La paranoia antigluten
Pobre gluten. Sin comerlo ni beberlo, ha ca¨ªdo en el cesto de los conservantes, los aditivos, los transg¨¦nicos, el glutamato monos¨®dico y otros demonios de la alimentaci¨®n moderna, y hoy muchos lo sienten como una amenaza para la salud. A tenor de la explosi¨®n de productos que emplean su ausencia como reclamo comercial, cualquiera dir¨ªa que esta prote¨ªna presente en el trigo, el centeno, la avena y la cebada puede causar da?os en todos los seres humanos, cuando en realidad s¨®lo es perjudicial para los al¨¦rgicos y los cel¨ªacos.
Muchas culturas, incluida la nuestra, llevan siglos no s¨®lo tomando alimentos con gluten -esa cosa tan rara llamada "pan"-, sino basando buena parte de su nutrici¨®n en ellos. El hecho, tan obvio que podr¨ªa entenderlo desde un ni?o de ocho a?os a un monguer de 80, no impide sin embargo que la moda antigluten nos arrastre a todos. El ¨²ltimo dato publicado al respecto es bastante heavy: el 30% de los adultos de Estados Unidos, casi uno de cada tres, han dejado o intentan dejar de consumir productos con gluten. Seg¨²n el estudio de la empresa NPD, la tendencia va al alza, y ha crecido cerca de cinco puntos en los dos ¨²ltimos a?os. Si cruzas los datos con el n¨²mero de cel¨ªacos estimado -entre un 0,75% y un 1% de la poblaci¨®n-, te preguntas: ?por qu¨¦ esta locura?
Una posible respuesta es que exista un grupo de poblaci¨®n que, sin llegar a padecer celiaqu¨ªa -un transtorno gen¨¦tico que convierte el gluten en un serio peligro-, sufra de alg¨²n tipo de alergia o de intolerancia leve a esta sustancia. No hay cifras concluyentes al respecto, porque no existe un test para detectarlas aceptado por la comunidad cient¨ªfica. Algunos ap¨®stoles de la dieta sin gluten aseguran que hasta un 40% de la poblaci¨®n sufre intolerancia, pero no s¨¦ si creerlos porque suelen estar metidos en el negocio de los tratamientos para "la sensibilidad" a la prote¨ªna. M¨¢s razonables me parecen los n¨²meros que manejan expertos m¨¦dicos, que apuntan a una horquilla entre un 6 y un 10%. De ser ciertos, un 20% de los estadounidenses no quiere ver el gluten ni en pintura... sin tener ning¨²n motivo real para rechazarlo.
El boom del "no al gluten" parte, sin duda, de una necesidad: la de los cel¨ªacos, que con toda l¨®gica reclaman a la industria un etiquetado claro en los productos que les ayude a evitar riesgos, a la vez que demandan productos sustitutivos sin la prote¨ªna y piden una legislaci¨®n que les proteja. Normal: ellos s¨ª se la juegan. Ahora bien, la extensi¨®n de la glutenfobia al resto de la sociedad tiene m¨¢s que ver con la enfermiza obsesi¨®n por "lo sano" propia de estos tiempos, y me temo que est¨¢ promovida por una industria alimentaria que ha visto un fil¨®n en el asunto.
"Una vez que las marcas deciden apostar por alguna caracter¨ªstica, ¨¦sta toma vida propia y se convierte en una profec¨ªa autocumplida", me cont¨® hace meses el experto en m¨¢rketing Martin Lindstrom en una entrevista que le hice para un reportaje en El Pa¨ªs Semanal. "Los alimentos sin gluten son un gran ejemplo: s¨®lo los necesita de verdad un porcentaje min¨²sculo de la poblaci¨®n, y a¨²n as¨ª se han convertido en una de las m¨¢s grandes tendencias de todos los tiempos¡±.
Las cifras que maneja el mercado no hacen m¨¢s que confirmar las palabras de Lindstrom. En Estados Unidos, las ventas de productos sin gluten eran de 935 millones de d¨®lares en 2006. En 2010 alcanzaron los 2.600, mientras que la previsi¨®n para 2015 es de 5.500. Es decir, en apenas una d¨¦cada se pueden multiplicar casi por seis. Como ocurre con los alimentos funcionales, la industria no s¨®lo gana en ventas, sino tambi¨¦n en m¨¢rgenes: los alimentos sustitutivos libres de gluten son notablemente m¨¢s caros que los convencionales. Los cel¨ªacos y al¨¦rgicos lo pagan porque no les queda m¨¢s remedio, y el resto se deja engatusar porque cree que est¨¢ comprando una variedad m¨¢s saludable.
Da igual que las propias asociaciones de cel¨ªacos desaconsejen el abandono del gluten sin prescripci¨®n m¨¦dica. ?Para qu¨¦ queremos m¨¦dicos si podemos guiarnos por lo que dicen los famosos? Las celebrities, siempre dispuestas a adoptar la primera dieta chiflada que se les cruce por delante, han hecho mucho por la difusi¨®n del falso mito de que el gluten es malo para todos. Victoria Beckham, Lady Gaga, Kim Kardashian y, c¨®mo no, do?a perfecta Gwyneth Paltrow han abrazado la religi¨®n que demoniza el trigo, con el consiguiente efecto en los consumidores de mente d¨¦bil. Sus argumentos: un supuesto efecto beneficioso en la piel, en el aparato digestivo o en los problemas de sobrepeso que ning¨²n nutricionista serio se atreve a avalar.
Para los que piensen que esta tendencia es propia de pa¨ªses locos como Estados Unidos, debo anunciar que ya ha llegado a Europa. Los supermercados brit¨¢nicos hablan de subidas en las ventas de entre un 30 y un 40% el a?o pasado. En Espa?a comienzan a detectarse absurdeces en el m¨¢rketing de algunos productos, claro indicio de la infecci¨®n. ?De verdad es un valor digno de anunciar en grande que un zumo de fruta no tiene gluten, si hasta el cel¨ªaco m¨¢s desinformado sabe que no deber¨ªa contener la prote¨ªna?
<p >Esta por ver si la tendencia est¨¢ aqu¨ª para quedarse o se la llevar¨¢ el viento como tantas otras. Por lo que he le¨ªdo, algunos expertos creen que pasar¨¢, y que se impondr¨¢ el hecho de que muchos productos en los que se ha eliminado el gluten son en realidad m¨¢s engordantes e insanos que sus modelos originales. Yo no pondr¨ªa la mano en el fuego: dada la estupidez con la que llevamos a cabo tantas decisiones de compra en el terreno alimentario, todo es posible.
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