?Es MasterChef un programa en decadencia?
Tras la final de la cuarta edici¨®n, en la que la faceta de 'reality show' ha superado en mucho a la del talento culinario, es el momento de plantearse si el programa sigue siendo un referente de calidad gastron¨®mica.
Ayer termin¨® la cuarta temporada de MasterChef, con la victoria de Virginia tras una ajustada final en la que los dos aspirantes dieron lo mejor de si y recibieron las ¨Ctan ansiadas como escasas¨C felicitaciones del jurado. Una ¨²ltima entrega que reuni¨®, como si fuera una versi¨®n gastron¨®mica de la final de la Superbowl americana, a algunos de los mejores cocineros de Espa?a. Los que se pasean por las listas de los 'best' y desayunan estrellas Michelin: las mentes privilegiadas en las que se gestan los platos por los que suspiramos ¨Cy esperamos, a veces mucho tiempo y con motivo¨C el resto de la humanidad.
En la primera prueba de la final tuvieron que preparar el steak tartar de El Celler de Can Roca, sencillo en esencia pero acompa?ado de varios aderezos que requer¨ªan de un gran control t¨¦cnico. Como dificultad a?adida, los aspirantes ten¨ªan que trabajar al mismo ritmo que el talentos¨ªsimo padre de la criatura: Joan Roca. Virginia se llev¨® una merecida chaquetilla que le mandaba directa a la final, mientras el resto se enfrentaba al reto de clonar dos platos de la sofisticada carta de Quique Dacosta. Se masc¨® la tragedia en las elaboraciones de dos de los tres candidatos desde el principio, y la chaquetilla recay¨® ¨Ccon motivo¨C en un ?ngel menos aturullado que sus compa?eros.
El men¨² final, completo y de libre elecci¨®n por parte de los concursantes, fue un compendio de buenas intenciones en busca del famoso 'punto de encuentro entre tradici¨®n y modernidad' en el que se basa la alta cocina contempor¨¢nea. Mientras lo ejecutaban, compa?eros, jurado y familia chafardeaban por encima del hombro y comentaban la jugada: algo que puede tensar tanto como ofrecerte a cocinar en Navidad en casa de una suegra a la que le caes regular tirando a mal. Por suerte ¨Ctanto para los concursantes como para los espectadores¨C los jurados invitados (Juan Mari Arzak, Mart¨ªn Berasategui y Pedro Subijana, m¨¢ximos exponentes de la Nueva Cocina Vasca) mostraron no solo empat¨ªa sino adem¨¢s un san¨ªsimo entusiasmo por los platos de los finalistas.
Pero a pesar del despliegue de medios e ilustres invitados, la sensaci¨®n que deja esta temporada es la de aburrimiento, con un formato que poco se parece ya al original junto a unos programas largos y poco din¨¢micos que hac¨ªan que, si te pon¨ªas cabez¨®n y quer¨ªas ver a toda costa a qui¨¦n eliminaban en la prueba final, no disfrutaras demasiado del trayecto. A continuaci¨®n, y con la ayuda de algunas personas que saben lo suyo de televisi¨®n y gastronom¨ªa, analizamos lo que ha dado de si esta edici¨®n.
Que no pare el espect¨¢culo
La opini¨®n del cr¨ªtico gastron¨®mico Philippe Regol sobre el actual MasterChef se acerca al sentir general de otros profesionales. ¡°La primera edici¨®n me gust¨® mucho, porque nunca se hab¨ªan visto a Paco Torreblanca o a los Roca en prime time, y valor¨¦ muy positivamente la apuesta de RTVE en un canal generalista. Recuerdo momentos culinarios muy dignos¡±, asegura el hombre al frente de Observaci¨®n Gastron¨®mica 2. ¡°No obstante, a partir de la segunda el show empez¨® a cobrar protagonismo, con las madres en plat¨®, los llantos, y otros momentos m¨¢s dignos de Gran Hermano. El aspecto culinario quedaba relegado a dos minutos, y lo que m¨¢s importaba era la presencia del ej¨¦rcito espa?ol, toreros y expertos en moda¡±.
Teniendo en cuenta que la oferta de programas con reclamo gastron¨®mico no est¨¢ precisamente ausente en la programaci¨®n, cuando las vidas dram¨¢ticas de los concursantes y la presencia de los cantautores de turno ya han tomado el protagonismo hay que jugar a lo grande y, si es necesario, lanzar un ¨®rdago. As¨ª lo ve el jefe de todo esto, Mikel Iturriaga, que tiene la sensaci¨®n de que el formato agoniza. ¡°No me extra?a nada que sus responsables hayan recurrido al viej¨ªsimo truco de meter famosos como concursantes en la pr¨®xima edici¨®n. Es un triste destino, s¨ª, pero puede que la transfusi¨®n de celebridad reanime al moribundo¡±.
Esta inminente realidad, que entregar¨¢ los cuchillos a Cayetana Guill¨¦n Cuervo, Loles Le¨®n, Mar¨ªa del Monte, El Cordob¨¦s, Virginia Troconis, Fonsi Nieto, Fernando Tejero, Ni?a Pastori y Miguel ?ngel Mu?oz, tambi¨¦n quita el sue?o al colaborador de La Gulateca de 20 Minutos y La Vanguardia, Iker Mor¨¢n. ¡°Lo primero que me imagino es a Bert¨ªn Osborne en la cocina, y me da mucho miedo. Estos programas seguir¨¢n triunfando, porque van destinados a un p¨²blico generalista, pero es obvio que los que disfrutamos con la cocina no compramos estas propuestas¡±.
Si alguien cree que esto es una tendencia cortoplacista y volver¨¢n a apostar por el formato original centrado en la cocina, mejor que se ponga c¨®modo: cuando el mismo Iker entrevist¨® a Jordi Cruz hace unos d¨ªas, el chef le coment¨® que ¡°incluir a ¡®personajes¡¯ es el peaje a pagar para que se sigan haciendo programas de cocina en la televisi¨®n¡±. Como dec¨ªa una famosa marca de snacks: cuando haces pop, ya no hay stop.
El d¨ªa de la marmota
La repetici¨®n de formatos, protagonistas y pruebas calcadas es uno de los factores que m¨¢s desgasta a nuestros entrevistados y al p¨²blico interesado en la gastronom¨ªa en general. Cuatro maniobras del ej¨¦rcito con ¨¢gape final ¨Ccasi exactas entre ellas y m¨¢s largas que un gol de Benji y Oliver¨C terminaron incluso con la energ¨ªa de un fans tan entusiasta como Jos¨¦ Confuso, bloguero y colaborador de Lecturas y Tentaciones. "Como seguidor de las anteriores ediciones, incluso de las Junior, he decidido apearme de la cuarta a medio camino. El 'marmotismo' ha llegado a un punto que es dif¨ªcil de tragar: las pruebas son las mismas cada a?o, los invitados se repiten sin parar y los clich¨¦s de los concursantes ya dan para muy poco¡±.
Nuestro l¨ªder espiritual, Mikel Iturriaga, siempre se hab¨ªa preguntado qu¨¦ sentir¨¢n los padres la 15? vez que ven el DVD de Frozen con sus hijos los s¨¢bados por la ma?ana. ¡°Ahora ya lo s¨¦ gracias a MasterChef. La sensaci¨®n de repetici¨®n, de cosa vista y de tedio infinito me ha invadido cada vez que he conectado con el programa¡±, apunta con cierta l¨¢stima. ¡°El concurso ha repetido todos sus clich¨¦s: los desastres culiarios, el sentimentalismo light, los concursantes con perfiles de laboratorio sociol¨®gico, la complicidad hipermasculina de Pepe Rodr¨ªguez y Jordi Cruz, el dif¨ªcil papel de florero de Samantha Vallejo-N¨¢jera o los cocineros invitados con cara de ¡®soy la Terremoto vengo de Alcorc¨®n y hoy estoy aqu¨ª de promoci¨®n¡¯¡±.
Iker Mor¨¢n confiesa que en esta edici¨®n solo ha visto el programa puntualmente y por motivos de trabajo. ¡°MasterChef se ha convertido en el d¨ªa de la marmota. Como mucha gente del sector, creo que le sobra espect¨¢culo y le falta cocina. Los dramas personales han cogido demasiado peso. Hay que reconocer que el c¨¢sting est¨¢ muy logrado ¨Clas gemelas, el malo, etc¨C, pero me aburre y no me entran ganas de cocinar¡±.
El jurado ha deliberado (y muchas m¨¢s cosas)
Conscientes de la importancia que tiene para el grueso de la audiencia el minutaje del jurado en pantalla, en esta edici¨®n les han hecho ganarse el sueldo m¨¢s all¨¢ de las eliminaciones y otras escenas habituales. Nuestro colaborador ¨Cy analista televisivo en el programa de 8TV Arucitys¨C ?scar Broc asegura que ¡°esta temporada el jurado se ha convertido tambi¨¦n en parte important¨ªsima del espect¨¢culo. Les hemos visto hacer de todo: disfrazarse, hacer carreras en barco... Hemos visto a Jordi y Pepe como si fueran la reencarnaci¨®n de Pajares y Esteso¡±.
Mientras, Samantha Vallejo-N¨¢jera ¨Ccasi siempre en un segundo plano en las escenas compartidas¨C, busca su lugar en una pantalla en la que parece cumplir el papel de cuota femenina. Uno similar al que tiene Eva Gonz¨¢lez, una presentadora tan discreta durante esta edici¨®n que ha sido definida como ¡®una planta¡¯ en un troleo a la p¨¢gina de Wikipedia del programa.
El protagonismo forzado del jurado ha trascendido m¨¢s all¨¢ de los plat¨®s, dando lugar a un fen¨®meno de fama transversal que suele ser m¨¢s habitual entre los concursantes. ¡°Sin ning¨²n le¨®n come gamba que animara el cotarro, lo m¨¢s interesante de esta edici¨®n ha ocurrido fuera de la televisi¨®n, con las acusaciones de machismo recibidas en los medios y la surrealista aparici¨®n del tr¨ªo del jurado como pregonero del Orgullo Gay en Madrid¡±, apunta Mikel L¨®pez Iturriaga, que de paso recuerda que esta ¨²ltima ¡°por fortuna fue frustrada a causa de las protestas (nunca jam¨¢s est¨¢s personas se distinguieron por su apoyo al colectivo, como tuvo la honradez de reconocer Rodr¨ªguez)¡±.
Clara P¨¦rez Villal¨®n, concursante de la primera edici¨®n del programa ¨Cactualmente dedicada a la cocina y la asesor¨ªa gastron¨®mica¨C llama la reflexi¨®n sobre si ¡°minutos del jurado haciendo el parip¨¦ por las monta?as o siendo falsamente rescatados bajo los escombros se podr¨ªan rellenar con acercamientos a productores o viticultores, explicaciones de t¨¦cnicas o platos o presentaciones m¨¢s a fondo de cocineros que merece mucho la pena conocer¡±.
Otro punto de conflicto es la dureza, cada vez m¨¢s descarnada, con la que los jueces tratan a los cocineros aficionados (que supuestamente ellos mismos, con la ayuda del equipo del programa, han escogido entre las m¨¢s de 20.000 personas que se presentaron al casting). Jos¨¦ Confuso apunta que ¡°si antes todav¨ªa consegu¨ªan destacar un par de concursantes por sus dotes culinarias, ahora asistimos a un reality puro y duro donde el mayor atractivo reside en el machaque por parte del jurado (excesivo e injustificado en la mayor¨ªa de ocasiones). Alguien deber¨ªa pensar qu¨¦ pas¨® con OT y Risto antes de continuar con las mismas¡±.
Adi¨®s, cocina, adi¨®s
A pesar de haber conseguido que les visitaran suficientes estrellas Michelin como para hacerse una r¨¦plica de Andr¨®meda en el plat¨®, el nivel de los concursantes ha rozado la mediocridad (por no decir que la ha pisado de pleno). Hasta el punto de que ?scar Broc, asegura que ¡°el primer programa nos dej¨® un espejismo: parec¨ªa que ¨ªbamos a vivir una edici¨®n con m¨¢s nivel culinario que la anterior, todo apuntaba a eso, pero una vez m¨¢s, el grueso de los concursantes no ha dado la talla. El cap¨ªtulo de las tortillas, por ejemplo, deja claro el descenso (buscado o no) de nivel¡±. De la ¡®bomba de sangre¡¯ ¨Cun intento de Le¨®n-Come-Gamba que no cuaj¨®¨C mejor no hablamos por si hay diab¨¦ticos leyendo.
El cocinero y consultor David Monaguillo tambi¨¦n ha percibido un cambio en la esencia del formato. ¡°Lo que empez¨® como una apuesta por un programa de cocina, con un peque?o peaje de reality show, se ha convertido en un bodrio guionizado de proporciones b¨ªblicas¡±, asegura el hombre con la cuenta de Instagram que da m¨¢s hambre del mundo. ¡°Si no llegara a contar con los chascarrillos de Pepe y sus c¨ªclicas y elegantes bofetadas de realidad, el programa ser¨ªa un secarral gastron¨®mico. A¨²n as¨ª, transpira pinganillo en cada escena¡±.
Para Clara P¨¦rez Villal¨®n la situaci¨®n tiene un componente directamente sentimental, que va m¨¢s all¨¢ que el del resto de los entrevistados pero totalmente en la misma l¨ªnea. ¡°MasterChef me cambi¨® la vida, me permiti¨® dedicarme a lo que realmente me gusta y en lo que empleo el 120% de mi energ¨ªa diaria as¨ª que estoy tremendamente agradecida al formato. Pero puede que sea por eso por lo que la rabia me consume cuando soy consciente de que podr¨ªan hacer un programa mucho m¨¢s involucrado con la gastronom¨ªa de verdad (como en su versi¨®n australiana, americana o italiana) y se limitan a hacer otro formato de televisi¨®n m¨¢s, y no uno de cocina¡±.
Da?os colaterales
No hay m¨¢s que pasearse por Twitter y los hashtags relacionados con el programa para darse cuenta de que los espectadores hemos sufrido las consecuencias de una producci¨®n encantada de conocerse y con poca tendencia a acortar tiempos. Jos¨¦ Confuso, a punto de cargarle al programa su factura de contorno de ojos, hace una llamada a la acci¨®n al respecto. ¡°Se impone un tijeretazo a la duraci¨®n, por favor. Tragarnos 25 minutos de maniobras militares o c¨¢nticos de una escolan¨ªa de ni?os para cumplir la franja horaria no es de recibo. ?Estas ojeras no me representan!".
Las reivindicaciones de David Monaguillo surgen de ponerse en la piel de los concursantes y posibles aspirantes a cocinero que ven el show. ¡°Prometieron un programa con los mejores ¡®cocinillas amateur¡¯, para mostrarles ¨Cy mostrarnos¨C de cerca lo que es una cocina profesional, y realmente les est¨¢n ense?ando solo la parte mala. Ofrecen una visi¨®n muy sesgada de la realidad¡±, apunta Monaguillo, que cree que esto puede tener efectos negativos sobre alguien que quiera dedicar su vida profesional a la gastronom¨ªa.
Aprovecha para mandar un mensaje de esperanza a todos los que crean que esa es la ¨²nica realidad: ¡°como cocinero tambi¨¦n se trabajan escandallos para darse cuenta que destrozar una gamba roja es un delito, se disfruta creando platos porque tienes conocimientos y libertad para ello y se llora cuando la cebolla te lo pide. No todo son presiones, prisas, empujones, carreras, sudores fr¨ªos, carabineros, buey, esparde?as, trufa y plancton¡±.
Otro de los colaterales afecta a la manera en la que los espectadores empatizamos ¨Co dejamos de hacerlo¨C con los concursantes. Marta Miranda Arbizu, nuestra Defensora del Cocinero, lo explica perfectamente: ¡°mientras mor¨ªa de aburrimiento cada mi¨¦rcoles, mi yo cotilla sensacionalista estaba encantado con la ¨²ltima edici¨®n. Desde el principio dej¨¦ de tener inter¨¦s por las habilidades cocineras de los candidatos y los retos que les propon¨ªan los jurados, as¨ª que solo me quedaba preocuparme por las traiciones, los cambios de imagen y el rollito fraternal de las gemelas jartibles. Y ni as¨ª. A medida que pasaban las semanas fui desconectando hasta el punto no tener favoritos ni interesarme demasiado qui¨¦n se llevara el delantal supremo. Solo me hicieron revivir Jordi Roca y su cromatismo verde. Si hay una quinta edici¨®n me gustar¨ªa m¨¢s de eso. Por pedir¡±.
Cifras y letras
Igual que sucede con los procesos electorales, parece que lo que opina la gente que nos rodea no siempre se corresponde con los resultados. Aunque la audiencia en la semifinal estuvo bastante lejos de los 4.105.000 espectadores que tuvo en la primera edici¨®n ¨Cun nada desde?able 22% del share¨C, se mantiene pr¨¢cticamente igual que en la segunda y supera notablemente a la tercera, que solo lleg¨® a 2.610.000 (18,7%).
Lo m¨¢s sorprendente de los 3.201.000 espectadores que consigui¨® la semifinal del programa es que son casi medio mill¨®n m¨¢s de los que tuvo el primero. Es decir, que MasterChef ha legitimado en las urnas del share el triunfo del reality lacrim¨®geno por encima de lo que sol¨ªa ser su objetivo principal: que los espectadores vi¨¦ramos buena cocina, y que los concursantes ¨Cque se supone que quieren formarse como cocineros, tengamos este dato presente¨C aprendieran al m¨¢ximo sobre t¨¦cnicas y producto.
?scar Broc lo define a la perfecci¨®n: ¡°Est¨¢ claro que el factor gastron¨®mico ya no importa. MasterChef ha preferido fidelizar al p¨²blico que solo busca pirotecnia: enfrentamientos, perfiles de concursantes dudosos, una chica muy mona que enamora a la parte masculina del jurado¡±. Puede gustarte o no esta tendencia, pero si el camino del concurso va hacia convertirlo en un relleno entre edici¨®n y edici¨®n de Gran Hermano, deber¨ªan ir buscando un t¨ªtulo alternativo. Porque, siguiendo con los s¨ªmiles pol¨ªticos, ahora mismo ¡®lo llaman MasterChef, y no lo es¡±.
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