Casto, el obrador con caf¨¦ para llevar de una pareja de ¡®influencers¡¯ que triunfa en los alrededores de la Gran V¨ªa en Madrid
Sara Gim¨¦nez y Sof¨ªa Bustin, con miles de seguidores en redes sociales, compaginan desde hace meses su trabajo como creadoras de contenido y compromisos publicitarios con el negocio en el barrio de Chueca
A las 11:10 horas, Sara Gim¨¦nez y Sof¨ªa Bustin, interrumpen la sesi¨®n de fotos para la entrevista y se meten en la zona de barra para echar una mano a las dos chicas que intentan despachar con rapidez los pedidos de la decena de personas que se agolpan en la ventana de Casto en busca de desayuno. En este obrador de producto para llevar, a pocos metros de la Gran V¨ªa de Madrid, y que abrieron el pasado noviembre, han pasado los ¨²ltimos meses, supervisando obras, aprendiendo a usar la cafetera u horneando boller¨ªa. Su cruas¨¢n de pistacho ya se ha convertido en un intocable superventas y pese a los madrugones, ellas, que acumulan miles de seguidores en redes sociales ¡ªsolo en Instagram, Gim¨¦nez cuenta con m¨¢s de 650.000 seguidores y Bustin, 115.000¡ª han cambiado con gusto sus rutinas. ¡°Cuando estoy metida haciendo cruasanes, le digo [a Bustin], no querr¨ªa estar en otro sitio¡±, sentencia Gim¨¦nez, a la que le da verg¨¹enza denominarse influencer.
Gim¨¦nez y Bustin, que adem¨¢s son pareja, cuentan que la decisi¨®n de abrir el negocio surgi¨® de forma ¡°org¨¢nica¡± y por la necesidad de tener ¡°un plan b¡±. ¡°Pienso mucho en el futuro y yo quer¨ªa algo tangible. Algo que no dependiera de la tecnolog¨ªa¡±, argumenta Gim¨¦nez. Bustin, por su parte, a?ade que les hac¨ªa ilusi¨®n ¡°tener algo juntas¡±. Ambas charlan sentadas en un peque?o banco de obra en la fachada, bajo unas estufas que acaban de colocar para contrarrestar el fr¨ªo de Madrid. El pasado febrero acababan de mudarse a la ciudad desde Barcelona por el cansancio de Gim¨¦nez, cuyos compromisos profesionales con las marcas le hac¨ªan viajar todas las semanas a la capital y dormir fuera de casa. ¡°Est¨¢bamos solas y sal¨ªamos mucho a comer y a Sara le dio por ser foodie¡±, recuerda Bustin, quien trabajaba con las redes sociales ya en Uruguay, su pa¨ªs natal y cuenta all¨ª con su propia marca de ropa sostenible, Molt. En Semana Santa, se dedicaron a hacer una ruta por cafeter¨ªas, ¡°haciendo bench marking¡± que comenz¨®, curiosamente, a apenas 80 metros de donde hoy se encuentra Casto. ¡°Mi ¨²ltima campa?a con Devermut tambi¨¦n la hice ah¨ª, en Casa Terra¡±, a?ade como dato curioso, citando adem¨¢s a la que fue su principal ocupaci¨®n hasta su finalizaci¨®n en 2022: Devermut, el d¨²o activista en redes que form¨® junto a su ex, Marta Cill¨¢n.
La primera idea fue poner un sitio de brunch, pero la desecharon por considerar que el mercado ya estaba ¡°saturado¡±, as¨ª que condicionadas por no tener presupuesto para pagar un traspaso, acabaron encontrando este peque?o local para montar un take away en el que todo queda a la vista. Al resumir la filosof¨ªa de Casto, la pareja habla de honestidad e inclusividad. ¡°No queremos hacer algo tan cool y tan minimalista que mi madre no se sintiera c¨®moda. Hay muchas mujeres de la edad de ella que vienen a por un pastel¡±, comenta la uruguaya, mientras que casualmente su madre, que se encuentra de visita, se pasea por delante del local. Para lograr que el p¨²blico fuese plural, la estrategia pasaba no solo por la est¨¦tica del sitio, sino tambi¨¦n por los precios que, al menos por ahora, se mantienen contenidos teniendo en cuenta el producto. Un espresso de caf¨¦ de calidad se vende a dos euros, mientras que con leche el precio es de 2,50 euros. Tambi¨¦n venden matcha, de la marca Matchaflix, por 2,90 euros.
La oferta comestible de Casto es corta, pero cambiante. A cl¨¢sicos como el cruas¨¢n normal (1,90 euros) y el pain au chocolat (2,50 euros) y los bizcochos de lim¨®n, pl¨¢tano o carrot cake, sumaron hace unos d¨ªas el cinnamon roll de tiramis¨² que han bautizado con nombre propio ¡ªel de una clienta, Marta¡ª, y as¨ª con toda la boller¨ªa que desarrollaron gracias a una repostera francesa llamada Aline. Para quienes quieran un bocado salado, cuentan con una carta de seis bocadillos diferentes (8,95 euros) con pan del obrador Novo mundo. ¡°La base era crear un producto que pudi¨¦ramos comer. Comemos muy sano. No me como un bocadillo con salsas en la vida y quer¨ªamos que fuese algo para el d¨ªa a d¨ªa¡±. El ¨²nico aderezo que les ponen es pesto, excepto el vegano, para el que utilizan humus. El caf¨¦ de especialidad es del tostador madrile?o Nica, por el que apostaron por ser m¨¢s peque?o que otros negocios similares.
El lema de Casto, que se puede leer a la espalda del uniforme de los empleados, es ¡°Mucho bollo, poco drama¡±. Pero lo cierto, es que Gim¨¦nez y Bustin han sudado la gota gorda para poner en marcha el proyecto en apenas cinco meses. El paso del tiempo aprieta cuando el presupuesto es ajustado ¡ªtodo ha salido de su bolsillo¡ª y ambas han tenido que lidiar con las limitaciones de una inversi¨®n peque?a y con los prejuicios que jugaban en su contra. ¡°Mucha gente nos ha intentado enga?ar. Ven que somos influencer y se piensan que tenemos dinero y que somos tontas. Adem¨¢s, somos mujeres y j¨®venes. Lo ten¨ªamos todo. Nos ha pasado con casi todos los proveedores¡±, relata Gim¨¦nez. Desde pedirles 30.000 euros por una consultor¨ªa para saber qu¨¦ m¨¢quinas comprar y aterrizar la receta del cruas¨¢n, hasta problemas con el constructor. ¡°?l pens¨® que ¨¦ramos dos tontas, pero se encontr¨® con dos pesadas¡±, dice la catalana, que es muy consciente, como Bustin, de que el nivel de exigencia de los clientes al tratarse de ellas es mayor. ¡°Hay presi¨®n extra porque la gente viene con expectativas¡±, agrega la uruguaya. Por eso, razona Gim¨¦nez, quieren que ¡°el producto sea excelente¡±. ¡°Que el cliente no se coma algo y diga me han timado. Le atendemos un minuto. Ese minuto tiene que ser agradable¡±.
Casto
- Dirección: Víctor Hugo, 5, Centro, 28004 Madrid.
- Horario: de lunes a domingo, de 8:00 a 19:00 horas.
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