La pasarela parisina busca nuevas f¨®rmulas para convertir lo espectacular en cotidiano
Jonathan Anderson en Loewe, Chemena Kamali en Chlo¨¦, Julien Dossena en Rabanne o Nad¨¨ge Vanhee en Herm¨¨s exploran diferentes caminos para que lo radical y moderno parezca natural
Jonathan Anderson define la colecci¨®n que present¨® el pasado viernes para Loewe, firma de la que es director creativo, como ¡°reducci¨®n radical¡±: un cubo blanco y una ¨²nica escultura de bronce en el centro, la de un p¨¢jaro subido a un poste a punto de emprender el vuelo: ¡°Captado en un momento de pausa, nos invita a imaginar su libertad¡±, explicaban las notas del show sobre esta obra de Tracey Emin. Pero la reducci¨®n radical de Anderson no va de p¨¢ginas en blanco ni de minimalismos expl¨ªcitos; la extensa colecci¨®n parec¨ªa encapsular los diez a?os del irland¨¦s en Loewe pero desde un clima de calma y sosiego, como si el artista se reconciliara con su obra.
Aunque menos l¨²dica y efectista que en otras ocasiones, conten¨ªa casi todos los elementos que han convertido a Anderson en el gran genio de la moda reciente (y, con ello, a Loewe en una de las firmas m¨¢s deseadas del momento): los miri?aques daban forma a dise?os et¨¦reos, explorando la contradicci¨®n entre lo firme y lo vol¨¢til. La silueta trapecio, una de sus favoritas, moldeaba mini vestidos r¨ªgidos; estaban tambi¨¦n los juegos magistrales que el dise?ador sabe crear con los pliegues y drapeados en chaquetas y pantalones. Hab¨ªa n¨¢uticos y zapatillas (se agradece que los desfiles dejen de recurrir a los tacones escult¨®ricos) y tops de plumas blancas con la cara de Bach, Mozart y Manet estampadas, un curioso di¨¢logo entre lo lujoso y lo popular y entre el merchandising del rock y la ¡®alta cultura¡¯. Solo Anderson es capaz de recoger esas contradicciones y convertirlas en algo natural, poco artificial, algo que parece que siempre ha estado ah¨ª. Despu¨¦s de una d¨¦cada revolucionando la casa de origen espa?ol, cosechando ventas, buenas criticas e hitos virales, el dise?ador ya no necesita demostrar nada: todos nos hemos acostumbrado de alguna forma a que Loewe sea Anderson, y ahora llega la calma y qui¨¦n sabe si la libertad de ese p¨¢jaro que emprende el vuelo.
¡°La radicalidad es relativa. Una cualidad determinada por el tiempo o las expectativas; una idea que se siente m¨¢s que se mide. La radicalidad no siempre es revolucionaria, y no siempre es obvia al instante¡±, explica Julien Dossena, director creativo de Rabanne, en las notas de su colecci¨®n para la pr¨®xima primavera. El dise?ador, que lleva m¨¢s de una d¨¦cada en la marca del metal y la radicalidad lleva dos temporadas ¡®aterrizando¡¯ el legado de la casa, convirtiendo, como Anderson, lo espectacular en cotidiano. Es casi imposible transformar tejidos metalizados, cadenas, brocados y muselinas en piezas de sastrer¨ªa realista, pero Dossena lo logra con un minucioso juego de superposiciones que es casi un trabajo de ingenier¨ªa. Cada prenda hablaba de vanguardia, artesan¨ªa y funcionalidad. Hace tiempo que Dossena no se dedica ¨²nicamente a redefinir y actualizar el archivo de la firma, la ha hecho evolucionar hasta encontrarse c¨®modo en un estilo propio y reconocible que habla del pasado pero sobre todo del presente.
Aunque Chemena Kamali no habla de radicalidad en Chlo¨¦, hay mucho de radical en hacer lo que uno quiere (o ce?irse a lo que uno sabe hacer) en un negocio tan sometido a presiones y cambios como este. Hace mucho tiempo que las pasarelas han dejado de crear tendencias reales en la calle m¨¢s all¨¢ de los productos que cada firma consigue viralizar, pero el debut de la alemana el pasado febrero trajo de vuelta el boho chic, esa est¨¦tica entre lo hippie y la bohemia de la alta burgues¨ªa que tan bien supo capitalizar la fundadora de la firma, Gaby Aghion, en un momento, los sesenta, en el que las mujeres por fin pod¨ªan empezar a reclamar libertad en el vestir y una est¨¦tica sensual que se saliera de los l¨ªmites de la mirada masculina. Kamali, que ha pasado la mitad de su carrera en Chlo¨¦, ha devuelto a la firma ese esp¨ªritu jovial y desprejuiciado que, al parecer, la calle tambi¨¦n demandaba. No era nada f¨¢cil alargar la sombra de su primer desfile, pero Chemena lo ha logrado con sus fluidos vestidos de flores, sus chaquetas de cuero con volumen y esos pololos que no eran sino una actualizaci¨®n que los que Karl Lagerfeld cre¨® para la firma en los setenta. Hay que ser muy valiente para soportar el peso del legado y no querer retorcerlo de forma artificial. La naturalidad escasea, y m¨¢s en la moda, por eso el gran valor de Chlo¨¦ es que destila naturalidad.
Tambi¨¦n hay que ser muy radical para abrazar la normalidad en este negocio, que lleva d¨¦cadas vendiendo una absurda (y peligrosa) idea de perfecci¨®n. Rick Owens parece de todo menos normal, pero en realidad, y dadas las circunstancias actuales, es el dise?ador m¨¢s normal que existe: su imaginario ¨²nico lleva mucho tiempo condensado en un uniforme reconocible, tiene una clientela fiel y hace lo que sabe hacer siempre en el mismo sitio, el patio del Palais de Tokio, para que los que quieran puedan ver el desfile desde la calle. Salvo dos colecciones que mostr¨® en su propia casa por no querer hacer grandes espect¨¢culos en tiempos tr¨¢gicos con varias guerras en activo. Tambi¨¦n se dio de que ¡°aquello era excluyente¡± seg¨²n sus propias palabras y decidi¨®, desde el pasado junio, que los modelos fueran estudiantes de escuelas de moda de Par¨ªs (reconforta imaginar lo que algo as¨ª significa para ellos) y un pu?ado de amigos, ese grupo de gente rara que nunca tuvo cabida en el falso perfeccionismo de la moda hasta que lleg¨® el. De hecho, su colecci¨®n se llamaba Hollywood como homenaje a esa panda de colegas con la que convivi¨® cuando pudo irse de su muy cerrado Porterville natal a Los ?ngeles, ¡°a ese lugar que para nosotros sigue siendo decadente y creativo, salvaje¡±, explica. ¡°En este momento en el que parece que la individualidad es la soluci¨®n, en realidad hay que apostar por la comunidad, dados los niveles de intolerancia a los que est¨¢ llegando el mundo¡±, opina el dise?ador. Atreverse a que la gente normal, con sus defectos, se convierta en modelo, o posicionarse social y pol¨ªticamente en la explicaci¨®n de su colecci¨®n son hechos absolutamente coherentes con ese estilo ¨²nico del californiano. Hace lo que quiere y lo hace tan bien que sobran las cr¨ªticas sobre si se repite o no. ?l puede hacer lo que quiera porque, adem¨¢s, es a d¨ªa de hoy el ¨²nico (con permiso de Dries Van Noten) capaz de expresar algo imposible en un desfile de moda en 2024: intimidad.
Lo que desde luego no es nada radical, y sin embargo lo parece, es Vetements. Guram Gvasaglia ha copiado, pieza a pieza, algunos de los ¨¦xitos de su hermano Demna en Balenciaga (desde hace meses protagonizan lo que parece una pelea fraternal) y lo ha envuelto con un casting de modelos y celebridades para conseguir viralizarse en redes. La marca que sigui¨® punto por punto la m¨¢xima de radicalizar lo cotidiano es hoy una especie de pausa para el entretenimiento, no una marca de moda en sentido estricto.
Herm¨¨s tampoco es moda, siempre ha sido otra cosa. Y Nad¨¨ge Vanhee, la directora creativa de su l¨ªnea de pr¨ºt-¨¤-porter femenino es muy consciente de ello. No va de temporadas ni de imponer un estilo concreto; va de jugar con los materiales y el tiempo hasta dar con una receta, un dise?o, sutil y sencillo a primera vista pero complej¨ªsimo en la ejecuci¨®n con un vistazo m¨¢s detenido. Ella lo llama ¡°estilo fractal¡± , aludiendo a que cada prenda contiene de alg¨²n modo todas las prendas de la colecci¨®n, porque todas nacen con la misma intenci¨®n: el elogio al artesano y el disfrute del cliente que sabe que lleva puesta una joya que no expresa lujo a gritos, sino a trav¨¦s del tacto, el movimiento y la mirada entrenada. Algunos habr¨¢n visto una colecci¨®n de prendas marrones y granates sofisticadas y funcionales; otros han visto horas de trabajo y experimentaci¨®n para que un tejido o una t¨¦cnica compleja parezca sencilla. Salvando mucho las distancias, es un esp¨ªritu no muy alejado del que quiere insuflar ahora Jonathan Anderson en Loewe: no tanto que lo dif¨ªcil parezca f¨¢cil sino que lo radical y moderno parezca natural.
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