate se les atribuyan poderes m¨¢gicos para aumentar la libido y/o mejorar el rendimiento sexual, pero la evidencia cient¨ªfica es apenas inexistente¡±, explica Arola Poch, psic¨®loga y sex¨®loga de la red social liberal Wyylde. ¡°Es cierto que algunos alimentos contienen fenitelamina y anandamina, sustancias que estimulan la producci¨®n de dopamina y endorfinas, hormonas de la felicidad, presentes en el deseo sexual; o bien zinc o vitamina C, que activan el riego sangu¨ªneo. Pero la proporci¨®n de estas sustancias es tan ¨ªnfima que no podemos hablar de que tengan ninguna relevancia. Otra cuesti¨®n es la sugesti¨®n que cada cual pueda hacerse al ingerir determinados alimentos. Y es que el efecto placebo s¨ª que est¨¢ demostrado¡±, a?ade.
Sexo y comida siempre han estado hist¨®ricamente ligados, hasta el punto de que no se concibe una fiesta, celebraci¨®n, bacanal o cita rom¨¢ntica sin su porci¨®n de alimento y bebida. ¡°Esto se explica porque se trata de dos instintos primarios del ser humano. Sin uno de ellos no hubi¨¦ramos venido al mundo; sin el otro, no podr¨ªamos sobrevivir¡±, apunta Ra¨²l Gonz¨¢lez Castellanos, sex¨®logo, psicopedagogo y terapeuta de pareja del gabinete de apoyo terap¨¦utico A la Par, en Madrid. ¡°Estos instintos est¨¢n vinculados a las esferas de lo que nos da placer; pero adem¨¢s, en ellos est¨¢ muy presente el v¨ªnculo entre el eros (la pulsi¨®n de vida) y el thanatos (la pulsi¨®n de muerte), del que hablaban los griegos, y que tanto estudi¨® Sigmund Freud. Cuando comemos, sentimos gusto en el hecho de salivar, morder, chupar, tragar. Son sensaciones que tienen mucho que ver con el sexo; pero, al mismo tiempo, el acto de comer implica una cierta destrucci¨®n, muerte de los alimentos que cocinamos y que luego destrozamos en pedazos para ser ingeridos. Por otra parte, llevarse algo a la boca, chuparlo o succionarlo, es una manera muy primaria de conocerlo. Es lo que hacen constantemente los beb¨¦s para entrar en contacto con las cosas, para aprender¡±, se?ala el sex¨®logo.
Que el sexo es uno de los mayores placeres ya se sab¨ªa hace tiempo; pero, ¨²ltimamente, la comida se ha convertido en el atajo m¨¢s r¨¢pido a la felicidad, especialmente en una sociedad donde la soledad se extiende como una plaga. ¡°El placer oral, el beso, seguramente deriva de la alimentaci¨®n¡±, comenta Marino P¨¦rez, psic¨®logo especialista en psicolog¨ªa cl¨ªnica y miembro de la Academia de Psicolog¨ªa de Espa?a. ¡°Yo sostengo que la comida y las mascotas son los nuevos sustitutos del sexo¡±, contin¨²a, ¡°porque, aunque tengamos la sensaci¨®n de vivir en una sociedad hipersexualizada, las encuestas dicen que los encuentros sexuales de las nuevas generaciones son mucho menos frecuentes que los que ten¨ªan sus padres o abuelos. De esta manera, tener una mascota nos suple de amor y ternura y, adem¨¢s, evita los problemas de tener que relacionarse con ese ser tan complejo que es el ser humano. La comida, en cambio, nos proporciona ese placer f¨ªsico que degustamos a trav¨¦s de la boca. Pero est¨¢ claro que en la sitofilia se unen estos dos apetitos: el sexual y el carnal, intr¨ªnsecamente ligados. As¨ª vemos que, en el caso de las personas que sufren anorexia, la anulaci¨®n del hambre conlleva tambi¨¦n la supresi¨®n del deseo sexual¡±.
Esta simbiosis de dos grandes impulsos tiene su apoyo en el erotismo, porque se requiere de todo un ritual para seleccionar los alimentos, ponerlos en un contexto y darles un determinado papel en la obra. ¡°En este sentido¡±, comenta Gonz¨¢lez, ¡°todo lo que ejercite el erotismo es bienvenido, ya que lo tenemos muy olvidado en aras de la sexualidad, la genitalidad y el sexo r¨¢pido y utilitario¡±. Por su parte, Marino P¨¦rez subraya que ¡°la seducci¨®n, todo lo que tiene que ver con el cortejo, se est¨¢ perdiendo; en parte por la filosof¨ªa de lo pol¨ªticamente correcto, llevada hasta sus extremos, por la complejidad de las relaciones entre hombre y mujer, y por la influencia de la pornograf¨ªa. De tal manera que cualquier atisbo de ambig¨¹edad (en la seducci¨®n), de espontaneidad, de instinto, se borra o se reprime¡±.
La sitofilia, como todo, tiene sus l¨ªneas rojas. Precauciones que hay que observar cuando mezclamos estos dos ingredientes de manera burda y bizarra, como muestran la mayor¨ªa de los v¨ªdeos porno sobre el tema. Seg¨²n Arola Poch, ¡°si los alimentos tocan el cuerpo en zonas no ¨ªntimas, en principio no supone gran riesgo, m¨¢s all¨¢ de reacciones al¨¦rgicas que se puedan tener a determinados componentes y cuestiones de l¨®gica, como evitar el contacto con los ojos. Si se juega con ellos en la zona genital, ya hay que tener m¨¢s cuidado porque son partes muy sensibles, que se pueden irritar con facilidad. No es recomendable introducir alimentos o bebidas por la vagina o el ano, ya que pueden provocar infecciones. Hay tambi¨¦n que tener en cuenta que el hielo se puede pegar a la piel o a las mucosas y causar lesiones¡±.
Sustituir los lubricantes por aceites o mantequillas, emulando la famosa escena de El ¨²ltimo tango en Par¨ªs (1978), tampoco es una buena idea. ¡°No van a hacer la funci¨®n esperada, pueden provocar infecciones y da?ar el preservativo, que se lleva muy mal con los aceites¡±, comenta Poch, cuya escena preferida de sitofilia en el cine es cuando Salma Hayek, en Abierto hasta el amanecer (1996), deja correr la cerveza por su pierna y pie para dar de beber a un sediento Tarantino.