?Servir¨¢ para algo el impuesto a los refrescos?
Los impuestos especiales han reducido el consumo de bebidas azucaradas en otros pa¨ªses, pero no hay datos de que disminuyan la obesidad. Analizamos pros y contras de la medida que tomar¨¢ el Gobierno espa?ol.
Gran parte de las estrategias en la actual batalla contra el consumo excesivo de az¨²car se est¨¢n centrando en las bebidas azucaradas, aunque este es el ingrediente principal ¨Cjunto a la sal y las grasas¨C de gran parte de los alimentos procesados. Siguiendo esta tendencia internacional, la semana pasada el Gobierno espa?ol anunci¨® la creaci¨®n de un impuesto especial que se aplicar¨¢ sobre los refrescos.
Las reglas del juego las ha definido la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) con la publicaci¨®n de un informe sobre pol¨ªticas fiscales en los alimentos para la prevenci¨®n de enfermedades no transmisibles. Su propuesta, claramente planteada y respaldada por estudios cient¨ªficos, deber¨ªa servir para programar nuevos contextos socioecon¨®micos que faciliten mejores elecciones alimentarias entre los ciudadanos, responsables definitivos de su dieta.
La intenci¨®n es desalentar el consumo de opciones menos saludables, al tiempo que se promueve el de las m¨¢s adecuadas: para conseguirlo, propone que las distintas administraciones p¨²blicas influyan sobre el precio de alimentos considerados clave. ?C¨®mo? Sumando un impuesto especial a los de peor perfil nutricional, y desgravando aquellos de los que interesa promocionar el consumo. Siempre, claro est¨¢, con la intenci¨®n enfocada en la salud p¨²blica.
Aunque la OMS advierte de la importancia de considerar distintas caracter¨ªsticas en los alimentos en base a su contenido en az¨²car, sal y grasa, lo cierto es que actualmente el grueso de sus recomendaciones se centra a en dos medidas concretas:
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Los impuestos bien planteados sobre las bebidas azucaradas causar¨ªan una reducci¨®n proporcional de su consumo, en especial si este incremento supone un precio de venta de al menos un 20% superior al de partida.
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Tambi¨¦n existe una fuerte evidencia de que subsidios del 10 al 30% menos del precio original para frutas y hortalizas frescas ser¨ªan efectivos y aumentar¨ªan el consumo de estos productos.
La experiencia en otros pa¨ªses
El informe de la OMS que acabamos de mencionar no es original, entre otras cosas porque resume la experiencia de otros pa¨ªses respecto al efecto que tienen en su consumo los impuestos sobre los alimentos. De este modo sabemos que pa¨ªses como Dinamarca, Ecuador, Egipto, Finlandia, Francia, Hungr¨ªa, Mauritania, M¨¦jico, Filipinas, Tailandia y algunos estados o regiones de Estados Unidos ya cuentan con datos de utilidad para contrastar el impacto de este tipo de medidas. Este mismo a?o tambi¨¦n han anunciado la implantaci¨®n del impuesto sobre las bebidas azucaradas Portugal y Reino Unido. Las medidas implantadas por estos pa¨ªses son sumamente heterog¨¦neas, y de ellas se pueden extraer las siguientes conclusiones:
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A excepci¨®n de Dinamarca, todas las pol¨ªticas fiscales ten¨ªan en cuenta de una u otra forma impuestos sobre el az¨²car, en especial sobre las llamadas ¡®bebidas refrescantes¡¯.
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Aunque hay cifras bastante convincentes que observan la disminuci¨®n en el consumo de refrescos tras el impuesto, no hay evidencia del impacto de este dato en el peso u otros factores de riesgo relacionados con la dieta, ya que en estas variables influyen un gran n¨²mero de factores. Ejemplo pr¨¢ctico: si alguien cambia el refresco por boller¨ªa industrial ¨Csin gravamen extra, de momento¨C de poco le va a servir a su dieta.
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Muy pocos de los casos hasta ahora conocidos incluyen subsidios para abaratar el coste de alimentos saludables. En sentido contrario, s¨ª que todos los pa¨ªses inclu¨ªan impuestos especiales con los que gravar el precio de alimentos poco recomendables.
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Este ¨²ltimo hecho pone de relieve uno de los temores de la OMS, cuando concluye que en muchas ocasiones el objetivo de estas medidas impositivas est¨¢ centrado m¨¢s en el af¨¢n recaudatorio que en el beneficio de la salud p¨²blica, cuando su intenci¨®n es claramente que el impuesto compense la desgravaci¨®n y la acci¨®n se autogestione, sin costar dinero ni generar beneficio.
El impuesto sobre las bebidas azucaradas en Espa?a
A pesar de que a fecha de hoy se desconocen las caracter¨ªsticas particulares anunciadas por el Sr Montoro sobre este nuevo impuesto, sobre la decisi¨®n del ejecutivo ya planean algunas sombras:
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Resulta cuando menos curioso que la noticia se produzca dos semanas despu¨¦s de que el Gobierno de Catalu?a anunciara por su parte medidas similares sobre los refrescos, con unas cuant¨ªas ¨Centre 8 y 12 c¨¦ntimos por litro¨C muy por debajo de las propuestas por la OMS. En este sentido, la medida podr¨ªa tener tintes de oportunismo pol¨ªtico, al adelantarse al ejecutivo catal¨¢n con una estrategia que ya tiene precedentes. Lo vimos con el impuesto sobre dep¨®sitos bancarios, y tiene f¨¢cil explicaci¨®n: como no puede haber una doble imposici¨®n en territorio nacional por un mismo concepto, si el Gobierno de Espa?a toma la delantera regulando estos impuestos ser¨¢ ¨¦ste quien cobre el gravamen, repercutiendo en sus arcas y dejando a los catalanes con cara de ¡°esto no me puede estar pasando¡±.
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Apenas una semana antes de la aprobaci¨®n de la medida algunas fuentes informaron de que el ejecutivo lo desestimar¨ªa con las miras puestas en una posible inversi¨®n de Coca-Cola en Espa?a. Tras conocerse este mismo a?o la imposici¨®n de una tasa sobre estas bebidas en Portugal, la compa?¨ªa decidi¨® suspender el proyecto de ampliaci¨®n de una de las plantas que tiene all¨ª, con una inversi¨®n estimada de 40 millones de euros. ?Represalias, chantaje, casualidad? que cada uno lo llame como quiera, pero parece que ¡®la chispa de la vida¡¯ no se anda con bromas.
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Una de las cuestiones m¨¢s candentes tiene que ver con la cuant¨ªa del gravamen. La recomendaci¨®n de la OMS es clara: los precios han de subir al menos un 20% o m¨¢s para observar un descenso palpable en el consumo. Sin embargo son muy pocos los pa¨ªses que han alcanzado ese m¨ªnimo: casi todos han optado por una estrategia tibia con incrementos mucho m¨¢s modestos. Adem¨¢s de la propuesta catalana ¨Cbastante rid¨ªcula¨C, otro de los casos es el de Portugal que prev¨¦ incrementar los precios de estas bebidas entre 8 y 16 c¨¦ntimos por litro, incluyendo tambi¨¦n los refrescos edulcorados. Estos dos casos contrastan con el plan de acci¨®n del Reino Unido que se acerca significativamente a las recomendaciones de la OMS, ya que establece incrementos de entre 21 y 30 c¨¦ntimos por litro, sin tasar las bebidas con edulcorantes.
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La principal novedad de nuestro impuesto frente a la mayor¨ªa de pa¨ªses y en l¨ªnea con lo previsto en Portugal, es que al parecer el gravamen afectar¨¢ tanto a las bebidas con az¨²cares pero tambi¨¦n a las consideradas light o zero, es decir a las que sustituyen el az¨²car con edulcorantes (o sea, no son azucaradas).
Reflexiones a tener en cuenta
La lectura m¨¢s novedosa del asunto es que, tal y como se vio en su momento con el tabaco y con el alcohol -sobre los que ya no hay duda de su efecto perjudicial- las administraciones p¨²blicas tienen a d¨ªa de hoy el poder para gravar el consumo de otros elementos, con la justificaci¨®n de proteger la salud p¨²blica de sus ciudadanos.
A juicio de la OMS, las pol¨ªticas fiscales sobre los alimentos son una herramienta m¨¢s entre muchas otras que deber¨ªan coexistir para reducir con ¨¦xito el impacto de las enfermedades cr¨®nicas no transmisibles (diabetes, c¨¢ncer, enfermedades cardiovasculares, etc¨¦tera). Est¨¢ claro: de forma aislada, las pol¨ªticas fiscales tendr¨¢n un efecto muy limitado.
Aunque est¨¦ justificado e incluso pueda ser una tendencia implantar impuestos sobre los alimentos, llegados a este punto es importante destacar que algunos gobiernos han encontrado en este tipo de medidas una justificaci¨®n para la mera recaudaci¨®n. As¨ª lo refleja la propia OMS en su informe al expresar uno de sus miedos: centrarse en el beneficio econ¨®mico implantando impuestos de baja cuant¨ªa resultar¨¢ en una estrategia ineficaz en el marco de la Salud P¨²blica.
Otro error es centrar estas cargas en las bebidas azucaradas, como si no hubiera otros actores igual de culpables en la actual epidemia de obesidad y enfermedades cr¨®nicas. Pocos pa¨ªses han optado por pol¨ªticas fiscales totalizadoras, que graven todos los alimentos con un perfil nutricional inadecuado, y menos a¨²n han sido los que ofrecen los recomendados subsidios sobre alimentos saludables.
Resulta llamativo que en nuestro entorno, ni el ejecutivo de Catalu?a ni el de Espa?a hayan hecho el menor esfuerzo por plantear un abaratamiento general sobre los productos frescos, con lo que es posible que los verdaderos fines de la implementaci¨®n de estas medidas respondan principalmente al necesario ajuste de los presupuestos nacionales o a cuestiones de inter¨¦s pol¨ªtico.
Por ¨²ltimo, sentencia la OMS, una vez iniciada la estrategia es necesario ser eficaz para contrarrestar los argumentos y esfuerzos de la industria, que se opondr¨¢ al desarrollo e implementaci¨®n de las medidas fiscales y buscar¨¢ atenuar sus efectos. En este sentido es especialmente ¨²til la realizaci¨®n de programas de sensibilizaci¨®n y educaci¨®n que informen a la poblaci¨®n sobre las consecuencias positivas de limitar el consumo de este tipo de alimentos.
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