C¨®mo evitar el picoteo insano durante el confinamiento
El hambre emocional es nuestro enemigo cuando pasamos todo el tiempo en casa, con la despensa y la nevera al alcance y sin la posibilidad de salir a dar una vuelta para airearse.
¡°Se me cierra el est¨®mago¡±: esa reacci¨®n fisiol¨®gica a emociones como el miedo, la ira o la ansiedad, tiene una explicaci¨®n biol¨®gica comprensible: ante una amenaza se activa el sistema nervioso simp¨¢tico y nos preparamos para huir o luchar. El dise?o est¨¢ bien, porque si aparece un le¨®n o el enemigo nos est¨¢ disparando con fuego de mortero; no parece el mejor momento para sentarse a comer una paella. Ahora no hay le¨®n, y no podemos escapar corriendo hacia otro lado: estamos literalmente atrapados en los 60 metros cuadrados que conforman nuestra casa.
Pero la sensaci¨®n molesta sigue ah¨ª y necesitamos resolverla de alguna forma. La reacci¨®n puede ser viajar al frigor¨ªfico peri¨®dicamente para ir cogiendo lo que pillemos -que no suelen ser palitos de zanahoria, precisamente-, sin que haya un hambre real que nos empuje a hacerlo; comer es, en realidad, la respuesta.
Tambi¨¦n hay una base fisiol¨®gica. Como se explica en PENNutrition -herramienta que eval¨²a la evidencia cient¨ªfica en nutrici¨®n-, el estr¨¦s continuado afecta a los sistemas de regulaci¨®n del hambre y la saciedad, produciendo una elevaci¨®n sostenida de glucocorticoides que alteran la conducta alimentaria.
El fen¨®meno de comer emocional como forma de ajustar una incomodidad ya se describi¨® en The psychosomatic concept of obesity en 1957, y se defin¨ªa tradicionalmente como un incremento en la ingesta en respuesta a emociones negativas, de manera que estas emociones se regulan a trav¨¦s de la comida. ?Qu¨¦ tipo de alimentos nos empuja a comer el hambre emocional? ?Brotes de soja y crudit¨¦s de verduras?
No. Tendemos a arrojarnos sobre los alimentos ¡°altamente palatables¡± o, en castellano antiguo, guarrer¨ªas variadas de todo tipo: boller¨ªa, dulces, chocolate, snacks y otros ultraprocesados porque, eso s¨ª, no nos podemos quejar de falta de opciones malas. Ni eres el ¨²nico, ni es meramente una sensaci¨®n: las emociones negativas -aburrimiento incluido- llevan a comer m¨¢s y a hacer peores elecciones alimentarias, optando por alimentos altamente cal¨®ricos y ricos en grasas, que activan nuestro circuito de recompensa para hacernos sentir mejor. En resumen, el planteamiento es ¡°si la cosa ah¨ª fuera est¨¢ fatal, vamos a darnos un capricho¡±.
?Esto es hambre de verdad, o es que se me caen las paredes encima?
Durante el confinamiento, nuestros requerimientos energ¨¦ticos est¨¢n inevitablemente reducidos. As¨ª que, si te asalta el ansia viva dos horas despu¨¦s de desayunar, o has cenado y sigues picoteando cual gallin¨¢cea, seguramente lo que necesitas es salir a darte una vuelta, no comerte un pal¨¦ de ganchitos. Pero, a menos que seas uno de esos famosetes que est¨¢n publicando v¨ªdeos de su terror¨ªfico confinamiento relaj¨¢ndose en su piscina climatizada tras un par de horas de entrenamiento aer¨®bico en su finca de 100 hect¨¢reas, lo de despejarte al aire libre est¨¢ complicado.
Es el momento de pasar a la acci¨®n y saber qu¨¦ te est¨¢ pasando. Eso s¨ª, no esperes que te hable de que ¡°debes tomar el control de tus emociones¡± y de que ¡°querer es poder¡± desde mi atalaya. No voy a decirte que es el momento de conectar contigo mismo y analizar por qu¨¦ comes como comes. Que vivimos situaciones muy dif¨ªciles como para soportar moralinas bienintencionadas. Pero s¨ª hay algunas se?ales que te ayudan a identificar si tienes hambre de verdad (fisiol¨®gica) o es emocional.
Hambre emocional
- Aparece s¨²bitamente.
- Preferencia por alimentos concretos y s¨®lo por esos.
- Necesidad de satisfacerla inmediatamente.
- Puedes seguir comiendo aunque ya est¨¦s saciado.
- Tras la ingesta pueden aparecer sentimientos de culpa, verg¨¹enza o arrepentimiento.
Hambre fisiol¨®gica
- Aparece de forma gradual
- Abierto a cubrir la necesidad con distintos alimentos.
- Puedes esperar a comer.
- Si est¨¢s lleno, es probable que pares.
- Tras la ingesta no hay sentimientos negativos.
Si tu hambre es emocional, nada como tratar de alejarse de esa situaci¨®n. En condiciones normales te dir¨ªa que cogieras los b¨¢rtulos y salieras a la calle a dar un paseo, pero como eres responsable y est¨¢s siguiendo al pie de la letra las indicaciones de las autoridades sanitarias, la soluci¨®n es mantenerse activo en casa. Cambia de actividad, haz algo de ejercicio f¨ªsico dentro de las posibilidades -hay muchas aplicaciones con programas de entrenamiento para hacer en casa que son la salvaci¨®n estos d¨ªas- o ded¨ªcate a alguna tarea intelectualmente estimulante de esas que siempre postergas por falta de tiempo.
Si el hambre emocional sigue ah¨ª, hay unas cuantas pautas que puedes seguir para ceder a ella sin que repercuta en tu salud f¨ªsica y mental: que lidiar con el aumento de peso se lleva mal, pero entrar en conflicto contigo mismo batallando contra los sentimientos de culpa y remordimiento, es una pesadilla.
?Imposible no picotear? Trucos para no caer en la vacaburrez
Hay picoteo y picoteo. As¨ª que si estamos diciendo que el hambre emocional nos empuja inexorablemente a atacar la crema de queso, las patatas fritas o las galletitas saladas, la primera l¨ªnea de contenci¨®n pasa por algo tan evidente a la par que complicado como no tenerlas en casa (como explic¨® Julio Basulto en este art¨ªculo). Algo bueno ten¨ªa que tener el confinamiento: si no guardas comida insana en la despensa, va a ser m¨¢s dif¨ªcil que puedas bajar a compr¨¢rtela. Y ya ni hablamos de ¡°pillarla¡± en la m¨¢quina de vending de la oficina, ?qu¨¦ tiempos aquellos! (tranquilo, que volver¨¢n pronto).
As¨ª que, en tu incursi¨®n al s¨²permercado en busca de aprovisionamiento, gr¨¢bate a fuego los consejos de seguridad alimentaria de mi compa?era Gemma del Ca?o, porque te proteger¨¢n del contagio. Pero, adem¨¢s, puedes preservar tu salud a medio plazo teniendo claro qu¨¦ es lo que no debes meter en la cesta, que ya sabemos que la ansiedad no es buena consejera.
Ignora la boller¨ªa, galletas incluidas; los snacks dulces o salados -da igual que est¨¦n hechos con espelta y sal del Himalaya, por saludables que parezcan, son una casta?a nutricional-, las gominolas y chucher¨ªas en general, los postres l¨¢cteos, los frutos secos ¡°con cosas¡± (salados, recubiertos de miel o chocolate...), los chocolates con menos de un 65% de cacao; el resto, para un consumo muy ocasional y comprando de tableta en tableta, no tengas cuatro en casa, que te las cepillas.
Tambi¨¦n incluye los az¨²cares l¨ªquidos que te bebes en dos segundos y no te sacian nada, es decir, batidos, refrescos y zumitos -si no sabes por qu¨¦ los meto en la lista, Juan Revenga te lo cuenta-, y las bebidas alcoh¨®licas (para los despistados, el vino y la cerveza -s¨ª la cerveza-, son bebidas alcoh¨®licas). Pero no es necesario que pases el aislamiento dando muestras de estoicismo, renunciando a cualquier placer de la vida, tentempi¨¦s incluidos. Se trata de pasar estos d¨ªas de la mejor forma posible, no ganar un premio a la entereza y la fuerza de voluntad: no a?adamos estr¨¦s al estr¨¦s.
Despejado el campo de batalla de tentaciones irresistibles, hay muchas opciones de picoteo saludable. Si has puesto cara de ajo cuando has le¨ªdo saludable, a lo mejor el problema es relacionar ¡°disfrute¡± con ¡°comida insana¡±: hay alimentos que te ayudan a tener una salud ¨®ptima, sin que tengas que renunciar al factor sensorial. Otra cosa es que hasta ahora hayas tenido m¨¢s a mano -y en mente- las alternativas guarridongas.
En El Comidista tienes mil opciones; y ahora no vale la excusa de que no tienes tiempo. Vale, puede que no sea el mejor momento para ir a buscar ingredientes ex¨®ticos, pero es que para hacerte unos garbanzos crujientes asados, unos chips de calabac¨ªn y remolacha o unas jud¨ªas asadas con parmesano tampoco vas a tener que acudir al mercado de contrabando. Unas palomitas hechas en casa -que, siempre que no las ba?es en chocolate o mejunges extra?os, no se parecen en nada a las grasientas con sabor a mantequilla que te compras en el cine- te pueden alegrar esa noche de peli. Y si te preparas un pat¨¦ de alcachofas y d¨¢tiles con unos palitos de verdura para mojar, pasar¨¢s a otra dimensi¨®n del picoteo. Pero si tambi¨¦n has decidido que quieres aislarte de los fogones y de la batidora, y vas a dedicarte a la vida contemplativa para alcanzar el ¨¦xtasis de la pura inacci¨®n, no es mala idea que tengas en casa encurtidos como aceitunas, pepinillos o cebolletas, que son una sabros¨ªsima y san¨ªsima manera de matar al gusanillo.?
Como dietista-nutricionista, tengo que recurrir a los cl¨¢sicos e insistirte en que las frutas frescas y los frutos secos crudos o tostados sin sal tendr¨ªan que estar siempre a mano. Solos o picados en un yogur natural te ayudar¨¢n a calmar ese run run. Recuerda que el objetivo no es solo llegar al fin del confinamiento conservando tu peso habitual, sino mantener una buena salud mental y conseguir que el camino, duro de por s¨ª, sea lo m¨¢s llevadero posible.
Beatriz Robles, es tecn¨®loga de alimentos, dietista-nutricionista y obsesionada por batallar contra la desinformaci¨®n. Docente en el Grado de Nutrici¨®n Humana y Diet¨¦tica de la Universidad Isabel I y divulgadora cient¨ªfica. Tiene en el horno el libro Come seguro comiendo de todo, a la espera de que el coronavirus le permita sacarlo a la venta.
Los dos caminos del hambre emocional
La medici¨®n del fen¨®meno del hambre emocional se ha llevado a cabo a trav¨¦s de cuestionarios que tratan de saber c¨®mo utilizamos los alimentos para responder a la emociones. El primero de ellos fue el Dutch Eating Behaviour Questionnaire; a este le siguieron otros como Emotional Eating Scale, Three Factor Eating Questionnaire, Emotional Apetite Questionnaire o Emotional Overeating Questionnaire.
En todos ellos es el propio paciente el que tiene que responder preguntas como ¡°?Ha sentido el deseo de comer cuando se siente deprimido o desanimado?¡± o, ¡°?En qu¨¦ medida, cuando est¨¢ ansioso, se encuentra con que est¨¢ comiendo?¡± (que levante la mano el que no se haya visto identificado). Miden emociones. Pero se han puesto en entredicho, porque, adem¨¢s de que lo rellena uno mismo -con el sesgo que ello supone-, la mayor parte de ellos valoran solo las sensaciones negativas y, adem¨¢s, lo hacen de una forma global, sin tener en cuenta que, a distintas sensaciones -aburrimiento, ira, estr¨¦s-, distinta conducta alimentaria.
El comer emocional en respuesta a una sensaci¨®n inc¨®moda abre un c¨ªrculo sin fin: da lugar a una respuesta poco adaptativa que, a su vez, tiene m¨¢s consecuencias adversas como incremento de peso o sensaci¨®n de culpa, que producen de nuevo la emoci¨®n negativa, perpetuando el bucle. Sin embargo, investigaciones recientes muestran que no solo nos aferramos a la tableta de chocolate cuando tenemos un baj¨®n de ¨¢nimo: las emociones positivas tambi¨¦n act¨²an como el gatillo que dispara nuestro el mecanismo del comer emocional.
Una revisi¨®n sistem¨¢tica sobre este tema apunta a que en el caso de las emociones positivas el camino ser¨ªa el opuesto: no utilizamos la comida para regular esa emoci¨®n, sino que es la emoci¨®n la que nos lleva a comer m¨¢s porque asociamos la comida a momentos de celebraci¨®n. Otra explicaci¨®n ser¨ªa que, cuando estamos de subid¨®n, desviamos la atenci¨®n hacia el origen de esa emoci¨®n positiva y nos despistamos, no somos conscientes de lo que estamos comiendo ni prestamos atenci¨®n a las se?ales de saciedad. Hace rato que has dejado de tener hambre, pero es la boda de tu hijo as¨ª que comes sin conocimiento.
Eso s¨ª, parece que cuando las emociones positivas est¨¢n en el origen del comer emocional, no se acompa?an de malestar psicol¨®gico ni de otros efectos adversos sobre la salud. Parece poco, muy poco probable que, en este confinamiento, la felicidad y el ¨¦xtasis sean una amenaza para nuestra dieta. El estr¨¦s y el aburrimiento tienen m¨¢s papeletas para acompa?arnos y estar bien cerquita, que nunca las casas hab¨ªan sido tan peque?as.
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