Par¨ªs debate qu¨¦ ponerse en un mundo que se calienta
La ligereza de la propuesta de Louis Vuitton, los imprescindibles c¨®digos de Chanel en su versi¨®n m¨¢s veraniega y la reflexi¨®n clim¨¢tica de Miu Miu ponen punto final a la pasarela francesa
Hac¨ªa much¨ªsimo calor. Esta ha sido la frase m¨¢s pronunciada tras los desfiles de la semana de la moda de Par¨ªs. Una frase aburrida, prosaica, una conversaci¨®n de ascensor: hablar del tiempo es ese lugar com¨²n al que recurrir cuando no se sabe qu¨¦ decir y en estas semanas de encuentros fortuitos o repetitivos hay muchas ocasiones para no saber qu¨¦ decir. Sin embargo, cuando en octubre la temperatura en Par¨ªs es de 32 grados, ya no es una conversaci¨®n c¨®moda ni superficial y nadie puede dar la espalda a sus implicaciones, mucho menos la moda. Las respuestas de la industria ante el cambio clim¨¢tico se enfocan desde hace a?os en la sostenibilidad medioambiental, pero el sector que se encargar¨¢ de vestirnos en las subsiguientes olas de calor puede, y debe, tener respuestas inmediatas y tangibles, por algo est¨¢ en sus manos decidir si nos enfrentaremos a los 40 grados de verano embutidos en abrigos de cuero negro o en sedas y pantalones cortos.
Nicolas Ghesqui¨¨re replic¨®, sin intenci¨®n, el efecto invernadero al forrar de pl¨¢stico el edificio en obras del grupo LVMH en donde present¨® el martes su colecci¨®n para Louis Vuitton. Sin embargo, era el p¨²blico quien parec¨ªa haber medido peor la temperatura: en la pasarela los looks transmit¨ªan ligereza. No hab¨ªa tantas prendas escult¨®ricas y s¨ª tejidos vaporosos, lam¨¦s, gasas, sedas drapeadas y colores pastel. Si en la colecci¨®n crucero propon¨ªa un mundo subacu¨¢tico de criaturas marinas, esta vez no recurr¨ªa a la ciencia ficci¨®n como suele, sino que situaba a la mujer que viste Louis Vuitton en el aqu¨ª y ahora, aunque para quedarse en esta dimensi¨®n sea obligatorio adaptar el armario a la realidad. La ovaci¨®n del p¨²blico, en pie, fue iniciada por Delphine Arnault, seg¨²n cuentan quienes se sentaban en su zona, y fue recibida con agradecimiento por el dise?ador que este a?o cumple 10 al frente de la marca centenaria.
Unas horas antes, Stella McCartney hab¨ªa ocupado la calle de un t¨ªpico mercado parisino con el universo de su marca. Heredera de los preceptos de su madre, pionera ecologista, su firma es una de las pocas que no ha tenido que reciclar su narrativa, ya que naci¨® como vegana y sostenible y eso mostraba en los puestos que sirvieron de fondo a la pasarela: su trabajo tecnol¨®gico con pieles veganas, los tejidos creados a partir de algas que luego pudieron verse en la pasarela, la impresi¨®n 3D reciclable o su ropa t¨¦cnica conforman el desarrollo desprejuiciado de una marca de moda que siempre ha tenido vocaci¨®n comercial sin renunciar a la innovaci¨®n y el atrevimiento. No fue menos esta vez: Stella McCartney viste a las mujeres con alegr¨ªa y conciencia, dos conceptos que algunos dise?adores consideran opuestos, pero que no lo son. No es necesario replegarse en la sencillez beige para mostrar contenci¨®n consumista.
Junto con Stella, y Maria Grazia Chiuri en Dior, Virginie Viard es una de las pocas dise?adoras mujeres que quedan entre los grandes nombres despu¨¦s de que Gabriela Hearst se despidiera de Chlo¨¦ esta semana y Sarah Burton de McQueen en su ¨²ltimo desfile para la marca. Tres d¨ªas despu¨¦s se ha conocido que a Burton le sustituir¨¢ Se¨¢n McGirr, dise?ador de la divisi¨®n de hombre de J.W. Anderson, lo que significa que los dise?adores del grupo Kering son ahora todos hombres blancos, curioso cuando su principal mercado es vestir a mujeres. Lo dijo hace unos d¨ªas Vanessa Friedman, la editora de moda de The New York Times: ¡°En mi opini¨®n, esto corre el riesgo de parecerse demasiado a un retroceso¡±.
Se acusa en ocasiones a Virginia Viard y su trabajo en Chanel de ser predecible, cuando quiz¨¢s eso quiere decir que se trata de ropa pensada para ser utilizada y no tanto para el lucimiento personal de la dise?adora, que es quiz¨¢s en este momento el perfil m¨¢s discreto de los grandes nombres. Esta vez volvi¨® a hacer lo que se le da tan bien: emplear todos los c¨®digos de Chanel, que son ya cultura pop, para convertirlos en prendas pr¨¢cticas. No escatim¨® en tweeds, color rosa, camelias, logos, denim, pasamaner¨ªa, pero tambi¨¦n aqu¨ª se pudo ver una colecci¨®n pensada para el calor con los tweeds a modo de capas con capucha sobre ba?adores, rayas marineras gritando verano y modelos calzadas con chancletas. Quiz¨¢s no es la propuesta m¨¢s transgresora de las semanas de la moda, pero qui¨¦n dice que Chanel tenga que serlo. Los n¨²meros, adem¨¢s, acompa?an el trabajo de Viard, que lejos de la espectacularidad de los shows de Karl Lagerfeld, se centra en ense?ar ropa de forma eficaz, pero escapa al mismo tiempo de la pesada etiqueta del lujo silencioso, que es otro de los grandes temas que han sobrevolado este mes de la moda. Esa idea de que los verdaderos ricos visten con prendas car¨ªsimas que solo ellos reconocen, adem¨¢s de ser una premisa falsa, no afecta a Chanel. De hecho, todo el ADN de la marca se basa en ser reconocible.
Quiz¨¢s en el extremo opuesto a Viard se encuentra la propuesta de Casey Cadwallader, aunque ambos juegan con el peso de un legado muy concreto. El desfile de Mugler, fiel a sus amazonas en licra, mujeres en absoluto control de su cuerpo, y con cors¨¦s de metacrilato transparente y gasas a modo de velo, fue un espect¨¢culo en su acepci¨®n literal. Entre ventiladores que daban un efecto din¨¢mico a una ropa que se pega al cuerpo y acompa?adas de aplausos del p¨²blico, completamente entregado al fen¨®meno Mugler, desfilaron Angela Bassett, Paris Hilton, Fan Bing-bing, Helena Christensen, Amber Valletta, Irina Shayk, Natasha Poly, Mariacarla Boscono y la espa?ola Esther Ca?adas.
Apenas una hora m¨¢s tarde presentaba John Galliano su colecci¨®n para Margiela, uno de los desfiles m¨¢s relevantes de la semana. En la l¨ªnea de Galliano de construir historias decimon¨®nicas, esta vez la l¨ªnea argumental se centraba en aquellos que cruzaron el oc¨¦ano Atl¨¢ntico para emprender una vida en Estados Unidos. Los desheredados que parten con toda su ropa encima, superpuesta, del rev¨¦s, sin terminar de abrocharse, con las fornituras, costuras y forros vistos, recogidos a veces con cinta americana o rematados los looks con sombreros de cart¨®n. Sin embargo, la actitud era de desesperanza combativa, no conformista. El del lunes fue un desfile dram¨¢tico que sosten¨ªa todo su argumentario en el virtuosismo de la t¨¦cnica.
Fue directa al grano Miuccia Prada en Miu Miu. Como siempre en sus desfiles escogi¨® una artista para mostrar su trabajo en el set. En esta ocasi¨®n, Sophia Al-Maria preguntaba ya desde la invitaci¨®n si aquello que ve¨ªamos era una tormenta, ¡°?Se cae el cielo?¡±. En el Palacio d¡¯Lena el estudio OMA, de Rem Koolhaas, hab¨ªa recreado un paisaje de ruinas tecnol¨®gicas. La respuesta de Miuccia a este escenario desesperado se bas¨® en lo inmutable: el uniforme, que tanto le obsesiona, la ropa con prop¨®sito. Se vieron ba?adores, ropa interior, ropa de deporte, vestidos elegantes con brocados. El elemento diferenciador era que todas estas prendas se yuxtapon¨ªan no siempre en el orden esperado, superponiendo tambi¨¦n viejas prendas, desgastadas por el uso, ¡°por respeto a la historia¡± dec¨ªa la nota de prensa. Lo confirmaba la salida de Rosemary Ferguson, la modelo original de la campa?a de Miu Miu del 94. Las capas resultan tambi¨¦n pr¨¢cticas en este ensayo apocal¨ªptico: hay que llevar encima todo lo que sea posible (los bolsos llenos de ropa, zapatos y llaveros eran una representaci¨®n muy gr¨¢fica del mensaje). Pero tambi¨¦n sirven a la dise?adora para criticar la hiperproducci¨®n de esta industria. Y mientras ese mundo en ruinas termina de llegar, es ¨²til poder quitarse ropa sin tener que desnudarse.
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