?Est¨¢ buena la comida para llevar de Mercadona?
La cadena de supermercados m¨¢s grande de Espa?a est¨¢ probando en Burjassot (Valencia) un nuevo servicio de comida preparada. ?Acabar¨¢n con la cocina casera sus platos a 3,50? Vamos hasta all¨ª para catarlos.
La cadena de supermercados m¨¢s enigm¨¢tica de Espa?a ha vuelto a hacer magia. Habr¨¢ quien elabore teor¨ªas conspiranoicas sobre Juan Roig, pero su capacidad para reconocer la oportunidad est¨¢ fuera de toda duda. Desde principios de septiembre, Mercadona ha puesto en marcha un servicio de comida para llevar, que actualmente solo se encuentra disponible en una tienda, junto a la estaci¨®n de metro de Burjassot-Godella. La prueba en el municipio valenciano servir¨¢ para valorar si se implementa en el resto de centros del pa¨ªs.
Primero fue el zumo reci¨¦n exprimido, luego el sushi, m¨¢s tarde el jam¨®n a cuchillo y, cuando nos est¨¢bamos recuperando de que tuvieran wifi, entonces¡ ?Bum! Tampoco han inventado la rueda, en cadenas como El Corte Ingl¨¦s y Carrefour ya dispon¨ªan de este servicio, pero desde luego ni a estos precios ni en los formatos que veremos a continuaci¨®n. Mercadona ha realizado una apuesta de un mill¨®n de euros, entre cocina, dise?o e integraci¨®n de plantillas. El recetario es fruto de las opiniones de 800 clientes, o como ellos dicen, de las opiniones del ¡°jefe¡±. Y no es que desconfiemos del criterio, pero queremos meter cuchara.
Un mi¨¦rcoles cualquiera visitamos la tienda de la plaza Francisco Navarro que, adem¨¢s, ha sido reformada para adaptarse a la nueva est¨¦tica de la cadena: resumiendo, es as¨ª como muy verde y con luces psicotr¨®picas. El mostrador de Listo para comer se detecta enseguida, porque son las 13.30 y una jaur¨ªa de clientes reclama lo suyo. Cuatro personas atienden, tres cocinan dentro y cinco supervisan el servicio, con traje de chaqueta y bloc de notas. Como si fueran de la CIA, pero disimulando fatal: me inquieta el patr¨®n intermitente de dos de ellos, que van quitando turnos de la m¨¢quina sin ton ni son y de tapadillo.
Me toca el ticket 73; la pantalla marca el 55; la historia de mi vida. La observaci¨®n de los distintos espacios en los que se reparte la comida pasa a ser mi mayor entretenimiento. Por un lado est¨¢ la isla de ensaladas do it yourself. Los ingredientes van desde el surimi a la lechuga iceberg?¡ªcalificada de ¡°corcho¡± por Mikel L¨®pez Iturriaga¡ª, pasando por la qu¨ªnua, lo que nos lleva a preguntarnos qu¨¦ futuro le espera a la l¨ªnea de envasados Verdifresh. Tambi¨¦n se puede personalizar la pizza, preparada y horneada al momento por los trabajadores, y la pasta, rellena o ?vac¨ªa?, con cuatro alternativas de salsa y posibilidad de parmesano.
Para quienes tengan prisa, hay estanter¨ªas de autoservicio que ofrecen s¨¢ndwiches, bocatas de jam¨®n y hamburguesas con queso; estas ¨²ltimas por 2,50 euros. El centro neur¨¢lgico es la vitrina del mostrador, repleta de platos cl¨¢sicos, que van de croquetas a ensaladilla rusa, pasando por pollos asados, cremas de verdura, alb¨®ndigas a la jardinera o arroces (paella y arr¨°s al forn, que esto es Valencia). No vi ning¨²n pescado, pero s¨ª unas costillas muy raras. El precio medio de las raciones es de 3,50 euros, como mucho 4, lo cual convierte la fabada casera en un preparado de s¨²per lujo.
?Mi turno, mi turno! Me pongo nerviosa, ?no os pasa a vosotros? Ten¨ªa m¨¢s o menos claro lo que iba a pedir, pero se me olvida todo. Al final digo cosas muy aleatorias: berenjena rellena, fideu¨¢, pasta con salsa de trufa (flipa) y lentejas. Y cojo una hamburguesa. Al l¨ªo.
Ya en casa, despu¨¦s de haber fotografiado los platos de cart¨®n con apariencia sofisticada, nos disponemos a probarlos. Intentamos parecer el equipo supervisor, con gafas de pasta y libreta Moleskine, pero pegados al microondas de la cocina. De acuerdo, puede que no sea una cr¨ªtica gastron¨®mica de Mugaritz, pero nos lo tomamos en serio.
La berenjena
A ver, amo la berenjena. Si tuviera que elegir una verdura para contraer matrimonio, probablemente me abrazar¨ªa a una berenjena gigante. Es un gran producto, y no entiendo la necesidad de enterrarlo debajo de un kilo de bechamel gratinada. La receta me recuerda a una lasa?a congelada. Tampoco me gusta la presentaci¨®n, dentro de un papel que se empapa y se pega, haciendo dif¨ªcil la vida. ?Esto no era para facilitarla?
La hamburguesa
Es complicado valorar la calidad de un emparedado de 2 euros, que confronta directamente con la oferta de Mc Donald¡¯s. La opci¨®n con peor aspecto de la mesa tiene alguna que otra virtud. No es la carne de vacuno, completamente reseca. Ni tampoco el queso, una suerte de Cheddar en versi¨®n chicle. Pero me parece buena idea el pan de brioche que, de no ser por el recalentamiento, conferir¨ªa encanto al bocado.
La fideu¨¢
Insisto: estamos en Valencia. No se puede fallar con el arroz; tampoco con la fideu¨¢. Fue el peor de todos los platos que probamos. El fideo estaba pasado, el fondo no ten¨ªa sabor y el pescado o marisco estaba en paradero desconocido. Creo que dimos con un calamar. Eso s¨ª, te lo ponen con dos gambas bien grandes por encima, para jugar con tus ilusiones. Al minuto de empezar con el plato ya nos hab¨ªamos aburrido.
Las lentejas
Quer¨ªamos probar los guisos para regodearnos en el ¡®puaj¡¯, pero la vida siempre te sorprende. Las lentejas est¨¢n buenas. No son las mejores lentejas de tu vida, no apostar¨ªa mi fortuna a que no vengan envasadas, pero tienen su chorizo, su patata, su zanahoria¡ Y lo esencial, su sabor. El aspecto no es atractivo, ?pero qu¨¦ esperas de un guiso marr¨®n en un plato de cart¨®n? Bastante ha hecho el t¨¢per con no dejarlas escapar.
La pasta
Miedo, han sacado la bolsa de pasta de debajo del mostrador. Terror, est¨¢n coci¨¦ndola en un agua muy rara. P¨¢nico, la oferta incluye salsa trufa y todo el mundo se la pide. Se trata de la misma que venden en una bolsa para cocinar, droga dura. Pues s¨ª, me la ped¨ª, se la puse por encima a la pasta de queso y pera, y resulta que estaba buena. La pasta, no la salsa. Es por el relleno, que se nota, y porque la cocci¨®n estaba al dente. As¨ª que no me extra?ar¨ªa ver a muchos espa?oles quejarse de que los raviolis est¨¢n duros.
?Entonces qu¨¦ dice esta chica? ?Que no fue tan horrible la cosa? Pues hombre¡ no. Es como un tren del terror, pero en versi¨®n infantil; no la casa de los horrores, con monstruos detr¨¢s de los espejos. La oferta de Mercadona no revolucionar¨¢ la alta gastronom¨ªa, pero parece una apuesta bien coordinada. Hay recetas mediterr¨¢neas y precios equilibrados, que no van a sustituir la tartera de tu abuela, pero te pueden evitar alg¨²n men¨² del d¨ªa guarruzo de esos que te comes solo por resolver.
El servicio de Listo para comer cumple con su cometido y se perfila como el pr¨®ximo petardazo del se?or Roig, que para esto de los negocios es muy fallero. En la tienda de Burjassot, el mostrador de comidas para llevar se sit¨²a frente a la nevera del sushi y el frigor¨ªfico de los embutidos, donde tambi¨¦n est¨¢n los platos preparados. ?Significa esto que pronto veremos los niguiris en la vitrina, junto al surtido de croquetas?
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