En la cocina con Madonna
La vida de la cantante, que act¨²a ma?ana y pasado en Barcelona, contada a trav¨¦s de su estramb¨®tica relaci¨®n con la comida. Incluye un pl¨¢tano, dos huevos, 100 gramos de jam¨®n york y un mont¨®n de historias poco conocidas.
Han pasado 25 a?os desde que Madonna gritara en el Estadio Ol¨ªmpico de Barcelona ¡°?Est¨¢is listos, mi polla?¡± ante millones de espectadores que, at¨®nitos, segu¨ªan en directo su primer concierto en nuestro pa¨ªs. Solo fue una parada m¨¢s dentro del m¨ªtico y pol¨¦mico Blonde Ambition Tour, pero con ese espect¨¢culo, retransmitido por TVE y comentado por Constantino Romero, la Ciccone acapar¨® todos los titulares por haber hecho de los crucifijos y la masturbaci¨®n lo mismo que Argui?ano con el perejil o Adri¨¢ con la tortilla deconstruida: convertirlos en marca de la casa.
Cuando el pr¨®ximo 24 de noviembre Madonna vuelva a pisar la Ciudad Condal con su Rebel Heart Tour todos esos elementos seguir¨¢n presentes en el espect¨¢culo. Pero la prensa ya no hablar¨¢ de sus bailarinas semidesnudas disfrazadas de monja o de su recreaci¨®n de la ¨²ltima cena mientras canta una oda al cunilingus; sino de su edad, sus aptitudes vocales o, lo m¨¢s seguro, de las reacciones que provocar¨¢ en un p¨²blico mayoritariamente catal¨¢n ese bloque flamenco que se marca vestida de torera mientras suenan temas como La isla bonita o Living for Love. ?Significa esto que la Reina del Pop ha perdido su capacidad innata para escandalizarnos? No, solo que despu¨¦s de tantos a?os, cuando incluso la Universidad de Oviedo la ha convertido en objeto de estudio, resulta m¨¢s complicado ser original. Y si la propia Madonna no lo consigue, imag¨ªnense los que tenemos que escribir de ella.
Pero en El Comidista nos gustan los retos. Sobre todo porque teniendo una secci¨®n llamada Cocina Pop ser¨ªa un delito no acercarse a su figura en clave puramente gastron¨®mica. Complicado trat¨¢ndose de alguien que no solo afirma que odia cocinar, sino que tambi¨¦n ha contratado a una persona dedicada exclusivamente a recordarle que tiene que comer y que, cuando lo hace, se ci?e a una estricta dieta macrobi¨®tica. Lo m¨¢s parecido al anticristo para aquellos que disfrutan con el buen yantar. Claro que nadie dijo que la comida solo est¨¦ para com¨¦rsela.
Madonna y los huevos
M¨¢s all¨¢ del chiste f¨¢cil, debemos agradecer a este ingrediente b¨¢sico el que posiblemente sea el primer documento gr¨¢fico de Madonna haciendo sus pinitos en el mundo del arte. En aquel verano de 1974 ten¨ªa solo 16 a?os, pero cuando un compa?ero de instituto le propuso grabar una cortometraje experimental en S¨²per8 ¨Cen el que ten¨ªa que aparecer en biquini escupiendo un huevo crudo y, despu¨¦s, con un huevo frito sobre el ombligo para que otra compa?era se lo comiera con cuchillo y tenedor¨C, ni se lo pens¨®. Todo adolescente con ¨ªnfulas creativas y acceso a una c¨¢mara ha tenido al menos una vez la tentaci¨®n de sentirse el sucesor de Bu?uel. Ella, como musa de aquel muchacho, se conform¨® con estar delante del objetivo sin saber que a?os despu¨¦s se convertir¨ªa en la Belle de jour de las masas.
Madonna: donuts y palomitas
Cuenta la leyenda que Madonna lleg¨® a Nueva York en 1977 con solo 35 d¨®lares en el bolsillo y que para vivir tuvo que trabajar como dependienta en un Dunkin¡¯ Donuts y, para sobrevivir, alimentarse exclusivamente de palomitas. Lo ¨²nico que pod¨ªa permitirse con el sueldo que cobraba. Tres d¨¦cadas despu¨¦s su hermano Christopher desment¨ªa en el libro Vivir con mi hermana Madonna esta an¨¦cdota que la tonadillera de Detroit invent¨® para darle m¨¢s ¨¦pica a su historia de superaci¨®n personal.
¡°No es cierto, crecimos en una familia de clase media acomodada que ten¨ªa muchos contactos en Nueva York¡±, asegur¨® esta suerte de Agust¨ªn Pantoja italoamericano. Pero ya no importaba. Existen pocas met¨¢foras m¨¢s poderosas sobre lo que significa la ambici¨®n que imaginarse a Madonna engullendo palomitas sentada en el suelo de su apartamento en el Lower East Side diciendo frente a un espejo: ¡°Soy la mejor, soy la mejor¡±.
Desayunos con Madonna
Para alguien que se levanta a las 4.30 para entrenar en el gimnasio, tu desayuno es su cena. As¨ª que la importancia de esta comida para la cantante no reside tanto en su valor nutritivo como en lo que significa. Breakfast Club se llamaba la banda en la que Madonna debut¨® a finales de los 70 tocando la bater¨ªa mientras su novio de entonces, Dan Gilroy, cantaba. A los pocos meses cortaron y ella se lanz¨® a una carrera en solitario.
Todos le dec¨ªan que estaba loca y que no lo conseguir¨ªa, pero lo cierto es que cuando Breakfast Club public¨® su primer y ¨²nico disco en 1987, la Ciccone ya se hab¨ªa ganado la enemistad del Vaticano por proyectar im¨¢genes del Papa Juan Pablo II acompa?adas de las palabras 'sexo seguro' en el 'Who¡¯s That Girl World Tour'. Hay muchos m¨¢s desayunos m¨ªticos en la vida de Madonna, como aquel que incluy¨® en el documental En la cama con Madonna (Alek Keshishian, 1991). Se dej¨® grabar en la habitaci¨®n de un hotel, deprimida y untando mermelada en tostadas mientras gritos de sus fans se colaban por la ventana. Fue all¨ª cuando solt¨® una de esas frases de reafirmaci¨®n que tanto le gustan: ¡°Incluso cuando me siento una mierda, me aman¡±.
Madonna, Alaska y unas verduras del mont¨®n
El motivo de aquella depresi¨®n eran las calabazas que le hab¨ªa dado Antonio Banderas durante una cena que Pedro Almod¨®var hab¨ªa organizado en su honor en el Palace de Madrid. Tal y como tambi¨¦n ense?¨® en el mismo documental antes mencionado, Madonna lleg¨® con la idea de tirarse al actor espa?ol, pero no contaba que en aquella velada tambi¨¦n estar¨ªa por all¨ª su entonces mujer, Ana Leza, que provoc¨® que la artista se encerrara a llorar en el ba?o porque su principal objetivo ¡°estaba casado¡±. Y la Madonna de principio de los 90 no estaba acostumbrada a que le dijeran que no. En cualquier caso Ana Leza fue la ¨²nica mujer presente en aquella fiesta: Bibiana Fern¨¢ndez, Rossi de Palma, Loles Leon¡ Todas a su alrededor y todas invisibles, como recordaba Alaska hace unos a?os en un reportaje de Vanity Fair, en el que contaba que Madonna pidi¨® para cenar unas verduras cocidas pero que, cuando se las sirvieron, las tir¨® a su plato dici¨¦ndole: ¡°No las quiero, c¨®metelas t¨²¡±. Otras de sus perlas fue decir que Antonio no era tan buen actor. La elegancia la lleva ella.
Madonna y el juego de la botella (de Vichy)
El t¨ªtulo original de aquel documental ¨Cimposible de aguantar hoy a no ser que seas un talifan declarado¨C era muy diferente al que le pusieron para su distribuci¨®n en Espa?a: Truth or Dare (Verdad o atrevimiento). Un t¨ªtulo que hac¨ªa referencia al cl¨¢sico juego adolescente que organizas para arrimar el morro a tu amor secreto pero que Madonna y sus bailarines llevaron m¨¢s all¨¢ durante una secuencia, tambi¨¦n rodada en nuestro pa¨ªs, en la que alrededor de una mesa repleta de platos de jam¨®n ib¨¦rico sin tocar los participantes acababan ense?ando sus partes pudientes o besando con lengua a gente de su mismo sexo.
Pero no fueron aquellos morreos gayers los que pasaron a la posteridad, sino el momento en el que Madonna demostr¨® sus habilidades para controlar el gag reflex con la ayuda de una botella de Vichy Catal¨¢n. ?Y qu¨¦ aprendimos con eso? Pues entre otras cosas, pillines, que el product placement a veces tambi¨¦n se hace por la cara.
Lo que Pepsi se perdi¨® por hacerse la puritana
Aunque Vichy Catal¨¢n no tuvo que pagar un duro por aparecer en la pel¨ªcula, lo normal por aquella ¨¦poca era que cualquier marca que quisiese unirse a Madonna tuviese que soltar una pasta gansa. As¨ª lo hizo Pepsi, que en 1989 pag¨® 5 millones de d¨®lares para que la cantante se convirtiera en prescriptora de su refresco. Con lo que no contaba la compa?¨ªa norteamericana es que pocas semanas antes de empezar a emitir un anuncio protagonizado por la cantante iba a lanzarse el videoclip de ¡®Like A Prayer¡¯, en el que Madonna aparec¨ªa besando a un santo negro rodeada de cruces ardiendo.
Aquella blasfemia no gust¨® nada a las asociaciones cristianas, que iniciaron una campa?a de boicot a Pepsi. La multinacional, asustada por lo que se le ven¨ªa encima, no solo cancel¨® la emisi¨®n del anuncio, sino que tambi¨¦n se retir¨® como patrocinador oficial de aquella gira que la trajo por primera vez a Espa?a. Al final la que m¨¢s gan¨® con toda esa movida fue la cantante, que no solo se llev¨® intacta a casa toda la panoja, sino que fue la protagonista de una brutal campa?a promocional por la cara. El anuncio, por cierto, era tan blanco que hoy Rouco Varela matar¨ªa por ver cosas as¨ª de limpias en televisi¨®n.
La dieta o la pasta
Si algo sac¨® en claro Madonna de aquella experiencia es que a cambio de tener unos milloncejos m¨¢s en la cuenta sal¨ªa muy a cuenta saltarse la dieta. Por eso solo cuando hay un contrato de por medio podemos verla haciendo actos tan inveros¨ªmiles como tragarse un plato de pasta cocinado por ella para una campa?a de Dolce&Gabbana, o engullir una bolsa entera de gusanitos. Este ¨²ltimo acto, por cierto, pura ciencia-ficci¨®n. ?Por qu¨¦ lo sabemos? Porque a diferencia de lo que nos ocurre al resto de mortales cada vez que nos enfrentamos a unos Risketos, ni se le manchan los dedos de polvos naranjas ni le quedan restos en los dientes cuando sonr¨ªe. Y todos sabemos que sin mancha no hay gocheo.
No al az¨²car
Esta rendici¨®n al picoteo ocurr¨ªa en la pel¨ªcula Buscando a Susan desesperadamente (Susan Seidelman, 1985), aunque Madonna tambi¨¦n se atrevi¨® a comer una hamburguesa en Algo casi perfecto (John Schlesinger, 2000) y suponemos que alguna parrillada durante el rodaje de Evita (Alan Parker, 1996) en Argentina. As¨ª es ella, mientras que el resto de actrices solo se desnuda por exigencias del gui¨®n, ella solo come ¡®guarreridas' si su personaje lo necesita.
Porque ni en la fiesta sorpresa que su equipo le organiz¨® cuando MDNA (Interscope Records/ Boy Toy, Inc, 2013), su anterior ¨¢lbum, alcanz¨® el n¨²mero uno en ventas, hizo adem¨¢n alguno de probar la tarta que le hab¨ªan comprado. Su momento madre de Psicosis con el cuchillo en este v¨ªdeo grabado durante la celebraci¨®n es toda una declaraci¨®n de intenciones. Su gif, un must para contestar a cualquier trol que se cruce por tu camino.
Su primera pizza, ?chispas!
?Otros motivos por los que Madonna haya metido comida basura en su boca? Estar de promoci¨®n. Y no es que le guste demasiado eso de acudir a la televisi¨®n a dar entrevistas. En Espa?a, por ejemplo, solo han podido hablar con ella en un plat¨® Miguel Bos¨¦ en su S¨¦ptimo de caballer¨ªa y, nadie sabe todav¨ªa muy bien por qu¨¦, Belinda Washington en Telecinco. En Estados Unidos, con eso de que es paisana, la suelen ver m¨¢s el pelo en programas de entrevistas. Fue precisamente en uno de ellos, el Late Show With David Letterman donde confes¨® en 2009 que nunca hab¨ªa comido la t¨ªpica pizza neoyorquina.
Podr¨ªa ser otra de sus invenciones biogr¨¢ficas, pero por si acaso el entrevistador no dud¨® en cortar la conversaci¨®n y llevarla a un restaurante cercano para que comiera una porci¨®n mientras decenas de fans sacaban fotos al otro lado del escaparate. Aquel zoo fue su primera vez, pero tambi¨¦n la nuestra¡ en no tenerle envidia. ?Crees que compensa una fortuna a cambio de no poder engullir de vez en cuando semejante delicia? Parafraseando a La Agrado de Todo sobre mi madre (Pedro Almod¨®var, 1999): ¡°Pues no te compensa. No te compensa.¡±
Madonna comparada con 100 gramos de jam¨®n de York
Eso s¨ª, ese momento pizza a trav¨¦s del cristal se queda en nada si lo comparamos con cualquiera de los que se vivieron en la entrevista m¨¢s surrealista a la que se ha enfrentado nunca Madonna: la que le hicieron Martes y Trece en 1992. Alguna mente preclara pens¨® en Televisi¨®n Espa?ola que ser¨ªa buena idea enviar al d¨²o de humoristas a Roma para hablar con la cantante de su nuevo disco, Er¨®tica (Warner, 1992).
Pudo haber sido un desastre total, pero en la Espa?a de la Expo y las Olimpiadas todo estaba de nuestra parte, incluso que Madonna se dejara montar cual perrete en celo por Mill¨¢n o que no se enfadara cuando, despu¨¦s de que le preguntaran si le pon¨ªa sexualmente una bandeja llena de palomitas, empezaran a tirarlas por la habitaci¨®n con m¨¢s alegr¨ªa que Ana Mato confeti en una comuni¨®n. Madonna al verlo dijo que se sent¨ªa dentro de una pesadilla. Martes y Trece, por su parte, cerraron el v¨ªdeo asegurando que estar con ella era como ¡°entrevistar 100 gramos de jam¨®n de York". Se ve que ninguno de los tres era consciente de que aquel encuentro de cuatro minutos pasar¨ªa a la historia.
La Angela Channing del pop
Pero no todo va a ser llevar vida monacal para mantenerse en lo m¨¢s alto de la industria. Vale que nunca la ver¨¢s borracha porque no es muy amiga de tomarse unas copitas de m¨¢s. Pero si hay algo a lo que Madonna no sabe decir que no es a beber un poco de vino. Incluso con el Papa Francisco. De casta le viene a la galga, ya que su padre y su madrastra son los propietarios de la Ciccone Vineyard, una bodega ubicada en Michigan en la que adem¨¢s de embotellar vinos con la cara de su famosa hija, organizan bodas. Casarte all¨ª no significa que Madonna vaya a cantarte ¡®Like a Virgin¡¯ para abrir el baile nupcial. Si te sobran un mill¨®n de euros igual pod¨¦is empezar a hablar.
El ¨²nico fruto del amor es la banana
No sabemos a qu¨¦ est¨¢ esperando Madonna para hacer un cover de aquella famosa canci¨®n. Viendo el juego que le est¨¢ dando la fruta de marras ¨²ltimamente, es evidente que se ha convertido en su tentempi¨¦ favorito. Lo empezamos a intuir cuando colg¨® un v¨ªdeo en Snapchat en el que aparec¨ªa comi¨¦ndose un pl¨¢tano que su hijo Rocco no quer¨ªa. Un claro homenaje al t¨ªpico s¨ªndrome maternal del ¡°ya me como yo la pera pocha¡±.
Nos lo dej¨® claro al comprobar que en cada uno de los conciertos de esta gira, despu¨¦s de subir al escenario a un fan para que cante y baile con ella Unapologetic Bitch, le regala una banana. De hecho ese debe ser el objetivo principal de cualquier espectador que asista al Palau Sant Jordi los pr¨®ximos 24 y 25: salir con un pl¨¢tano en la mano. Solo los elegidos lo consiguen.
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