?Qu¨¦ hacer cuando el mundo se tambalea? Los desfiles de Par¨ªs se refugian en las grandes cuestiones para dar sentido a propuestas dispares
La intersecci¨®n entre lo natural y lo manipulado, la b¨²squeda en el pasado de soluciones para el presente o hasta la esperanza en la energ¨ªa de fusi¨®n han sido los curiosos puntos de partida de algunas de las pasarelas en estas jornadas
Una enorme flor de anturio en el centro, la misma que recibieron los asistentes como invitaci¨®n, ejerc¨ªa como ¨²nico decorado del desfile de Loewe. ¡°Me fascina el anturio porque, aunque es producto de la naturaleza, parece un objeto de dise?o¡±, contaba Jonathan Anderson tras su desfile en la semana de la moda de Par¨ªs este viernes. Esa idea, la de la intersecci¨®n entre lo humano y lo natural y entre lo org¨¢nico y lo tecnol¨®gico, lleva un tiempo obsesionando al dise?ador norirland¨¦s, que ya en su desfile masculino para la pr¨®xima primavera propuso prendas en las que crec¨ªa literalmente la hierba (creadas en colaboraci¨®n con Paula Ulargui).
En esta ocasi¨®n, dicha obsesi¨®n se concretaba en la tensi¨®n entre lo racional y lo natural: ¡°Me interesaba reflexionar sobre qu¨¦ ocurre cuando lo cotidiano cambia de dimensi¨®n o de textura¡±, ha explicado. Por eso los vestidos y las chaquetas se acortan casi al m¨ªnimo, los pantalones parecen acolcharse, las sudaderas se pixelan, los zapatos parecen hincharse y ciertas prendas quedan a medio drapear, como si les faltara la puntada final. Anderson lleva varias temporadas explorando nuevas siluetas a trav¨¦s del surrealismo: sus vestidos han incorporado armaduras met¨¢licas, miri?aques geom¨¦tricos y hasta han dado cobijo al chasis de un coche. Esta colecci¨®n para la pr¨®xima primevra, m¨¢s contenida visualmente, sigue redundando en esa b¨²squeda del dise?ador por entender qu¨¦ ocurre cuando la silueta cl¨¢sica, las prendas cotidianas, la tecnolog¨ªa y los objetos de uso diario, decorativos o no, interact¨²an desmontando lo que se espera de la propia moda.
La fusi¨®n de opuestos y, sobre todo, la (nefasta) acci¨®n de lo humano sobre lo natural tambi¨¦n han sido las cuestiones que han planteado algunos de los desfiles vistos estos ¨²ltimos d¨ªas en la capital francesa. Hace tiempo que cuestiones como la sostenibilidad o la apropiaci¨®n cultural dirigen el discurso de la industria de la moda, tanto que, a veces, llegan a sonar como conceptos comod¨ªn o vac¨ªos. Algunas de las propuestas parisinas, sin embargo, han encontrado formas novedosas y alternativas de encarar la cuesti¨®n.
En apariencia, la colecci¨®n que mostr¨® Gabriela Hearst en Chlo¨¦ ten¨ªa poco que ver con su est¨¦tica habitual, que suele entremezclar gui?os al folclore andino con la innovaci¨®n en tejidos reciclados. El jueves en el pabell¨®n Vend?me, decorado con juegos lum¨ªnicos, la dise?adora uruguaya presentaba una propuesta mucho m¨¢s industrial, con el blanco, el negro, el metal y la geometr¨ªa como protagonistas. Ten¨ªa sentido. Hearts no solo se inspiraba en un tema tan aparentemente ajeno a este mundo como la energ¨ªa de fusi¨®n, durante meses ha visitado las oficinas centrales de ITER y Helion, dos proyectos (el primero p¨²blico y el segundo privado) que trabajan para implantar este tipo de energ¨ªa a gran escala. ¡°Es esperanzador, porque reproduciendo el funcionamiento de este recurso natural, que mueve el planeta, podemos paliar la falta de otras energ¨ªas¡±, coment¨® la dise?adora. Adem¨¢s de este discurso ut¨®pico del futuro, que es probable que no gu¨ªe demasiadas elecciones de compra por parte de su clientela, Hearst plantea hechos que s¨ª deber¨ªan funcionar como criterio: toda la colecci¨®n es absolutamente limpia, a base de materiales reciclados y/o libres de agua y pesticidas.
¡°Todav¨ªa no somos completamente sostenibles, pero en dos o tres temporadas lo lograremos¡±, se sinceraba Olivier Rousteing, director art¨ªstico de Balmain, en la nota en primera persona que preced¨ªa a su desfile, o mejor dicho, a su festival: esta es la tercera vez que decide abrir su show al p¨²blico, nada menos que en un estadio de f¨²tbol, y donar los beneficios de la entrada a RED, la organizaci¨®n mundial que lucha contra los estragos del covid y el VIH. ¡°No creo en la moda como algo separado del mundo, me inspiro en la calle y me interesa estar en contacto con el p¨²blico¡±, contaba en una entrevista reciente en SMODA. Rousteing presentaba el pasado mi¨¦rcoles sus tres l¨ªneas principales (hombre, mujer y costura) bajo un mismo hilo conductor: el Renacimiento. ¡°Tras este a?o de olas de calor y dem¨¢s cat¨¢strofes naturales, es dif¨ªcil no ser pesimista, pero creo en el renacer, por eso esta ¨¦poca hist¨®rica, que tambi¨¦n fue un nuevo punto de partida, es mi forma de buscar la esperanza¡±, contaba el dise?ador en las notas, donde tambi¨¦n apuntaba que hab¨ªa vuelto a sus viejos libros de texto para hacer converger su est¨¦tica maximalista y sensual con estampados y detalles propios de los siglos XIV y XV. Su idea, mucho m¨¢s sui generis que la de Gabriela Hearst, aunque infinitamente m¨¢s viral (por el formato masivo del show y porque lo cerr¨® la mism¨ªsima Cher), tambi¨¦n ten¨ªa, sin embargo, elementos realistas, como los tejidos sin agua, los algodones enteramente org¨¢nicos o el denim reciclado.
¡°Vivimos tiempos surrealistas, as¨ª que es extra?o pero a la vez reconfortante volver al surrealismo, porque sirve para reflejar la realidad, pero tambi¨¦n para escapar de ella¡±, opinaba Daniel Roseberry antes de la presentaci¨®n de la colecci¨®n de pret a porter de Elsa Schiaparelli, la mujer que hizo moda con este movimiento art¨ªstico en la primera mitad del siglo XX, una firma dedicada al lujo irreverente y, en consecuencia, a la alta costura. Por eso resulta interesante trasladar sus ideales a la producci¨®n industrial de vestidos con punto arrojados, chaquetas de piel vuelta o prendas de denim creadas en talleres pero bordadas o pintadas a mano. Pero industrial aqu¨ª no quiere decir masivo: la est¨¦tica radical de Schiaparelli y su complicado proceso de ejecuci¨®n hace que solo se comercialicen un peque?o pu?ado de prendas en pocos puntos de venta, como los propios salones de la dise?adora en la Place Vend?me o los almacenes neoyorquinos Bergdorf Goodman.
Cuando Rick Owens se siente melanc¨®lico o superado por la ¡°situaci¨®n global¡± se retira a Egipto, ¡°donde parece que el tiempo no ha avanzado¡±, seg¨²n contaba en las notas personales que acompa?aban al desfile, que se celebra hist¨®ricamente desde hace a?os en la explanada del Palais de Tokio. Egipto, su indumentaria y el rol femenino de dicha civilizaci¨®n (sobre todo el religioso) han sido constantes en su trabajo, que esta vez, sin embargo, era mucho m¨¢s dulce que en el resto de ocasiones, si es que ese apelativo puede aplicarse a un dise?ador que ha hecho de la intersecci¨®n entre lo gal¨¢ctico, lo g¨®tico y lo religioso su se?a de identidad. En esta ocasi¨®n hab¨ªa colores como el fucsia o el celeste, piezas fluidas, casi et¨¦reas y hasta voluminosos vestidos de tul. Todos org¨¢nicos o reciclados; ¡°pero no quiero alabar nuestros esfuerzos porque todav¨ªa tenemos que mejorar¡°, contaba. Prefer¨ªa utilizar su lugar del mundo favorito para lanzar un mensaje a s¨ª mismo: ¡°A pesar de las guerras y de los desastres, siempre hay lugares bellos que sobreviven¡±.
Resulta curioso comprobar c¨®mo, despu¨¦s de una semana de la moda de Mil¨¢n que ha pasado casi de puntillas por la situaci¨®n pol¨ªtica italiana, en Par¨ªs el clima social parece invadir muchas de las ideas. Es casi la primera vez que muchas de las firmas implicadas encaran de manera espont¨¢nea la cuesti¨®n de c¨®mo fabrican sus productos. Sin embargo, y parad¨®jicamente, estamos ante las primeras semanas de la moda en a?os en las que la cuesti¨®n de la diversidad corporal parece no importar a nadie. Salvo Paloma Elsesser, la top model que no usa una talla 36, ninguna gran marca, ni aqu¨ª ni en la ciudad italana, parece haber contratado a modelos no delgadas. Es m¨¢s, la delgadez extrema parece volver a ser peligrosamente com¨²n en la pasarela. Como si esta industria no pudiera solucionar dos de sus problemas a la vez. Al menos la sociedad s¨ª ha cambiado.
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