Javier de Benito: ¡°Antes que cirujano pl¨¢stico, soy m¨¦dico: curo el malestar del paciente¡±
El cirujano, de 76 a?os, pionero de las operaciones est¨¦ticas en Espa?a, publica ¡®Lo que aprend¨ª de las mujeres¡¯ despu¨¦s de ver a m¨¢s de 30.000 en consulta en 50 a?os de carrera. ¡°Sois el sexo fuerte¡±, afirma, a la vez que cree que los j¨®venes est¨¢n ¡°perdidos¡± ante las nuevas feministas
El instituto Javier de Benito en la acomodad¨ªsima calle de Serrano de Madrid bulle de actividad un jueves a las cinco de la tarde, aunque no se vea un alma fuera de sus silenciosos y elegantes cub¨ªculos. De eso se trata, de que no se vea a nadie que no quiera ser visto. Ser¨¢n los clientes, despu¨¦s, quienes digan, si lo desean, si han pasado por las manos de este cirujano pl¨¢stico. Como el ex molt honorable presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, a quien De Bentito le oper¨® los p¨¢rpados y las bolsas de los ojos. O la televisiva Carmen Borrego, a quien le intervino la papada en 2018. Pero estamos en la ¨²ltima semana de abril de 2024. El doctor se retrasa media hora larga de la hora de la cita y, por la expresi¨®n de apuro de la sol¨ªcita colaboradora que lo disculpa, una se lo imagina enfangado en plena faena, dando las ¨²ltimas puntadas a la sutura del en¨¦simo lifting, o terminando de aplanar el puente de una nariz rebelde, antes de lavarse las manos y ocuparse de la entrevista. Cuando por fin aparece, alto y din¨¢mico con su inmaculado pijama de manga corta, despliega su encanto, simpat¨ªa y caballerosidad de gal¨¢n de vieja escuela y dice que tiene toda la tarde. Por ¨¦l, a¨²n estar¨ªamos charlando.
?Viene del quir¨®fano?
Casi, esta ma?ana he hecho dos liftings, y ma?ana, otros dos. Pero ahora vengo de una consulta. La consulta es casi m¨¢s importante que la intervenci¨®n. Ah¨ª es donde se ponen las cartas sobre la mesa.
?Le eligen sus pacientes o los elige usted?
Las elijo yo. Y digo ¡°las¡± porque las mujeres son m¨¢s del 85% de quienes vienen.
?En virtud de qu¨¦ las escoge?
En virtud de si creo que me escuchan, que me entienden. De si tienen un concepto claro de su imagen y de lo que quieren conseguir, de si creo que puedo lograrlo, incluso si quieren arreglar algo que les han hecho en otro sitio. Ahora, si alguien me dice que no tiene novio porque tiene la nariz grande, por mucho que le haga, fracasaremos. Todo esto es una obra de psicolog¨ªa, adem¨¢s, o m¨¢s, que de cirug¨ªa. Porque el problema de los pacientes no est¨¢ en el f¨ªsico, sino en c¨®mo lo interpreta su cerebro.
?Qu¨¦ es un buen trabajo para usted?
El ¨¦xito, dec¨ªa mi amigo y maestro Ivo Pitanguy, no depende tanto de lo que hagas, sino de lo que salga de la operaci¨®n y c¨®mo sea interpretado y vivido por la persona. Tengo pacientes que me han dicho que les he cambiado la vida. Eso es el ¨¦xito total.
?Y el fracaso?
El peor fracaso es que una paciente, despu¨¦s de la operaci¨®n, me diga: ¡°No me veo¡±. Ah¨ª hay poco que hacer. T¨² la puedes ver fant¨¢stica, pero es ella quien tiene que verse.
?Cu¨¢ntas veces dice ¡°no¡±?
Uy, much¨ªsimas. No necesito el dinero. Si le digo que no a alguien, sigue viniendo mucha gente a la cl¨ªnica, as¨ª que puedo decir la verdad a mis pacientes. Y se la digo cuando pretenden cosas que sabes que no puedes conseguir, cuando lo que buscan y de lo que se quejan solo lo ven ellas, cuando me piden que les quite arrugas que no tienen para evitar que les salgan. No puedes llevar a la tintorer¨ªa la ropa limpia para evitar que se ensucie. Eso s¨ª, si quieres lavarla, no esperes a que est¨¦ suc¨ªsima.
?Reconoce una operaci¨®n suya?
No, jajaja. Reconozco a la paciente, si no hace mucho que la he visto. A veces, me saludan efusivamente por la calle y me dan las gracias, y no recuerdo de qu¨¦ las he operado. Entonces, le digo que est¨¢ guap¨ªsima, y se toca la nariz, o saca pecho, y entonces, caigo. De todas formas, si reconociera una operaci¨®n m¨ªa es que algo he hecho mal. Se supone que, si te opero, te voy a dejar mejor, pero no te voy a cambiar tanto para que no se te reconozca.
?La arruga es bella?
La arruga es bella en el alma porque significa que has vivido mucho. Y las de fuera pueden ser bellas si est¨¢s feliz con ellas. Re¨ªr causa arrugas. Ahora, si quieres seguir ri¨¦ndote y te molestan, puedo ayudarte.
?Tenerlas hoy, con tanta oferta de medicina est¨¦tica, es de pobres?
Ah¨ª hay dos cosas. La medicina est¨¦tica cuesta, claro. Todos conocemos a gente de 90 a?os en buenas condiciones que est¨¢ a gusto con su aspecto, pero, ?por qu¨¦ no va a hacer algo, si puede permit¨ªrselo, para que su edad cronol¨®gica coincida m¨¢s con su edad biol¨®gica y la idea que tiene de s¨ª misma? Cuando la gente critica si alguna actriz se ha tocado mucho o poco, si ella est¨¢ feliz y quer¨ªa eso, dejadla en paz. Qui¨¦nes somos para juzgarla.
Usted tiene una pinta estupenda. ?Lleva su cat¨¢logo puesto?
Me hice los p¨¢rpados a los 50 a?os, porque los pacientes, a las ocho de la ma?ana, me dec¨ªan que ten¨ªa mala cara y que si no hab¨ªa dormido, y un cirujano puede parecer de todo, menos cansado. Tambi¨¦n me hice un injerto de pelo para salir mejor en la tele y en las fotos: lo poco que ves es eso, el m¨ªo se me ha ca¨ªdo. Me hice un poco de liposucci¨®n en el ment¨®n y, bueno, ahora tendr¨ªa que volverme a hacer los p¨¢rpados y un lifting. No lo descarto, porque tengo que estar bien, mi problema es el tiempo.
?Los cirujanos son los m¨¦dicos con m¨¢s ego?
No es mi caso. Hay dos cosas que no he tenido en mi vida: ni celos ni vanidad. Cuando me muera, con toda la fama que pueda tener, la diferencia entre yo y un se?or que barre las calles es que, igual, a m¨ª, me sacan una foto en el peri¨®dico. Pero estaremos en el mismo sitio, hayamos hecho lo que hayamos hecho.
Bueno, sus manos no salvan vidas, como las de sus colegas de cirug¨ªa general.
Bueno, soy m¨¦dico, antes que cirujano pl¨¢stico. Se lo digo a mis residentes, que vienen a mi cl¨ªnica a aprender de todo el mundo. En nuestra especialidad hemos llegado a un punto, a veces fr¨ªvolo, en que tendemos a hablar de tetas, culos, p¨¢rpados, barrigas, papadas, ojos. Les digo: ¡°Nunca olvid¨¦is que detr¨¢s de cada culo y cada teta hay un ser humano que tiene sus motivos, y vosotros, primero, quisisteis ser m¨¦dicos para ayudarles¡±.
?Tiene pacientes o clientes?
Pacientes. No est¨¢n enfermos, a priori. Pero son pacientes por sus motivos y emociones: tienen un problema. No tienen un virus, o un c¨¢ncer, pero pueden tener un problema psicol¨®gico de interpretaci¨®n de su imagen. No est¨¢n felices con algo que tienen o no tienen, y, entonces, el verse bien hace que se sientan mejor. En ese sentido, curo, o intento curar sus malestares. Y no olvides que, en un quir¨®fano, un paciente se puede morir. Tengo tres premisas: conservar la vida, conservar las funciones, y, solo la tercera, que est¨¦ m¨¢s guapo y disfrute m¨¢s de la vida.
He le¨ªdo que tiene una ni?a de 18 meses con su segunda mujer, Irina, y eligi¨® su sexo en un proceso de reproducci¨®n asistida. ?No cree que eso va contra la bio¨¦tica?
Para nada. Yo quer¨ªa ni?a, tengo otra hija de 37 a?os y me han encantado siempre las ni?as. Las ni?as son m¨¢s de casa, tiran m¨¢s a los padres, se llevan al novio a casa. En Kiev, de donde es mi mujer, Irina, de la que estoy enamorad¨ªsimo, decidimos hacer el proceso, se puede elegir el sexo del embri¨®n y lo hicimos. No es un beb¨¦ a la carta.
?Qu¨¦ ha aprendido de las mujeres, como reza el t¨ªtulo de su libro?
Que sois el sexo fuerte. Ten¨¦is ventajas enormes frente a los hombres. Sois m¨¢s listas. No nos necesit¨¢is tanto como nosotros a vosotras. Solo un par de d¨ªas al mes que las hormonas os juegan una mala pasada, y eso si decid¨ªs que ese d¨ªa quer¨¦is divertiros. Siempre he dicho que el hombre, para echar un polvo, necesita un lugar, y la mujer, una causa. Desde hace mucho, tampoco nos necesit¨¢is econ¨®micamente, pod¨¦is vivir la vida que quer¨¢is, porque antes depend¨ªais de un hombre, y ahora, no.
?C¨®mo ha asistido a la eclosi¨®n del feminismo?
Mira, ahora los chicos est¨¢n asustados. No saben c¨®mo manejar a la mujer en muchos aspectos. Hemos pasado de un extremo a otro, y los extremos siempre se confunden. Me pasa hasta a m¨ª. A m¨ª me ense?aron a ser cort¨¦s y le abro la puerta a todo el mundo: pues el otro d¨ªa una se?ora de 50 a?os me solt¨® un bufido por abrirle la puerta en un restaurante. Eso no es machismo, es urbanidad.
Dice que no es vanidoso, pero en el libro habla de c¨®mo despliega sus ¡°plumas de pavo real¡± ante las se?oras.
Bueno, pero eso no es vanidad, eso son las armas que uno tiene. Todo eso de jugar al tenis, ser buen conversador, lo he hecho porque, si hubiera sido como George Clooney, solo con bajarme del coche hubiera pegado un polvo ah¨ª mismo por guapo. Pero, al no ser guapo, he sido un trabajador, de eso y de todo, de los de agotar. Yo he picado monta?as de piedra y, al final, me dec¨ªan que s¨ª por agotamiento.
Con tanta operaci¨®n ser¨¢ usted megarrico. ?Cu¨¢les son sus lujos?
Pobre no soy. Tuve barco, pero lo vend¨ª, porque comprend¨ª que es mucho mejor tener amigos ricos que lo tengan. El lujo es ver salir el sol cuando me levanto. Estar con amigos en una cena y disfrutar. El lujo es como la belleza: para m¨ª, la belleza no es una nariz ni un culo ni unas tetas perfectas, sino aquella armon¨ªa que, a trav¨¦s de los sentidos, nos deleita la mente.
?Tiene miedo a la muerte?
No, creo en la reencarnaci¨®n, he tenido experiencias muy fuertes con m¨¦diums. No quiero morirme, claro. Soy muy feliz y me lo paso muy bien. Como tengo esta educaci¨®n judeocristiana, trabajar¨ªa hasta 20 minutos antes de morir y, cuando viera aparecer a la muerte, intentar¨ªa seducirla para operarle la nariz y que me dejara seguir viviendo para ver el resultado.
CUADERNO DE CONSULTA Y QUIR?FANO
Los días más felices de la vida de Javier de Benito fueron, según cuenta él mismo, el de su nacimiento y el que decidió dedicarse a la cirugía estética. Ni siquiera los igualan los de los nacimientos de sus hijas: una de 37 años y la pequeña, de solo 18 meses. "Las adoro, pero su futuro está por escribir, yo ya puedo decir que mi vida ha sido estupenda por haber nacido y por haber elegido ser cirujano", arguye. De Benito, nacido "el 14 de enero de un año par del siglo XX" —hay que insistirle para que aporte la data exacta (Barcelona, 76 años)—, hijo de un empresario textil y una mujer dedicada al hogar, se licenció en Medicina y Cirugía, y los contactos que hizo en Marbella en sus años de estudiante, trabajando en verano como profesor de tenis en un hotel de lujo, le abrieron los ojos y las puertas a un ecosistema, el de los ricos y famosos, que, después, a lo largo de su vida profesional, fueron buenos clientes de sus clínicas. Fue presidente de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética y está considerado como uno de los 10 mejores profesionales de la rama en el mundo. Ahora presenta el libro Lo que aprendí de las mujeres, en el que cuenta suculentas y divertidas anécdotas y particularidades de su oficio después de haber atendido a más de 30.000 mujeres en 50 años en, al menos, 17 clínicas de varios países: Rusia, Arabia Saudí, Países Bajos o Estados Unidos, entre otros. El poco pelo que le queda, reconoce, es implantado. En la lengua, no tiene. Tampoco se la muerde.
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