Bote, rondas, a escote o por separado: ?cu¨¢l es la mejor forma de pagar entre varios?
Examinamos las diferentes f¨®rmulas de pagar de los espa?oles cuando salimos en grupo y, ya lo adelantamos, ninguna recibir¨¢ el Premio Nobel de Econom¨ªa
Dejad que empiece con una an¨¦cdota que aconteci¨® en una comida en un restaurante con un grupo de amigos, donde el vino corri¨® y no se repar¨® en gastos. Todos d¨¢bamos por hecho que la cuenta se pagaba a pachas. Mejor dicho, casi todos. Cuando lleg¨® la dolorosa, uno de los comensales solt¨® una frase que no olvidar¨¦: ¡°Yo pongo 15¡å. El tipo, que era abstemio y solo bebi¨® agua, hab¨ªa hecho los c¨¢lculos de lo que le correspond¨ªa abonar, y se plant¨® en esa cifra, inferior a la del resto. Hubo que rehacer divisiones, ajustar pagos y recoger varias mand¨ªbulas del suelo.
Aunque tendr¨ªa que ser un tr¨¢mite sencillo, pagar la cuenta cuando vas en grupo puede ser un numerito complicado, injusto y conflictivo, sobre todo cuando corre el alcohol, que vuelve a los reba?os de adultos incontrolables. Poner de acuerdo a una jaur¨ªa en dichas condiciones es una heroicidad. Adem¨¢s, de todo este ruido se aprovechan los r¨¢canos y las ratitas que siempre se escabullen cuando toca pagar.
Espa?a es un pa¨ªs de parranda colectiva y llevamos eones conviviendo con las tensiones del desembolso grupal, por eso hemos desarrollado diferentes f¨®rmulas para soltar la guita sin dramas. Todas intentan facilitarnos las cosas, pero desde un punto de vista financiero, est¨¢n a a?os luz de la perfecci¨®n. No lo digo yo, lo dice Javier Ruiz, jefe de Econom¨ªa de la SER: ¡°En econom¨ªa existe la figura del free rider, el que se monta gratis en la atracci¨®n, y en casi todos estos sistemas de pago est¨¢ presente. Porque cuando pagas a medias, nunca es a medias. T¨² pones una cifra pero la media siempre tira hacia arriba, siempre hay alguien que se monta sin pagar¡±, sentencia.
A bote pronto
Aunque es m¨¢s antiguo que la gaseosa, el bote sigue ah¨ª, imperturbable. Antes de salir, todos los miembros de la banda aportan la misma cifra, y el total queda en manos de una sola persona, el alma m¨¢s pura de la grupeta, la menos propensa a meter mano en la caja. ?l o ella transportar¨¢ la pasta en el zurr¨®n y abonar¨¢ la cuenta en todos los bares, una forma de agilizar pagos y ahuyentar gorrones: si al final de la noche sobra panoja, se guarda para la pr¨®xima parranda, y a beber que son dos d¨ªas.
En el Pa¨ªs Vasco y Navarra, triunfan los tragos cortos entre los grupos que se pasan la noche de garito en garito. El bote es un recurso bastante utilizado. En dichos circuitos, pagar por separado es una tortura: si te vas patear ocho tabernas, la noche se puede convertir en un calvario. Ponte t¨² a dividir con la caraja y, luego, a reclamar a cada borrachuzo su parte.
En estas guerras, el bote soluciona problemas, siempre y cuando todos consuman lo mismo y el tesorero est¨¦ a la altura de las circunstancias; esta persona es la clave y a la vez la ¨²nica grieta que puede poner en compromiso la misi¨®n. No ser¨¢ la primera ni la ¨²ltima vez que el depositario del dinero se ducha por dentro con leche de pantera y acaba perdiendo la pecunia en alguna letrina. Es fundamental hacer un buen trabajo de casting con esta figura y apostar, en la medida de lo posible, por perfiles menos alcoh¨®licos.
Ronda de noche
El bote puede funcionar, pero cuando toca salir de bares y tapeo, las rondas son una forma de apoquinar con muchos adeptos en Espa?a. No obstante, exigen una disciplina incompatible con la ingesta de destilados. Incluso determinando qui¨¦n paga cada ronda antes de salir ¡ªalgo que no se hace nunca¡ª, puede llegar un momento en que todo se desmorone, pues siempre habr¨¢ alg¨²n jeta que se har¨¢ el amn¨¦sico cuando sea su turno y sembrar¨¢ la duda sobre qui¨¦n debe sacar a pasear la VISA. Pitote asegurado.
Para Javier Ruiz, las rondas hacen agua por todas partes. ¡°Es el sistema con m¨¢s fallos, a mi juicio. Todo el mundo empieza suave, todo el mundo acaba fuerte¡±. El que paga la ¨²ltima, paga la ronda m¨¢s cara. ¡°Rondas es lo peor que puedes hacer, el bote ser¨ªa lo siguiente y, a partir de ah¨ª, empiezan las alternativas m¨¢s interesantes desde una perspectiva financiera¡±, afirma. Efectivamente, las rondas son castillos de naipes. Para que no se vengan abajo y cada uno se gaste m¨¢s o menos lo mismo, todo el mundo deber¨ªa consumir lo mismo en cada ronda y habr¨ªa que estipularlo antes de salir. Porque no solo hay que tener en cuenta el crescendo alcoh¨®lico, sino tambi¨¦n a los que se piden una ca?a cuando les toca pagar, pero se pasan al gin-tonic en copa bal¨®n cuando es otro quien apoquina. Cuidado con estas aves carro?eras.
A pesar de sus puntos flacos, las rondas triunfan en muchas partes del pa¨ªs, como La Rioja. El profesor y en¨®filo Gabriel Cereceda es un logro?¨¦s residente en Barcelona al que le impact¨® la costumbre catalana de dividir la cuenta. ¡°En Logro?o es impensable lo de ir a partes iguales: la f¨®rmula que utilizamos en la zona de pinchos es el pago por rondas. Cada uno paga la cuenta en un bar distinto, y lo decidimos sobre la marcha¡±, asegura. La escritora y periodista gallega Alba Alv¨¢rez afirma que en su ciudad, Vigo, el pago por rondas es habitual durante el parrandeo. Nota una gran diferencia con otras comunidades en las que ha tenido que ir a pachas. ¡°Me choca, porque no somos nada estrictos con el dinero: si somos cuatro y hacemos tres rondas, el que se queda sin pagar, ya cubrir¨¢ la primera ronda del pr¨®ximo d¨ªa, no le hacemos pagar la parte proporcional¡±, comenta.
A?ade que en las comidas tambi¨¦n suele darse lo de ¡°hoy pago yo y otro d¨ªa invitas t¨²¡± o, si alguien invita, los que no han pagado se encargan de abonar los c¨®cteles posteriores. Un salto al vac¨ªo que tambi¨¦n se suele practicar en Asturias o Andaluc¨ªa, donde se impone el free jazz de estas f¨®rmulas de pago tan dadas a la improvisaci¨®n. Esto no significa que en tierras asturianas, andaluzas o gallegas no se recurra a la cuadr¨ªcula de la divisi¨®n. En Ribadeo, cada un paga o seu. Porque cuentas, se pagan a escote en toda Espa?a.
¡°Qu¨¦ pacha nen¡±
Dividir la cuenta a partes iguales, independientemente de lo que hayas consumido, es la opci¨®n m¨¢s extendida en Catalu?a, donde las rondas y el bote son casi ciencia-ficci¨®n. De hecho, en Barcelona, restaurantes de la categor¨ªa de Ultramarinos Mar¨ªn disponen de programas que dividen autom¨¢ticamente el ticket entre el n¨²mero de comensales, para que los clientes no tengan que trastear con la calculadora del iPhone. En mi tierra, la pu?alada siempre es la misma para todos.
Pero no solo en Catalu?a se divide la cuenta. Javier Ruiz me confirma que tambi¨¦n lo ha visto en Valencia, y aunque las rondas y el ¡°esta la pago yo¡± son habituales, en la Comunidad de Madrid tambi¨¦n se paga muchas veces a pachas; lo certifico a trav¨¦s de Carlos Valent¨ª, del restaurante Hermanos Vinagre. ¡°Tenemos una clientela relativamente joven y el 80% de los grupos dividen la cuenta. De hecho, a veces cada uno paga lo que ha consumido¡±, comenta.
Pagar a escote implica dos v¨ªas de actuaci¨®n: alguien deber¨¢ abonar el total y despu¨¦s apa?¨¢rselas para cobrar a sus compa?eros, o el camarero tendr¨¢ que perseguir a los clientes dat¨¢fono en mano. Los gorrones aman la primera opci¨®n; la hosteler¨ªa no le tiene mucho aprecio a la segunda, como apunta Carlos Valent¨ª. ¡°Es una incomodidad y a veces ocupa mucho tiempo. Los comensales se pueden pasar un buen rato haciendo las divisiones, el camarero tiene que comprobar en la caja que todo cuadre y cobrar a cada persona por separado. Lo ideal para la hosteler¨ªa es que alguien se encargue de abonar toda la cuenta y luego se arreglen entre ellos, pero nosotros no podemos pedir eso al cliente¡±, concluye.
Dividir la cuenta a partes iguales podr¨ªa parecer una soluci¨®n sensata, pero es tambi¨¦n un poderoso im¨¢n para sabandijas. Que no falta el que pide arroz con bogavante y el cava m¨¢s caro, o el gusano que siempre va al ba?o cuando divisa en la lejan¨ªa que se acerca la cuenta. Carlos Valent¨ª ha visto en Hermanos Vinagre a verdaderos profesionales que se levantan para ir al v¨¢ter y aprovechan el viaje para pedir ellos mismos el ticket, antes de desvanecerse para siempre en el mingitorio. Javier Ruiz destaca a estos fugitivos de retrete: ¡°Bien mirado, el sistema m¨¢s eficiente para tu econom¨ªa es esconderte en el lavabo: no pagas nunca¡±, comenta.
Lo pagado por lo comido
En el terreno de la partici¨®n, tiene lugar una de las pr¨¢cticas m¨¢s controvertidas: pagar solo por lo que has consumido. A pesar de la repulsi¨®n que provoca, desde un punto de vista estrictamente econ¨®mico es la mejor opci¨®n para tus finanzas, como asegura Javier Ruiz. ¡°Yo no me atrevo a hacerlo, no es la mejor f¨®rmula para hacer amigos. No es de buena vecindad, pero s¨ª de buena econom¨ªa: desde una perspectiva financiera, la forma m¨¢s eficiente, que no la m¨¢s amistosa, es pagar de forma individual. Si has bebido agua, pagas agua. Y si has bebido vino, pagas vino, cada uno se responsabiliza de lo suyo¡±, asegura.
Aunque suponga un suicidio social, todav¨ªa hay personas que cogen la cuenta sin pudor y hacen c¨¢lculos de alta precisi¨®n, con decimales y todo, para no soltar un c¨¦ntimo de m¨¢s. No les hables de que lo normal es que todos abonen lo mismo: son aut¨¦nticos kamikazes. Si es sangre lo que corre por tus venas, no caigas en este error cuando vayas en grupo, piensa en esos cuatro euros de m¨¢s como una necesaria inversi¨®n para que tus amigos no te cuelguen el sambenito de agarrao de por vida.
Piensa tambi¨¦n en los que estamos al otro lado del espectro, los locos que, impelidos por fuerzas de la naturaleza indescifrables, buscamos a pecho descubierto la cuenta para pagarla enterita. La ant¨ªtesis del rat¨®n de lavabo. La pesadilla de cualquier gestor en su sano juicio. Javier Ruiz tambi¨¦n es de los que pelea por apoquinar. ¡°Y curiosamente, es una guerra en la que siempre venzo. De hecho, si alguna vez me he levantado para ir al lavabo, ha sido para pagar¡±. Bienvenido al club, Javier.
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