Gazpacho de hierbabuena y albahaca

Como vasco nacido en los sesenta que soy, permanec¨ª mis buenos a?os al margen del concepto de "sopa fr¨ªa". Una sopa, en mi casa, era por definici¨®n algo caliente, y en esos maravillosos veranos con 30 d¨ªas de nublado y 20 de lluvia tampoco es que el instinto te llevara a crear l¨ªquidos helados raros con las verduras. Igual ¨¦ramos un poco paletos, pero tampoco me suena haber visto nada as¨ª en casa de ning¨²n amigo, a no ser que tuviera familia de otras partes de Espa?a.

Siempre nos andamos quejando de que nada sabe como antes, y sin embargo ¨¦sta es una prueba de c¨®mo algunas cosas han cambiado para bien en cuestiones de comida: hoy esas monumentales muestras de genialidad del Sur que son el gazpacho, el ajoblanco y sus mil variantes se conocen y consumen tanto en Euskadi como en el resto del Norte. Personalmente, creo que tomarlos es el segundo mayor placer gastron¨®mico que puedes tener en un d¨ªa de calor -el primero es un vaso de agua fr¨ªa-, y no me cabe en la cabeza un verano sin ellos.

Mi ¨²ltimo descubrimiento en este campo es este gazpacho de hierbas sin tomate. La verdura que uso, el calabac¨ªn, tiene un papel totalmente secundario, casi de puro relleno vegetal, porque las estrellas aqu¨ª son la albahaca y la hierbabuena. Si te ponen otras finas hierbas como el hinojo, el cilantro o el estrag¨®n, t¨² mismo. Y aviso de que est¨¢ calculado para unas raciones ligeras porque es contundente; si los comensales son muy tragaldabas, aumentar las cantidades.

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