No le digas a mi madre que he comido eso: las peores recetas hechas por estudiantes
En tiempo de guerra cualquier agujero es trinchera y en un piso de estudiantes los fideos instant¨¢neos con chorizo y garbanzos cuentan como cocido: bienvenidos al infierno gastron¨®mico de los reci¨¦n emancipados.
La juventud combina con todo; como el negro, o como el pan. Es una grieta en el mundo convencional, una l¨ªnea temporal donde no se niegan posibilidades, sino que todas ellas existen a la vez, potencialmente realizables. Teorizo sobre una ¨¦poca de mi vida que ya toca a su fin, un horizonte que cruzo de manera inminente y que me da la perspectiva y la legitimidad para preguntarme: ¡°?En qu¨¦ mierda estabas pensando para cocinar eso?¡±. Si la vida pasa ante nuestros ojos en ese preludio de la muerte que apenas dura unos segundos, yo misma, a punto de poner un pie en el mundo adulto, he visto c¨®mo pasaban a c¨¢mara r¨¢pida todas las infamias que mi cuerpo digiri¨® y que ahora no ser¨ªa capaz de tragar sin parecer un se?or de 60 a?os que dice: ¡°Algo me ha ca¨ªdo mal al est¨®mago¡±.
Sal¨ª de casa con 21 a?os reci¨¦n cumplidos y una maleta llena de ilusiones: esto es, queso y lomo embuchado. Dispuesta a comerme el mundo, esto es, todo lo que hab¨ªa en la maleta. Mi madre me compr¨® una olla expr¨¦s que me ha acompa?ado en cada mudanza. La estren¨¦ junto a mi sensatez: hace unos meses. Pero lo importante de esta breve historia de humillaci¨®n personal es c¨®mo sobreviv¨ª a mis ¨²ltimos a?os de universidad sin tener ni idea ni ganas de cocinar.
"El revueltillo"
Creo que as¨ª es c¨®mo llam¨¢bamos otra compa?era y yo a aquella pasta de cemento que nos inventamos un d¨ªa para cenar. Consist¨ªa en cortar surimi (o palitos de cangrejo, como los seguimos llamando yo, un par de abuelas de 86 a?os y seguramente nadie m¨¢s), abrir un par de latas de at¨²n, revolverlo todo en una sart¨¦n durante unos minutos, y despu¨¦s mezclar los ingredientes con mayonesa hasta que la textura era similar a la pasta con la que te hacen un empaste dental. El toque final: servir en una rebanada de pan de molde tostado; ni plato hac¨ªa falta.
Este revueltillo fue mi m¨¢ximo aliado en las ¨¦pocas de trabajos finales y ex¨¢menes. Mi madre, que siempre ha tenido la costumbre de fiscalizar mi dieta diaria, me llamaba: ¡°?Qu¨¦ has comido hoy?¡±. ¡°Pescado¡±. ?La verdad? Era revueltillo.
Ahora que se acerca el final de curso, he interrogado a algunos alumnos sobre sus mayores haza?as culinarias. Bucear entre sus confesiones ha sido como asomarse a las p¨¢ginas web de alquiler de pisos: ¡°Precioso piso interior en un entresuelo MUY LUMINOSO¡±. O sea: ¡°Precioso plato de salchicha de paquete con tranchetes derretidos MUY SABROSO¡±. S¨ª, ya, claro. Aqu¨ª van algunas de las recetas de esta cocina de supervivencia.
El calzone bomba
La historia de Alberto L¨®pez, de 25 a?os, doctorando en Ciencias Pol¨ªticas, comienza as¨ª: ¡°El contexto es un piso de estudiantes, bautizado como el ¡®putipiso¡¯, los tres gayers solteros, entre ellos yo. Sal¨ªamos de la misma residencia -en la que hab¨ªa comedor- y ninguno de nosotros ten¨ªamos ni idea de c¨®mo encender una hornilla (o una vitro, pero es que en este caso se trataba de una hornilla)¡±.
Se confiesa con la legitimidad que otorga dejar un mal h¨¢bito atr¨¢s y me cuenta el primer invent de la cocina moderna: ¡°Quer¨ªamos rendir homenaje a nuestro plato favorito, la pizza. Decidimos que el cl¨¢sico calzone italiano necesitaba un poco de I+D+I. Nuestra contribuci¨®n consist¨ªa en comprar dos pizzas Campofr¨ªo de las que vienen con salsa, pon¨ªamos una sobre la otra y en medio met¨ªamos hamburguesas (tambi¨¦n de s¨²per) o, la mayor¨ªa de las veces, salchichas (mucho m¨¢s c¨®modo porque no ten¨ªamos que cocinarlas antes). El toque personal era vaciar un bote de ketchup y otro de mayonesa en medio. Y queso, mucho queso. Lo que aparec¨ªa al abrir el horno era una bomba de sabor meloso en la boca, untuoso en su contacto con el paladar¡±.
La tortilla de patatas fritas de McDonald's
Otra contribuci¨®n gastron¨®mica de Alberto y sus compa?eros naci¨® de la casualidad, como tantos otros grandes descubrimientos de la Historia: ¡°Ten¨ªamos unas ganas de tortilla indescriptibles y se nos hab¨ªan acabado las patatas (s¨ª, tambi¨¦n las que ten¨ªan brotes del tama?o de un brazo). Ese mismo d¨ªa hab¨ªan sobrado patatas del McDonald's y las ten¨ªamos cogiendo fr¨ªo en la encimera. Nos sali¨® una tortilla la mar de buena. Como viv¨ªamos justo encima de un Burger King y los viernes hab¨ªa oferta de patatas a euro, al final incorporamos las patatas fritas en revueltos y hasta en una ensaladilla rusa¡±.
Un cl¨¢sico: las salchichas con tranchetes
La clave, adem¨¢s de ¡°uno + uno = grasa¡±, es ¡°no tener que limpiar luego¡±. De ah¨ª que el plato ¡°salchichas de paquete con tranchetes¡± sea un must en la cocina estudiantil. En su sencillez radica su belleza. Tom¨¢s, de 23 a?os y estudiante de Periodismo, nos desvela algunos de los secretos de tama?a receta: ¡°Consiste en coger un paquete de salchichas, ponerles un tranchete encima y meterlas al microondas. Supongo que se hace as¨ª porque lo ¨²nico que combina con el pl¨¢stico es m¨¢s pl¨¢stico. En aras del buen gusto y de forma opcional, pueden hacerse varios cortes oblicuos con un cuchillo antes de meterlas al microondas, pero esta t¨¦cnica supone limpiar el cuchillo despu¨¦s, por lo que no se recomienda¡±.
El sandwich de cebolla
Ea. La generaci¨®n m¨¢s preparada de la historia, capaz de hacer esto: ¡°Mira, yo una vez no ten¨ªa nada en el frigo y me hice un s¨¢ndwich de cebolla. Pero con conocimiento de causa: antes la puse en agua fr¨ªa para quitarle el azufre y luego la escurr¨ª. Era eso o la inanici¨®n¡± ?Pasarla por la sart¨¦n? Recordad: la clave es no ensuciar. Como bonus track, Tom¨¢s nos deleita con un postre de celebraci¨®n de fin de ex¨¢menes: ¡°Consiste en coger un bol (o un barre?o, para el caso, porque es un postre grupal) y mezclar dentro una Comtessa a cachos y una caja entera de miguelitos de La Roda¡±.
La mezcla de todo
Mercedes, a la que todos conocen como Mertxeles -¡°me cambi¨¦ un poco el nombre porque en mi pueblo ya hab¨ªa muchas Mercedes¡±, dice- tiene 18 a?os, estudia Periodismo y este curso ha sido el primero fuera de casa. Para ejemplificar que la cocina no es su fuerte recuerda esta an¨¦cdota: ¡°Descongel¨¦ un filete de merluza, se me olvid¨® com¨¦rmelo y volv¨ª a meterlo en el congelador. Mi compi me dijo que no hay que cortar la cadena de fr¨ªo o algo as¨ª, que me pod¨ªa haber puesto mala¡±.
Ella, como tantos otros antes, tambi¨¦n se ha visto ante la tesitura de tener que elaborar algo comestible con los ingredientes absolutamente random que te quedan en la despensa. Mezclarlos viene a ser el ¡°con un 6 y un 4 te hago tu retrato¡± de la cocina. ¡°No ten¨ªa pan pero ten¨ªa longaniza [fuet] de esa de un euro. Me quedaban galletas tostadas y dije: 'A tope'. As¨ª que me lo com¨ª junto, me daba pereza bajar a comprar. Otra vez me qued¨¦ sin leche y mezcl¨¦ agua con leche condensada, pero daba demasiado asco¡±, cuenta Mertxeles.
La cocina fusi¨®n con sobrasada y miso
Gloria Molero tiene 22 a?os y estudia un m¨¢ster en Comunicaci¨®n y problemas socioculturales en Madrid: ¡°Los primeros meses no sal¨ªa de pechuguita de pollo a la plancha, verduras congeladas... Que no soy muy de comer guarrer¨ªas, cuando te independizas es muy f¨¢cil caer en lo precocinado y tampoco quer¨ªa eso¡±. Pero lo que pas¨® a continuaci¨®n te sorprender¨¢: ¡°Mis padres me hab¨ªan tra¨ªdo una sobrasada dur¨ªsima que no s¨¦ para qu¨¦ si yo no como sobrasada de normal. Era domingo a las cuatro de la tarde, ten¨ªa pasta pero no ten¨ªa salsa. Los supermercados estaban cerrados y como me acababa de mudar no sab¨ªa de ning¨²n bazar 24 horas, as¨ª que decid¨ª que algo saldr¨ªa con lo que ten¨ªa en la nevera: ni confirmo ni desmiento que hubiese resaca implicada. Cog¨ª la mitad de la barra de sobrasada y me puse a machacarla. Luego le ech¨¦ agua caliente y tambi¨¦n miso derretido, no s¨¦ por qu¨¦. Y me puse a removerlo todo. Creo que tambi¨¦n le ech¨¦ un poco de leche y miel para darle sabor. Prob¨¦ la salsa... y al final me hice los tallarines con aceite y sal¡±. Una artista incomprendida en su ¨¦poca.
El salmorejo como salsa y la tortilla gris
Alberto L¨®pez tambi¨¦n lleg¨® a elaborar nuevos platos gracias a comida comprada o cocinada por sus padres: ¡°Los t¨¢pers que nos preparaban en casa se acababan pronto, hab¨ªa que racionarlos de alguna manera. El salmorejo de mi padre lo serv¨ªamos como salsa para pasta y arroz. Sobre todo arroz, y ten¨ªamos el morro de llamarlo arroz a la cubana solo porque ten¨ªa arroz y tomate. Lo peor de todo es que invit¨¢bamos a nuestros amigos y ligues para hacerles part¨ªcipes de nuestros hallazgos¡±.
Una excompa?era de facultad, Diana, rememora la tortilla francesa gris de una amiga suya: ¡°Caus¨® sensaci¨®n por su aspecto. ?Qu¨¦ ser¨¢, qu¨¦ llevar¨¢? Al probarla te dabas cuenta de que mord¨ªas tierra, como arenilla. Y es que llevaba caf¨¦¡±.
La tortilla de Ruffles y el Yatekomo con cosas
Hay algunos platos que ni tan siquiera tienen due?o, sino que estaban en el piso de estudiantes antes que los propios estudiantes. Es una especie de sabidur¨ªa ancestral que se comparte y sobrevive a las diferentes generaciones. Es un poco ¡°pues en mi casa lo hac¨ªan as¨ª¡±. No sabes c¨®mo acabaste preparando aquel pseudococido con sopa del Yatekomo porque es que en tu piso ya lo hac¨ªan as¨ª. Nadie sabe qui¨¦n fue el ingeniero que lo desarroll¨® ni por qu¨¦, t¨² solo has replicado la receta. As¨ª nacen los dos ¨²ltimos platos: la tortilla con patatas de bolsa y el Yatekomo con cosas (?que junten los ingredientes pero que no lo llamen matrimonio!).
Carmen, de 31 a?os y licenciada en Arquitectura, no recuerda qui¨¦n le habl¨® por primera vez de la tortilla con patatas fritas. Al principio pens¨¦ que se refer¨ªa a las que vienen congeladas en una bolsa, pero pronto me sac¨® de mi error: ¡°No, de las fritas tipo Ruffles¡±. ¡°?Pero tiene que ser con esas, con las Ruffles, o puede ser cualquier marca, cualquier sabor?¡±, pregunto. ¡°No, no cualquiera¡±, responde. Conservadora en lo de la tortilla espa?ola, liberal en lo de las patatas. Dice que la patata frita de bolsa en contacto con el huevo ¡°se pone blandita¡±. La elaboraci¨®n es sencilla: bates unos huevos (tres o cuatro), cortas a mano las patatas en cachitos, lo mezclas todo y a la sart¨¦n.
Pero son los fideos orientales de bote, conocidos sobre todo por la marca Yatekomo, los que triunfan entre el alumnado: crea la falsa ilusi¨®n de que comes un plato caliente, de cuchareo, y adem¨¢s es r¨¢pido de preparar y no hay que limpiar despu¨¦s, solo hervir agua. Alberto, el doctorando en Ciencias Pol¨ªticas, lo explica as¨ª: ¡°Estos botes s¨²perbaratos y que 'est¨¢n que te cagas', como dir¨ªa un Alberto del pasado que ya no me representa, protagonizaron otra de nuestras grandes reinterpretaciones culinarias. El sabor de la sopa nos parec¨ªa ok, pero los fideos nos recordaban poco a los pucheros de nuestras abuelas. Compr¨¢bamos chorizo -del que venden troceado en rodajas para s¨¢ndwiches- y garbanzos cocidos de bote y lo ech¨¢bamos todo en el mismo plato sopero¡±.
El fin del paladar
Alejandro, otro doctorando en Ciencias Pol¨ªticas de 25 a?os, no llega a este nivel de cocina deconstruida -por eso de que te deconstruyes la dignidad-, pero su compa?ero de piso por lo visto s¨ª: ¡°Cogi¨® un bote de pasta oriental con sabor a pollo de Maggie. Calent¨® los fideos. Los ech¨® en un bol. Abri¨® una lata de calamares en su tinta. Volc¨® la lata. Fin¡±. Fin de la receta, de su bienestar estomacal y de cualquier posible supervivencia del paladar. ?Estoy hablando como una adulta ya? No s¨¦, pero siento el irrefrenable impulso de preparar un puchero.
?Has comido (o comes) guarreridas de piso de estudiantes? Comparte con el mundo tu experiencia en los comentarios.
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