Por qu¨¦ habr¨ªa que eliminar los 'vending' de comida
Las m¨¢quinas expendedoras de comida rebosan productos insanos y los hacen disponibles a todas horas. ?Hay que regular su contenido o directamente suprimirlas? Salvo contad¨ªsimas excepciones, mejor lo segundo.
Dejadme que empiece con una historia un poco de abuelo Cebolleta, pero muy interesante para situar el tema que nos ocupa: mi infancia y juventud transcurrieron en los ¨²ltimos estertores de lo que ahora conocemos como ¡°la transici¨®n nutricional¡±. El t¨¦rmino hace referencia a ese periodo de tiempo en el desarrollo de una civilizaci¨®n que limita al sur con la carencia de alimentos, las hambrunas, las deficiencias nutricionales, la desnutrici¨®n, el raquitismo y las muertes perinatales e infantiles. Pero a su vez tambi¨¦n limita al norte con los excesos, la sobrealimentaci¨®n, la obesidad -infantil y no- y sus enfermedades metab¨®licas asociadas. Ese periodo en Espa?a, m¨¢s o menos difuso, pudo empezar a finales de los a?os 50 y acabar a mediados de los 90: fuimos uno de los ¨²ltimos pa¨ªses de nuestro entorno en hacer esa transici¨®n.
As¨ª pues, en la ciudad de provincias que me vio crecer fui testigo de la introducci¨®n de muchas novedades alimenticias: la colonizaci¨®n de grandes superficies de supermercados -que arrasaron con buena parte de los ultramarinos y comercios minoristas-; la telecomida que empez¨® a dar al traste con la parece que sana costumbre de cocinar y; por supuesto, la distribuci¨®n y venta de alimentos a trav¨¦s de m¨¢quinas, que conocemos como vending.
Una irrupci¨®n que casi hizo desaparecer del mapa unas peque?as viandas -algunos las llamaban ¡°el almuerzo¡± o ¡°la merienda¡±- que sol¨ªan llevarse de casa envueltas en papel de aluminio, en el del peri¨®dico del d¨ªa anterior o en el de estraza. Hubo m¨¢s cambios, muchos m¨¢s, pero dejadme que me detenga hoy en este ¨²ltimo aspecto.
El peligro del 'vending'
En aquellos a?os transicionales las m¨¢quinas con productos comestibles fueron, poco a poco, colonizando espacios. Al principio de forma m¨¢s o menos modesta pero siempre con paso firme, avanzando hasta llegar a posicionarse en estaciones de tren, aeropuertos, terminales de autobuses, colegios, universidades, cines, centros de trabajo, centros sanitarios (lo que no deja de tener su retranca) calles y esquinas ad hoc, cines, entradas de bares, estaciones de servicio y, resumiendo, casi cualquier sitio. De hecho, apuesto a que en este momento ser¨¢ dif¨ªcil que te encuentres a m¨¢s de 200 metros de una de ellas.
Su contenido es de sobras conocido: un compendio de lo que menos necesitas. Productos especialmente ricos en calor¨ªas, az¨²cares, grasas de la peor cala?a, sal, harinas refinadas e ingredientes ultraprocesados y faltos de cualquier cosa medianamente interesante desde el punto de vista nutricional. Estas m¨¢quinas suelen presentarse por pares: por un lado la de bebidas con refrescos, batidos azucarados, zumitos y agua (poca y a un precio que sugiere que en su lugar hay l¨¢grimas de unicornio).
A su lado la de las patatitas, galletitas dulces o saladas, gominolitas, palitos de pan mediterr¨¢neos con semillas, bollitos (todo en diminutivo, que parece menos nocivo), caramelitos, barritas "de cereales" -chocolateadas o no- y lo que ellos llaman ¡°frutos secos¡±, acompa?ados de fritanga y "sabor jam¨®n", tijuana o barbacoa. Lo que menos te conviene, y lo sabes, al alcance de la mano para que consumas sin parar. Non-stop. Y a tus hijos, que tampoco les falte.
Curiosamente, adem¨¢s de vending, el tipo de productos dispensados por estas maquinolas tambi¨¦n se conoce en ingl¨¦s como competitive foods. Competitive, no sabemos si por la feroz batalla que se establece entre fabricantes para posicionarse mejor, o por lo dif¨ªcil que lo tiene el consumidor desprevenido para decidirse ante un cat¨¢logo tan cautivador y nutricionalmente nulo.
?Regulamos su contenido?
A ra¨ªz de la actual epidemia de obesidad y enfermedades asociadas -adem¨¢s de lo que acabamos de comentar-, de un tiempo a esta parte una importante cantidad de publicaciones cient¨ªficas se han dedicado a poner en solfa el papel de este tipo de m¨¢quinas expendedoras en nuestros intereses de salud.
As¨ª, y al hilo de la actual corriente prohibicionista de alimentos con oscuro perfil nutricional, hay quien ha optado por limitar los espacios y las m¨¢quinas que los distribuyen. Sin ir m¨¢s lejos, muchos pa¨ªses de nuestro entorno han acotado, por ley, el contenido de estos dispensadores de ¡°comida¡±. As¨ª lo han hecho Francia, Portugal e Italia; lo que ha hecho que incluso el sector se plantee la necesidad de redactar un documento de buenas pr¨¢cticas para lograr un ¡®vending¡¯ saludable.
En este sentido se hace indispensable comentar la batalla que ha emprendido la administraci¨®n sanitaria portuguesa antes mencionada (a diferencia del de la espa?ola, por cierto). Nuestros vecinos hace cinco a?os que regularon el contenido de los productos dispensados en las m¨¢quinas de vending situadas en los centros educativos, y desde 2012 prohibieron rellenarlas de productos con un determinado perfil malsano.
A modo de vergonzoso contrapunto, aqu¨ª en Espa?a tenemos una muy decorativa Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n -de 2011- que, en su art¨ªculo 40.6, reza: ¡°En las escuelas infantiles y en los centros escolares no se permitir¨¢ la venta de alimentos y bebidas con un alto contenido en ¨¢cidos grasos saturados, ¨¢cidos grasos trans, sal y az¨²cares¡±. Sin embargo, y a pesar de tan elevadas prohibiciones, a efectos pr¨¢cticos todo sigue igual que antes de su publicaci¨®n. Ovaci¨®n cerrada para los que hacen la ley pero no aseguran su cumplimiento.
Para seguir con el agravio comparativo, los lusos han dado un paso m¨¢s con las maquinitas en cuesti¨®n: su contenido se regula ahora tambi¨¦n en los espacios no educativos. Desde hace un par de meses, en cualquier espacio p¨²blico ¨Cy en especial en los sanitarios¨C, se proh¨ªbe la presencia de determinados productos como pasteles, sandwiches con ketchup o mayonesa, refrescos, caramelos, postres de chocolate o con crema de leche o snacks de chocolate. A la vez, es obligatorio a que incorporen una determinada oferta: agua embotellada, leche desnatada, yogures bajos en grasa, pan integral, zumos, fruta fresca, embutidos bajos en sal y grasa o frutos secos.
?O regulamos su presencia?
Seamos sensatos: ?no sabes qu¨¦ va a ser de tu vida en las pr¨®ximas 8 horas? ?Acaso no sabes d¨®nde estar¨¢s y el tiempo que te llevar¨¢ volver a tu casa para cocinarte un revuelto de esp¨¢rragos? ?Acaso eres un casco azul en una misi¨®n de ultramar? ?De veras crees que tu subsistencia depende de encontrarte, o no, con un una m¨¢quina de chocolatinas al lado de la de refrescos? Cambia el chip.
No s¨¦ c¨®mo lo ver¨¢s t¨², pero te puedo asegurar que en mis tiempos, en esos de la ¡°transici¨®n nutricional¡±, no hab¨ªa noticias sobre personas que murieran en su puesto de trabajo -tampoco de ni?os en el colegio- por no disponer de una m¨¢quina que les proporcionara cada dos horas chocolatinas o refrescos para superar su inanici¨®n. De fallecidos en accidentes de circulaci¨®n por no llevar el cintur¨®n de seguridad s¨ª hab¨ªa noticias m¨¢s o menos recurrentes. Pero de lo otro no.
No necesitas comer constantemente esa porquer¨ªa que se muestra lustrosa tras un cristal que parece a pruebas de balas: en mi opini¨®n la mejor m¨¢quina de vending tal y como las conocemos es la que est¨¢ vac¨ªa o desenchufada. No nos hace ninguna falta tener tan a mano, de forma tan constante, tan omnipresente los productos habituales en las m¨¢quinas espa?olas. Pero no te confundas, tampoco nos hacen falta alguna estar tan expuestos de la misma forma a los productos supuestamente saludables del vending portugu¨¦s.
En general no necesitamos comer tan de continuo de nada, por muy saludable que sea. ?Y si son m¨¢quinas con fruta entera o precortada y embolsada en atm¨®sfera protectora? Pues bien, hasta de esas estoy en contra: la fruta que contienen suele ser de una calidad muy regular y siempre a unos precios desorbitados -hasta 30€/kg las he visto- en comparaci¨®n con su precio en el s¨²per o en el mercado. Lo que nos lleva de nuevo a la pregunta: ?tanto cuesta hacer previsi¨®n y llevar esa fruta desde casa?
No es que quiera acabar con el sector del vending como tal. Las m¨¢quinas con infusiones, caf¨¦, t¨¦ y agua, llegado el caso, pueden ser convenientes en ciertos entornos. Y aquellas que contienen basura nutricional podr¨ªan reciclarse, no para incluir productos desgrasados, desalados, desnatados y edulcorados listos para comer, sino para distribuir por ejemplo libros, chancletas, esmalte de u?as, balones de f¨²tbol, tecnolog¨ªa, productos de parafarmacia e higiene personal (s¨ª, de preservativos tambi¨¦n) etc¨¦tera.
Volviendo al terreno alimenticio, yo solo me decantar¨ªa por levantar la veda a m¨¢quinas expendedoras del tipo Cachop-o-matic (s¨ª, la que dispensa 24 horas al d¨ªa cachopos y croquetas listos para fre¨ªr, pero no para comer) o las del tipo Pescader¨ªa sin interrupci¨®n, por si a la salida del trabajo y de vuelta a casa te apetece pillar una ventresca de bonito para hacerla al horno con chalotas. Para todas las dem¨¢s, mi opini¨®n es la misma: huye.
Juan Revenga es dietista-nutricionista, bi¨®logo, consultor, profesor en la Universidad San Jorge, miembro de la Fundaci¨®n Espa?ola de Dietistas-Nutricionistas (FEDN) y un mont¨®n de cosas sesudas m¨¢s que puedes leer aqu¨ª. Ha escrito los libros ¡°Con las manos en la mesa. Un repaso a los crecientes casos de infoxicaci¨®n alimentaria¡± y ¡°Adelg¨¢zame, mi¨¦nteme. Toda la verdad sobre la historia de la obesidad y la industria del adelgazamiento¡± y -muy importante- es fan de los ri?ones al jerez de su madre.
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