Cosas que hemos aprendido con las comilonas navide?as en el cine
Jevis drogadictos, gremlins y elfos con tendencia al desayuno gocho aparecen e nuestra selecci¨®n de las mejores escenas navide?oculinarias de la historia del cine. De todos hemos aprendido algo.
Mucho se habla de c¨®mo el cine ha arruinado nuestra vida amorosa vendi¨¦ndonos clich¨¦s imposibles de repetir en el mundo real. Pero, en lo que se refiere a la comida, el s¨¦ptimo arte tampoco se ha quedado atr¨¢s a la hora de hacernos sentir miserables delante de un plato. Especialmente con las pel¨ªculas ambientadas en la Navidad, en las que cualquier parecido entre los manjares que comen los protagonistas y nuestra realidad es pura casualidad. ?D¨®nde est¨¢n esos pavos enormes perfectamente dorados??D¨®nde esa barroca decoraci¨®n de mesa digna de un reportaje en el ?Hola! de Isabel Preysler? ?D¨®nde esa felicidad en familia?
Desde luego, con semejante bombardeo de escenas es muy sencillo convertirse en aut¨¦nticos Grinchs gastron¨®micos. Pero como motivos para odiar estas fechas hay de sobra, por ejemplo el disco de villancicos de Kylie Minogue o que Anne Igartiburu y Ram¨®n Garc¨ªa vuelvan a dar las Campanadas; en El Comidista hemos preferido dejarnos llevar por una vez por los buenos sentimientos. ?C¨®mo? Centr¨¢ndonos en todo lo que aprendimos gracias a estas m¨ªticas comilonas navide?as cinematogr¨¢ficas.
Un poco de pasta basta
Ya sea porque te toca elegir el men¨² de la noche, ya sea porque siempre acabas secuestrado en la cocina rellenando volovanes o pelando langostinos para que no se atragante la abuela (la comida viejuna en estas fechas es lo que Raphael a la programaci¨®n televisiva), tenemos la soluci¨®n para que este a?o no te toque pringar m¨¢s de la cuenta: Solo en casa (Chris Columbus, 1990). Y no se trata de no levantarte del sill¨®n alegando que no la has visto cuando la echen por en¨¦sima vez en televisi¨®n, porque no hay quien se lo crea.
Simplemente prop¨®n que el plato estrella de la velada sean unos sencillos Mac&Cheese como los que se prepara Macaulay Culkin en la pel¨ªcula. Es verdad que el pobre muchacho ni siquiera los toca porque los ladrones llegan antes de que pueda hincar el tenedor en el plato, pero no debes tener miedo a que eso pase en tu cena porque, dejando de lado el vacaburrismo, lo cierto es que est¨¢n bien buenos. Aqu¨ª te explican c¨®mo prepararlos paso a paso. Otra cosa es que tengas ganas de aguantar los comentarios del cu?ado de turno sobre lo f¨¢cil que es cocinarlos. Llegado el caso, dile que en Catalu?a es tradici¨®n comer pasta en Navidad y tendr¨¢s la fiesta completa. De nada.
Menos es m¨¢s
Otro de los cl¨¢sicos navide?os es la cantidad. Que sobre mejor que falte. Que nadie se levante de la mesa sin su sobre de Almax en una mano y el bot¨®n ca¨ªdo del pantal¨®n o falda en la otra. En otros tiempos ten¨ªa sentido ponerse como la madre de Gilbert Grape por aquello de que el resto del a?o se pasaba mucha necesidad. Pero hoy, comer hasta casi vomitar no solo es peligroso para nuestra salud, sino que tambi¨¦n puede hacer que en a?os venideros nos caguemos de miedo cuando se nos aparezca el fantasma de las digestiones pasadas.
Claro que si esto no es motivo suficiente para convencerte de las ventajas de adoptar el minimalismo culinario, igual s¨ª lo es recordarte que fue un atrac¨®n, y no los regalos y la felicidad ajena, lo que hizo que el Grinch odiara la Navidad. As¨ª nos lo ense?aron en aquel filme protagonizado por Jim Carrey basado en el m¨ªtico personaje creado por el Dr. Seuss. Monstruo que, por cierto, tambi¨¦n sirvi¨® de inspiraci¨®n para este simp¨¢tico aperitivo. Que Jim Carrey puede provocar arcadas sin necesidad de vestirse de verde tambi¨¦n lo sabemos, pero esa es otra historia.
Aparentar solo trae desgracias
La obsesi¨®n por tener la cena de Navidad perfecta no solo afecta a lo que ponemos sobre la mesa, sino tambi¨¦n a c¨®mo nos comportamos a su alrededor. Todav¨ªa estamos esperando a que alguien encuentre la vacuna a esa epidemia que nos hace travestirnos de se?ora bien del barrio de Salamanca cada 24 de diciembre. Que si lo eres, perfecto. Pero si no, mejor aceptar que lo tuyo es m¨¢s variet¨¦s que ¨®pera y dejarse de disfraces elegantes que convierten la cena en un especial navide?o de Mujeres y hombres y viceversa (o peor, en una boda).
Y es que uno empieza oblig¨¢ndose a cenar con la chaqueta del traje puesta y, por contagio, acaba creyendo falacias tardofranquistas como aquella que invitaba a sentar a un pobre en su mesa. La caridad para limpiar conciencias no es la soluci¨®n a ning¨²n problema, como bien demostr¨® el gran Berlanga en Pl¨¢cido (1961), nominada a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa en 1962, en la que la clase favorecida acud¨ªa a una subasta de pobres para llev¨¢rselos a cenar a casa en Nochebuena. ?Y en que consist¨ªan esas comilonas? B¨¢sicamente en pollo para todos, pero para los ricos las pechugas y para los desmaya¨ªcos, las alas. De postre, infartos, bodas obligadas, rosarios y mucho co?ac para pasar el trago. Muy cristiano todo.
Los caprichitos se dejan en la puerta
Regla n¨²mero uno del perfecto invitado: tonter¨ªas las justas. Si tienes alergia a alg¨²n alimento, es importante que avises a la persona que va a cocinar la cena para que lo tenga en cuenta. Pero si eres de los que pone pegas a todo porque s¨ª, de los que pregunta los ingredientes de cada plato para soltar un ¡°mi l¨ªder espiritual me prohibe comer ajos negros y cebolla morada¡±, har¨¢s un favor a la humanidad qued¨¢ndote en casa para protagonizar tu propio Cuento de Navidad en el papel estelar de se?or o se?ora Scrooge.
Te lo decimos porque si algo sacamos en claro de Los tele?ecos en Cuento de Navidad (Brian Henson, 1992), la mejor versi¨®n cinematogr¨¢fica del famoso libro de Dickens con permiso de Bill Murray y su Los fantasmas atacan al jefe: es que hay que dejarse de remilgos en la mesa para lograr un final feliz. Lo intuimos en la escena en la que Rizzo la rata se queda sin probar las uvas porque su madre siempre le dec¨ªa ¡°que no comiera comida que canta¡±. Lo certificamos en el banquete final cuando cerdos, conejos, ranas y Michael Caine disfrutaban entre canciones de un enorme pavo asado. ?O¨ªdo, veganos?
A falta de lubina, conejo
Para ti, que todav¨ªa tienes el congelador lleno de marisco del a?o pasado esperando a que llegue su momento, tenemos una noticia que va a cambiar tu vida: comer fresco en Navidad, sin dejarse la paga extra, es posible. Y no es cuesti¨®n de robar o llevarse un tupper a la cena de empresa para guardar las sobras, sino de aplicar a la mesa lo que ya hacemos para, por ejemplo, viajar barato: ser flexibles y aprovechar las ofertas de ¨²ltimo momento.
As¨ª lo hac¨ªa Terele P¨¢vez en El d¨ªa de la bestia (Alex de la Iglesia, 1995), que ofrec¨ªa a los clientes de su pensi¨®n madrile?a un suculento men¨² navide?o a base de conejo. ¡°?Qu¨¦ le apuesto a que esta noche cenamos lo mismo, Padre? ?Putas ofertas del s¨²per!¡±, se quejaba su hijo jevi, interpretado por Santiago Segura, sin ser consciente de que son precisamente esos trucos los que sacan adelante un negocio. De hecho, ¨¦l al final cenaba sangre de virgen mezclada con tripis en lugar de conejo y aunque volara ¡°como los ¨¢ngeles¡± gracias a ese men¨², bien, lo que se dice bien, no acababa.
?Contr¨®late, vaca!
Esa bandeja llena de mazapanes, turrones cortados y peladillas que se rellena atom¨¢ticamente cual cornucopia de los dioses. Esas copas de champ¨¢n a cualquier hora sin que nadie te mire mal. Esa nevera repleta de sobras de la cena que, como los mejores manjares post-resaca, saben mucho mejor fr¨ªos y reposados.¡
La Navidad se hizo para pasarse el d¨ªa picoteando, pero en Gremlins (Joe Dante, 1984) ya nos advirtieron de los peligros de abandonarse al gocheo por el gocheo. Si comes pollo despu¨¦s de las 12, mal porque acabas convertido en monstruo. Si te terminas la bandeja de galletas de jengibre reci¨¦n horneadas, mal porque acabas explotando dentro de un microondas. Si te pasas con la bebida, peor porque te reproduces sin quererlo. ?El cl¨¢sico de Joe Dante tiene tantas lecturas! Ya sabes qu¨¦ decir cuando te acerquen el platillo de canap¨¦s: ¡°Gizmo, caca¡±.
Aunque si gocheas, gochea bien
Si no puedes con el enemigo, ¨²nete a ¨¦l. Sobre todo en Navidad, ya que una semana despu¨¦s podr¨¢s redimir todos tus pecados haciendo prop¨®sitos de A?o Nuevo que no vas a cumplir. Pero eso no importa. Eng¨¢?ate y disfruta de los manjares propios de estas fiestas sin pesar en los kilos de m¨¢s y sin guardar las apariencias, que es lo que te llevar¨¢ a un estado de verdadera felicidad.
Al menos eso es lo que hac¨ªa Will Ferrell en Elf (John Favreau, 2006), donde el c¨®mico interpretaba a un elfo de Santa Claus que descubre que en realidad es un humano y que debe acostumbrarse a vivir como tal. Lo mismo que la Nell (Michael Apted, 1990) de Jodie Foster, pero en tono familiar. Uno de esos problemas es que est¨¢ acostumbrado a la comida con mucho az¨²car, aunque por suerte para ¨¦l la ciudad donde vive su familia biol¨®gica es Nueva York, as¨ª que no tiene problemas para encontrar comida garrapi?ada.
Su desayuno, por ejemplo, consiste en espaguetis ali?ados con sirope de chocolate, nubecitas y un buen pu?ado de M&M?s. ?Verdad que a su lado ya no te sientes culpable por meterte una tableta de turr¨®n de chocolate de una sentada? Por cierto, si has salivado con el plato antes descrito, aqu¨ª tienes la receta. Aunque a juzgar por las caras que pone el cocinero al probarlo, no debe estar tan rico como imaginas.
Planifica bien los tiempos
Cualquiera que haya tenido que enfrentarse al marr¨®n de preparar una comida en Navidad sabr¨¢ que el mayor de tus problemas no es decidir el men¨², sino planificar cuando empezar a preparar cada plato. La organizaci¨®n en la cocina es esencial para que todo salga a la mesa en su momento justo, cosa harto dif¨ªcil cuando los invitados suelen llegar a casa con el tiempo pegado al culo.
Si no quer¨¦is pasar a la posteridad como los reyes del recalentado en microondas, aqu¨ª van unos cuantos consejos: prepara todo lo que se vaya a servir fr¨ªo con antelaci¨®n (excepto las cosas de untar, que se resecan); escribe en un papel qu¨¦ electrodom¨¦stico y cu¨¢nto tiempo vas a necesitar usarlo para la elaboraci¨®n de cada plato (si descubres que todo necesita horno, busca alternativas ); y sobre todo, si quieres que la cena empiece a las 22:00, convoca a todo el mundo a las 20:30 y entret¨¦nlos con alg¨²n vino y alg¨²n aperitivo ligero hasta que llegue el gran momento.
Si te da pereza esta planificaci¨®n, all¨¢ t¨². Pero ten muy presente que si empiezas a cocinar al tunt¨²n tienes todas las papeletas para que cuando trinches tu pavo acabe haciendo lo mismo que el de Chevy Chase en ?Socorro! Ya es navidad (Jeremiah S. Chechik, 1989) solo apto para los fans de Alien, que se lo tomar¨¢n como un homenaje.
M¨¢s vale forma que fondo
O lo que es lo mismo, a falta de un gran men¨², apuesta por el espect¨¢culo llevado al l¨ªmite. Y es que servidos con gracia hasta unos langostinos descongelados pueden convertirse en un espect¨¢culo para los sentidos: platos dorados, servilletas con lentejuelas, coreograf¨ªas o m¨²sica estridente.?
Todo es v¨¢lido para provocar la privaci¨®n sensorial que nos permita tragarnos lo que sea. De ello se sirven las galas televisivas que se emiten esa noche, aunque nadie ha demostrado su efectividad como Tom Hanks en The Polar Express (Robert Zemeckis, 2004), esa pel¨ªcula donde tomar un simple chocolate caliente se convert¨ªa en una excitante aventura.
Si t¨² tambi¨¦n aprendiste algo gracias a estas u otras comilonas navide?as de cine, cu¨¦ntanoslo en los comentarios.
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