Carolina Herrera o Gabriela Hearst: dos maneras de entender la belleza sobre una pasarela
A pocas horas de que cierre esta edici¨®n de la semana de la moda de Nueva York, las firmas se decantan por buscar lo bello en distintas lenguas, ya sea en desfiles o en los innumerables actos y presentaciones sat¨¦lites que enriquecen a esta cita
La semana de la moda de Nueva York se acerca a su fin con varias colecciones que juegan con diferentes enfoques en torno a la esquiva idea de la belleza. Para Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, todo empieza con el color: ¡°Estoy obsesionado y es lo primero que elijo cada temporada. Sobre ello construyo todo lo dem¨¢s¡±, dec¨ªa al terminar su desfile de este martes en el Museo Whitney. Bajo el sol que se colaba por las cristaleras dise?adas por Renzo Piano, su paleta brillaba atractiva: lilas, rosas o amarillos se intercalaban con blanco, negro y beige, insuflando energ¨ªa. La suya podr¨ªa parecer una respuesta evidente a esa b¨²squeda de la belleza, pero la propuesta del estadounidense era un golpe hacia delante en un trayecto s¨®lido de reinvenci¨®n de la firma, con la dificultad a?adida de no perder su esencia.
Una sencillez que no renunciaba ni a la diversi¨®n ni a la delicadeza: ¡°A diario suceden cosas horribles que no podemos controlar, por eso creo que las cosas que s¨ª podemos crear deber¨ªan ser bellas, alegres y optimistas. No vamos a combatir la oscuridad con m¨¢s oscuridad¡±, defend¨ªa Gordon. En este caso, con una colecci¨®n que part¨ªa de la inspiraci¨®n en los a?os noventa y que mezclaba esos cortes minimalistas con estampados florales o tonos pastel. Modernizaban el resultado faldas tubo en encaje o sat¨¦n combinadas con rebecas y tops cortos o un vestido de escote halter en el que la flor no aparec¨ªa estampada, sino construida con el tejido. Tampoco faltaron cl¨¢sicos de Carolina Herrera como los lunares o la camisa blanca, actualizada esta vez con mangas globo. La propia Herrera, que se despidi¨® de la pasarela en 2018, asist¨ªa al desfile desde la primera fila y felicitaba a Gordon al finalizar.
Para Gabriela Hearst cualquier concepci¨®n de la belleza pasa por tener en cuenta la huella en el medio y en las personas. Por ejemplo, el impacto positivo en los artesanos bolivianos que han tejido a mano el macram¨¦ que constru¨ªa varios de los vestidos. Hicieron falta 31 pares de manos y m¨¢s de 5.000 horas de trabajo para terminar esta labor. Tambi¨¦n la huella neutral de la napa que decoraba con parches otro de sus dise?os, pues proven¨ªa de los sobrantes de sus bolsos. La naturaleza, recurso constante para la dise?adora uruguaya, en este caso tomaba la forma de las fuerzas que van m¨¢s all¨¢ de la comprensi¨®n. Druidas y brujas se conjuraban para inspirar una colecci¨®n en la que la espiritualidad se plasmaba en largos ponchos o capas de sacerdotisa.
La del martes era una cita especial para Hearst, que en unas semanas presentar¨¢ su ¨²ltima colecci¨®n como directora creativa de Chlo¨¦, y la solucion¨® recuperando en el desfile de la marca que lleva su nombre las l¨ªneas argumentales de su estilo personal. Apuesta por la artesan¨ªa con acabados que la ponen en valor y lujo extremo en los detalles, como los vestidos de malla trenzados con hilo de cachemir. Pero no todo era et¨¦reo, el aquelarre se completaba con los trajes de chaqueta que tan bien remata Hearst. Y no es f¨¢cil hacer un sastre en ante rosa palo y que el resultado no quede caduco, pero la dise?adora cruza la chaqueta y a?ade ritmo a las perneras para hacerlo muy deseable. En la primera fila la actriz Amy Schumer o el cantante Leiva luc¨ªan dos versiones que lo ratificaban. ?De banda sonora? Una bell¨ªsima versi¨®n de El amor despu¨¦s del amor, de Fito P¨¢ez, que contribu¨ªa a condensar la magia del momento. Y como colaboradores, el artista haitiano Levoy Exil y Arnulfo Maldonado, responsable de la puesta en escena en una nave industrial en el puerto de Brooklyn.
En los muelles del oeste de Manhattan congregaba Cos a sus seguidores para desvelar una l¨ªnea que saldr¨¢ a la venta este oto?o. Como parte del calendario oficial de la New York Fashion Week, en la que se estrenaba hace un a?o, la ense?a propiedad del grupo H&M expon¨ªa todo el abanico de posibilidades del abrigo: de la gabardina a la capa, pasando por las versiones cruzadas, tanto para hombre como para mujer. Todo impregnado de su estilo n¨®rdico, pero mezclado con cortes que evocaban los a?os noventa.
No toda la actividad creativa suced¨ªa estos d¨ªas sobre una pasarela. En pleno barrio de Chelsea, el Consejo de Dise?adores de Moda Americanos (CFDA, por sus siglas en ingl¨¦s) abr¨ªa un showroom en el que iban compartiendo sus proposiciones dise?adores invitados, a los que el consejo apoya durante una mentor¨ªa de tres a?os. Algunos nombres dar¨¢n que hablar: el de la jamaicana Rachel Scott, de Diotima, o el de Henry Zankov, que aportaba una inesperada vuelta al punto.
Fuera de calendario aterrizaba en Nueva York la firma espa?ola Otrura, con una colecci¨®n que buscaba renovar cortes o colores: ¡°Nos inspiramos en la palabra reescribir y en sus significados; la revisi¨®n y reescritura de textos es una funci¨®n mental y discursiva que supone volver a trabajar el pensamiento a partir del borrador para clarificarlo¡±, explicaba su dise?ador, Sergio de L¨¢zaro. Adem¨¢s de Palomo Spain, la representaci¨®n espa?ola se cerraba con Custo Barcelona, que desfilaba el pasado domingo, y con la madrile?a Alejandra Alonso Rojas, que recurr¨ªa a los veranos en Menorca como fuente de inspiraci¨®n. La dise?adora asentada en Nueva York present¨® su colecci¨®n en un edificio del Lower East. Las suyas eran propuestas para entregarse al hedonismo estival, con vestidos f¨¢ciles de llevar a cualquier hora y con apuestas que mezclaban sat¨¦n y croch¨¦. La repercusi¨®n la tiene garantizada. Cont¨® con Nicky Hilton en la primera fila y, en las ¨²ltimas semanas, con una embajadora de excepci¨®n: el personaje de la neoyorquina m¨¢s neoyorquina (al menos para el imaginario global), Carrie Bradshaw, vest¨ªa uno de sus dise?os en la ¨²ltima escena de And Just Like That¡, precisamente en una en la que se escapaba de vacaciones.
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