C¨®mo renunciar a la comida (y hacerte millonario)
Imagina un mundo en el que, para alimentarte, no necesites ir a la compra, ni cocinar, ni ir a un restaurante. En el que con s¨®lo disolver unos polvos en agua y beberte el l¨ªquido blancuzco resultante ya satisfagas todas las necesidades nutricionales de tu organismo. O en el que ese l¨ªquido no lo tengas ni que preparar, porque llega a tu casa por las ca?er¨ªas y basta con abrir un grifo para obtenerlo. Pues bien, ese mundo, que parece sacado de una pel¨ªcula de ciencia-ficci¨®n, puede no estar lejos de convertirse en realidad.
Rob Reinhart, un inform¨¢tico y emprendedor de Atlanta (EEUU), empezar¨¢ a comercializar a principios del a?o que viene un producto llamado Soylent que, seg¨²n ¨¦l, te "libera" de la obligaci¨®n de comer. Se compone de 31 ingredientes, entre ellos harina de avena, maltodextrina, prote¨ªna de arroz, aceite de colza, fibra y un mont¨®n de minerales. En teor¨ªa, contiene todos los hidratos de carbono, grasas, prote¨ªnas y otros nutrientes que necesita tu cuerpo. El propio Reinhart asegura que vive sin tomar apenas nada m¨¢s que batidos de estos polvos (s¨®lo come algo de vez en cuando por puro placer), sin que su salud se haya resentido hasta el momento.
Tras anunciar su renuncia a la comida "para ahorrar tiempo y dinero" en febrero, y levantar una importante polvareda medi¨¢tica con su invento, este chaval de 24 a?os ha montado una empresa en California con otros cuatro veintea?eros para fabricarlo industrialmente. Antes de considerarle otro pirado m¨¢s, debes saber que ya tiene pedidos para su producto por valor de 740.000 euros -un paquetito de Soylent para una semana cuesta unos 50-, y ha logrado que varias compa?¨ªas de capital riesgo inviertan otros 1.100.000 m¨¢s en su aventura.
?Pero qu¨¦ ocurre cuando dejas de tomar comida normal y empiezas a vivir del Soylent? La respuesta est¨¢ en un minidocumental que Motherboard, una web sobre tecnolog¨ªa y ciencia fundada por la revista Vice, colg¨® hace unos d¨ªas en YouTube. Brian Merchant, un periodista de dicha web, se enfrent¨® al reto de pasar un mes aliment¨¢ndose s¨®lo con esos polvos mientras indagaba sobre el creador y su empresa. El resultado son 24 minutos de v¨ªdeo que fascinan y horrorizan por igual, en los que vemos el impacto f¨ªsico y psicol¨®gico de la ausencia de comida humana, a la vez que nos enteramos de los motivos que llevaron a Reinhart a dejar de comer y de sus ambiciones para el futuro.
Los efectos en el reportero se resumen en una p¨¦rdida de cuatro kilos de peso, niveles bajos de vitamina D, movimientos intestinales "impredecibles" y la emisi¨®n de cierto olorcillo pestilente a Soylent detectado por su novia. No sufre de hambre, aunque a mitad del experimento empieza a tener fantas¨ªas con comerse un buen pollo frito. M¨¢s duras son las repercusiones ps¨ªquicas: Merchant acaba sinti¨¦ndose perdido, deprimido y excluido de su c¨ªrculo. Nada extra?o teniendo en cuenta que buena parte de las actividades sociales humanas giran en torno a la comida, y que ¨¦sta no es s¨®lo fuente de nutrientes, sino de placer y satisfacci¨®n.
El inventor del Soylent -que toma su nombre de la pel¨ªcula Soylent green (1973), estrenada en Espa?a con el muy fiel t¨ªtulo Cuando el destino nos alcance- asegura que no hay por qu¨¦ renunciar del todo a la comida, y que su producto est¨¢ ah¨ª para cuando no quieres perder tiempo compr¨¢ndola o prepar¨¢ndola. "Para mucha gente, en muchas ocasiones, la comida es una molestia, especialmente cuando tratas de comer bien", dice en su p¨¢gina web. "Supongamos que tenemos una comida por defecto que sea el equivalente nutricional del agua: barata, saludable, c¨®moda y ubicua. Soylent permite disfrutar de los beneficios saludables de una dieta equilibrada con menor esfuerzo y coste".
Por lo que cuenta sobre su sabor la gente que aparece en el documental, sabemos que el Soylent no es precisamente una delicia gastron¨®mica. Lo que no conocemos son sus efectos a largo plazo, ya que no se han hecho ensayos cl¨ªnicos que confirmen su inocuidad. Para poder entrar legalmente en circulaci¨®n sin ellos, no se vender¨¢ como un alimento, sino como un suplemento diet¨¦tico. Una treta que evitar¨¢ tener que pasar por controles m¨¢s rigurosos... por ahora: si el Soylent es un ¨¦xito, imagino que las autoridades estadounidenses terminar¨¢n por exigirlos.
Con la frialdad t¨ªpica de los androides, Reinhart afirma que la idea de crear su producto vino de la reflexi¨®n de que "comer hojas no era propio de humanos", y de que "las cosas que vienen de la naturaleza no tienen por qu¨¦ ser las mejores, sino m¨¢s bien lo contrario". Pero, quiz¨¢ consciente de que estos argumentos pueden no resultar demasiado populares, tambi¨¦n aduce motivos econ¨®micos para promover el consumo de su bebida milagrosa -cada comida vendr¨ªa a costar unos 2,30 euros-, adem¨¢s de vestir la iniciativa de buenas (y discutibles) intenciones humanitarias y medioambientales.
Seg¨²n ¨¦l, producir Soylent tiene un impacto ecol¨®gico mucho menor que la agricultura o la ganader¨ªa, podr¨ªa servir como alimento barato para las personas que sufren malnutrici¨®n, y tomarlo reducir¨ªa el desperdicio de alimentos adem¨¢s de paliar plagas como la obesidad. Hasta contribuir¨ªa a la paz mundial, ya que la escasez de comida, en previsible ascenso por la superpoblaci¨®n, est¨¢ ligada a conflictos en todo el planeta. Lo que cabr¨ªa preguntarle es si no ser¨ªa mejor repartir dejar de tirar toneladas de comida y repartirla con m¨¢s justicia antes de empezar a apiporrarnos a polvos.
Algunos expertos y m¨¦dicos que participan en el documental no parecen tan entusiastas con el milagro de Soylent, y desaconsejan su uso hasta que se conozcan bien sus consecuencias. Yo, desde luego, no me imagino arriesgando mi salud con un producto as¨ª, ni encuentro motivos para renunciar, ni aunque sea parcialmente, a uno de los actos m¨¢s gozosos de los que podemos disfrutar, el de comer. Eso s¨ª, tengo que reconocerle una ventaja: al menos no se elabora con restos humanos, como el Soylent Green de la pel¨ªcula.
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