La terraza del finde: La Ra¨ªz 15, una aut¨¦ntica casa de comidas en un vergel minero
En la tercera entrega de esta serie veraniega nos vamos a un restaurante de cocina genuina con vistas a dos pozos mineros, en una de las zonas m¨¢s f¨¦rtiles y desconocidas de Asturias.
La Ra¨ªz 15 tiene tres mesas en su peque?o comedor de la planta baja, otras dos arriba, junto a la barra, y cuatro en una terraza que los ojos no abarcan. Adentro, las ventanas disfrutan las mismas vistas al valle del r¨ªo Cand¨ªn, excepto una ventana vieja, trasplantada de la casa de la abuela de Jul¨ªn -Julio Men¨¦ndez seg¨²n su DNI- y reconvertida en un precioso y borroso espejo que decora una de las paredes del comedor. En las otras paredes cuelgan un reloj rodeado de flores secas y un cuadro con una vaca y un pollo. Como la vaca que pasta en el prao bajo la terraza de La Ra¨ªz 15 junto a tres ovejas que se esconden del sol y un burro tan pancho que provoca envidia; al pollo no lo ves, hasta que te lo sirve Jul¨ªn con un arroz.
En Asturias hay muchas terrazas. Toda Asturias es una gran terraza, valles encadenados por casas pindias donde cada ventana se asoma a un paisaje, interior o costero, del que solo te marchar¨ªas si te exiliaran como a un Borb¨®n. La hosteler¨ªa simplemente planta las sillas afuera para que el espect¨¢culo del verde, sea mar o monte, atraiga al turista con un magnetismo superior al del solitario banco de un museo de arte contempor¨¢neo. Sin embargo, no hay terraza igual a esta que porta el nombre de su aldea (La Ra¨ªz, apenas 50 viviendas) y que se sit¨²a a caballo entre los concejos de Siero y Langreo. Tres motivos la hacen ¨²nica.
En primer lugar, no vigila los Picos de Europa, ni una playa o una catedral, sino dos pozos mineros: el Mosquitera, en el centro del panorama, y El Terrer¨®n, que sirvi¨® de auxiliar del pozo anterior durante el siglo pasado. Ah¨ª abajo se dejaron huesos y pulmones miles de personas sacando carb¨®n y en esa ladera que miras, adem¨¢s, tambi¨¦n funcion¨® una explotaci¨®n a cielo abierto. La naturaleza ha conseguido que de los agujeros abiertos broten manantiales subterr¨¢neos que han convertido esta tierra horadada en un vergel. Siembras fabes, berzas o tomates y crecen f¨¦rtiles como una terraza del Ed¨¦n donde nadie sancionase el despelote.
?A comer!
El segundo motivo para elegir este chigre de entre todos los que sacan mesas a cielo abierto es, precisamente, el yantar. Estamos en una genuina Casa de Comidas, el t¨ªtulo m¨¢s sobresaliente que pueda ganarse cualquier restaurante. Es la casa donde se cri¨® Julio Men¨¦ndez, Jul¨ªn, donde su madre faena y donde hace un a?o abrieron un bar que prolonga su modo de vida. El comedor era el antiguo llagar, donde hac¨ªan sidra, que siguen embotellando todav¨ªa para la familia; el lugar que ocupan la barra y la terraza lo utilizaban para ahumar los embutidos tras la matanza del gochu. Tambi¨¦n preparan a¨²n esos chorizos, que si tienes suerte, podr¨¢s probar. En la antigua huerta acaban de inaugurar un chill out, seg¨²n dice Jul¨ªn ri¨¦ndose de la expresi¨®n con la que ha bautizado su barra rural, con bancos de palets, barriles, bombillas y c¨¦sped de mentira. Y luego, claro, est¨¢n la vaca y el pollo, porque en esta casa contin¨²an cultivando y criando comida, especialmente los pitos de caleya, asombrosos. Mirad la foto y decidme que no.
Por cierto, no hay carta ni men¨²: t¨² llamas, Jul¨ªn te cuenta lo que tiene ese d¨ªa, lo que ha recolectado, matado o elegido en la pescader¨ªa, y te pregunta qu¨¦ te gusta y qu¨¦ no. Luego, apa?a una comida larga por la que te cobrar¨¢ alrededor de 35 euros. Por ese dinero me empuj¨¦ una sardina con gazpacho, croquetas de jam¨®n, los mejores tortos de ma¨ªz del a?o -con aguacate y queso Lazana-, una cebolla rellena de bonito con una salsa de tomate que debi¨® de embotar su bisabuela -porque menudo concentrado de placer casero-, m¨¢s una ventresca con chocolate (s¨ª, con chocolate) y el susodicho arroz con pitu que clama al cielo.
Un cad¨¢ver -de placer- a los postres
De postre me sirvieron un arroz con leche que, a estas alturas de mi vida astur, me dej¨® perplejo: ligero, meloso, con una gelatina de lim¨®n en medio y rematado con una espiral de merengue requemado. Quise morir en ese momento, ya, por favor. Aquello era un edred¨®n dulce donde retozar sin freno, totalmente despelotado.
Despu¨¦s de reposar el caf¨¦ con hielo perdiendo la mirada en el pozo y en sus aleda?os, Jul¨ªn me llev¨® a la cocina y me ense?¨® el siguiente pitu que aguardaba el entierro de la cazuela, troceado con su majado previo de ajo y sal. Tuvo que agarrarme del brazo para que no me lo zampara de la fuente, tal cual, en crudo.
Comer en sitios as¨ª equivale a graduarse en un m¨¢ster de cocina tradicional, de memoria mejorada por el aprendizaje, pues Jul¨ªn fue uno de los primeros pinches que tuvo el laureado Nacho Manzano cuando empez¨® a guisar sus ¨¦xitos. Trabajaron juntos casi diez a?os. Hoy, con 43 tacos, el alumno sigue deshaci¨¦ndose en halagos hacia su profe, quien sabiamente le coloc¨® como jefe de cocina. Suerte para nosotros que finalmente se haya lanzado por su cuenta.
Un proyecto con conciencia
El tercer motivo para invitaros a La Ra¨ªz 15 son cinco chicas: Tania, Evelyn, Roc¨ªo, Luc¨ªa y Lorien. Veintea?eras, residentes en Tuilla -dos de ellas emigradas desde Argentina- y parte de esa juventud que ha de esforzarse m¨¢s que el resto, porque, con el carb¨®n desechado, las cuencas se han quedado bald¨ªas de prosperidad. En esta zona del Principado, de sangre obrera desempleada o prejubilada, el futuro exige m¨¢s imaginaci¨®n, y quiz¨¢ por esa raz¨®n ahora Mieres, Langreo, Laviana, Lena y dem¨¢s concejos aleda?os concentren la cocina m¨¢s aut¨¦ntica y a la vez m¨¢s sorprendente que se est¨¢ haciendo en la comunidad aut¨®noma.
Jul¨ªn ha decidido empujar a su pueblo empleando a estas cinco mozas, que se turnan para ayudarle en cocina y sala, mientras estudian. Hoy atiende las mesas Tania Melero, de 22 a?os, con sonrisa implacable y unos ojos azules que le devuelven justa r¨¦plica a una ola de calor ins¨®lita para este clima norte?o. Tania empez¨® a buscarse los garbanzos a los 16 a?os, en un catering. Ha estudiado Qu¨ªmica y otros cursos que no me da tiempo a apuntar, tiene mil planes inmediatos, y agradece hasta el tu¨¦tano el apoyo de su chef favorito, el autor de ¡°las mejores croquetas de Asturias¡±, o sea Jul¨ªn.
Cuando amago mencionando otras croquetas de los alrededores igualmente gloriosas, la moza no acepta siquiera discutir la competici¨®n. Jul¨ªn, de vuelta, insiste en que tengo que conocer el chigre de la madre de Tania en Tuilla, desde donde, querido turista, puedes seguir de excursi¨®n por la cuenca del Nal¨®n hasta llegar a Tolivia, el camelot Los Berrones, la s¨²per banda de himnos locales capaces de hacerte re¨ªr, bailar y llorar de asturian¨ªa, caso de este Puente sobre ag¨¹es braves (de remate colosal). Debajo de la terraza de La Ra¨ªz 15 no hay agua ni mar, ni tampoco un puente. Pero s¨ª una tierra trabajada, inundada, brava y f¨¦rtil todav¨ªa, donde las casas pindias siguen imaginando nuevas vistas. As¨ª que id, comed, mirad y charlad, y que os aproveche Asturies.
La Ra¨ªz 15 Casa de comidas: c/ La Ra¨ªz, 15. La Ra¨ªz (Asturias). Tel.: 633 91 78 30. Mapa.
Tres planes para antes y despu¨¦s
Visita: el Pozo Sot¨®n, en San Mart¨ªn del Rey Aurelio, donde podr¨¢s bajar a una mina aut¨¦ntica con mineros aut¨¦nticos. Una de las visitas m¨¢s alucinantes que puedes realizar en toda la regi¨®n.
Historia: el Archivo Hist¨®rico de Hunosa, en Sama de Langreo, ubicado en el antiguo Pozo Fond¨®n y que custodia fondos, maquinaria y materiales de todo tipo, a cual m¨¢s sorprendente.
Paisajes: Tuilla, donde encontrar¨¢s un paisaje de casas y un paisanaje de caras que te mostrar¨¢n lo mejor de la Asturias, y donde dispones de sendas y recorridos naturales para hacer hambre o bajar la comida. Entre ellos lagos artificiales que dej¨® la actividad minera.
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